Un blog de economía para no economistas

"Ojalá te toque vivir tiempos interesantes", reza una maldición china. Los argentinos sufrimos la maldición de vivir en una economía "interesante". Por eso tenemos que saber más de economía que en otros países.

Para enfrentar la maldición de vivir en una economía "interesante", en este blog encontrarás comentarios, análisis y estadísticas sobre la economía argentina, sin jerga económica innecesaria ni tecnicismos, con rigurosidad analítica pero simpleza en la exposición.

martes, 16 de noviembre de 2010

El mismo diagnóstico inflacionario de los últimos años

Sigo insistiendo en que la actual inflación es, en gran medida, consecuencia de la política macroeconómica de los últimos años. A tal punto mi diagnóstico es el mismo desde hace mucho tiempo, que reproduzco aquí una columna de opinión que publiqué hace más de dos años en La Voz del Interior (concretamente el 3 de Agosto de 2008), donde planteo que Argentina optó por enfrentar la denominada “enfermedad holandesa” mediante la política monetaria en lugar de hacerlo mediante la política fiscal, generando inflación.


Enfermedad holandesa con remedio argentino
En las últimas semanas, distintos economistas han mencionado un fenómeno económico conocido como “enfermedad holandesa”, que consiste en una apreciación del tipo de cambio real que perjudica a la producción industrial y que ocurre cuando, ante el descubrimiento de recursos naturales exportables o ante el aumento de los precios de exportación, se produce una fuerte entrada de divisas que desequilibra el mercado cambiario. La motivación para hablar de “enfermedad holandesa” en Argentina es el fuerte incremento de los precios de exportación producido durante los últimos años (un 86% desde comienzos de 2002) y la percepción de pérdida de competitividad que existe en gran parte del sector industrial (el 54% de los industriales cordobeses considera que la industria no es competitiva al tipo de cambio actual).

Si bien el fenómeno de mejora de términos de intercambio por mayores precios de exportación es común a la mayoría de los países latinoamericanos, el caso argentino marca la diferencia por el uso de herramientas inadecuadas para gestionar su impacto macroeconómico. En efecto, Argentina está utilizando inadecuadamente la política monetaria y en dosis equivocadas la política fiscal. Es inadecuado utilizar la política monetaria para sostener el tipo de cambio ante un impacto favorable de precios internacionales porque la compra de divisas por parte del Banco Central expande la oferta monetaria y genera la inflación que termina apreciando el tipo de cambio real. El resultado es la misma apreciación cambiaria que se habría producido sin intento de sostener el tipo de cambio pero con el problema adicional de inflación elevada.
Algunos números que reflejan por qué el sostenimiento del tipo de cambio a través del Banco Central es una falsa opción: Brasil dejó caer su tipo de cambio nominal un 16.2% en los 12 meses hasta mayo de este año (de 1.98 R|U$S en mayo de 2007 a 1.66 R|U$S en mayo de 2008) y,  con una inflación de 6.6% en igual periodo e inflación en Estados Unidos de 4.2%, el tipo de cambio real cayó 18.6%; en Argentina, el tipo de cambio nominal subió 2.3% en el año terminado en mayo (de 3.08 $|U$S en mayo de 2007 a 3.15 $|U$S en mayo de 2008) y, con inflación de 26.8% (la inflación medida por la Dirección de Estadísticas de San Luis), el tipo de cambio real se apreció un 20.3%. Conclusión: Brasil no intentó detener la apreciación de su moneda con herramientas monetarias, y su moneda se apreció 18.6% en un año; Argentina intentó detener la apreciación del peso y logró una apreciación real del 20.3%. Y, como efecto colateral, quedó con una inflación 4 veces mayor que la de Brasil.
La política fiscal sí es adecuada para evitar al menos parte de la apreciación real que se produce por la mejora de los términos de intercambio, pero en la medida en que genere altos superávits fiscales invertidos en moneda extranjera, ya sea creando un fondo anticíclico o pagando deuda pública denominada en moneda extranjera. Ambos usos del superávit fiscal generan demanda genuina de divisas, evitando la apreciación cambiaria. Por el contrario, si los incrementos de recaudación tributaria se utilizan para aumentar el gasto público (por ejemplo, subsidiando la actividad de distintos sectores), no se logra evitar la apreciación cambiaria. Esto efectivamente parece estar ocurriendo en Argentina. Los números oficiales indican menores niveles de superávit fiscal que años atrás y, además, existe la sospecha de que estos números no son reales al no incluir gasto público devengado pero no pagado.
Decisiones sin sentido de la oportunidad
Tomando un poco de distancia para ver la situación en perspectiva, el problema argentino parece ser, más que aplicar políticas económicas inadecuadas, continuar aplicando políticas económicas que, siendo adecuadas a un contexto económico particular, dejan de serlo cuando este contexto cambia y esta desconexión no es advertida a tiempo. Se trata de una falta de sentido de la oportunidad. En efecto, durante 2003 y 2004, la política de tipo de cambio cuasi fijo con expansión monetaria para comprar dólares era adecuada porque la economía se estaba monetizando luego de la crisis bancaria de 2002 y absorbía los pesos que emitía el Banco Central sin generar inflación. Era el mejor de los mundos para el Banco Central, sólo que este tipo de situaciones no dura para siempre. Ya para principios de 2005 era claro que el contexto había cambiado y la emisión monetaria necesaria para comprar los excedentes de dólares generaba inflación. Y para finales de 2007 el cambio de contexto era más profundo aún: la demanda de dinero había comenzado a caer, con lo cual la desconexión entre la política monetaria y la realidad económica fue aún mayor, con la inflación saltando como consecuencia por encima del 20% anual.
Y si tomamos un poco más de distancia, la nueva perspectiva permite ver que esta dificultad para tomar decisiones de política económica en Argentina es recurrente. La salida de la Convertibilidad es el ejemplo más cercano y tal vez más evidente. El abandono de la Convertibilidad fue doblemente fuera de tiempo: demasiado tarde para evitar el colapso político, económico y social (Brasil salió del tipo de cambio fijo antes y de manera mucho más ordenada en enero de 1999) y, paradójicamente, tal vez de manera precipitada si tenemos en cuenta, mirando retrospectivamente, que tan solo un trimestre después comenzaría el periodo excepcional de suba de precios de commodities agrícolas y de depreciación del dólar que revertiría la tendencia de finales de los 90. Aquella falta de sentido de la oportunidad para cambiar de política económica fue muy costosa y el recuerdo está latente. ¿Tomaremos mejores decisiones esta vez?

Clickear aquí para ver la versión original de "Enfermedad holandesa con remedio argentino".

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