Un blog de economía para no economistas

"Ojalá te toque vivir tiempos interesantes", reza una maldición china. Los argentinos sufrimos la maldición de vivir en una economía "interesante". Por eso tenemos que saber más de economía que en otros países.

Para enfrentar la maldición de vivir en una economía "interesante", en este blog encontrarás comentarios, análisis y estadísticas sobre la economía argentina, sin jerga económica innecesaria ni tecnicismos, con rigurosidad analítica pero simpleza en la exposición.

martes, 30 de noviembre de 2010

¿Otra vez nos salva el viendo de cola?

Una forma habitual de analizar la evolución de indicadores económicos es mediante lo que se denomina “variaciones interanuales”, o “comparación con igual mes del año previo”. Se trata de una forma útil de analizar estadísticas económicas, pero que muchas veces oculta más cosas de las que muestra. Es lo que está ocurriendo actualmente con las estadísticas relacionadas con el nivel de actividad económica.
En efecto, el Índice de Producción Industrial de Orlando Ferreres mostró en octubre un nivel un 9.4% por encima de un año atrás, mientras que el Índice General de Actividad, también de Orlando Ferreres, mostró una variación interanual del 5.8% en el mismo mes. Esto parece indicar un buen ritmo de crecimiento.
Sin embargo, esto muestra lo que ocurrió en el último año (de octubre de 2009 a octubre de 2010) pero no necesariamente lo que está ocurriendo ahora. El gráfico de la izquierda muestra cómo estos dos indicadores, así como el Índice de Producción Industrial de FIEL, no muestran una clara tendencia durante los últimos meses. Los dos índices de producción industrial muestran en julio la caída producida por los problemas energéticos, y los tres indicadores muestran caídas en septiembre y octubre, cerrando el periodo (octubre) apenas por debajo del nivel con el cual empezaron (mayo).
De todos modos, es probable que durante los próximos meses la actividad económica vuelva a mostrar una tendencia creciente, dado que justo en los últimos meses del periodo analizado, el contexto internacional mejoró sustancialmente, con subas de índices bursátiles, debilitamiento del dólar y apreciación de las materias primas. Esto se observa en el gráfico de la derecha.
Se trata de una mejoría que llegó justo cuando la economía argentina estaba perdiendo impulso. Veremos si este mejor contexto internacional se sostiene a pesar de los problemas en Europa.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Krugman y la Argentina

Paul Krugman es uno de mis economistas preferidos. Es premio Nobel de Economía por sus aportes a las teorías del comercio internacional y de la localización geográfica de la actividad económica. Pero realizó también un importante aporte a la ciencia económica con su modelo de crisis de balanza de pagos, el proceso por el cual, bajo un esquema de tipo de cambio fijo, un déficit fiscal financiado con emisión monetaria genera una pérdida de reservas hasta que en un momento determinado se produce un ataque especulativo que termina con las reservas del banco central y obliga a pasar a un esquema de flotación cambiaria, donde ahora la emisión monetaria para financiar el déficit fiscal se transforma en inflación. Se trata de un modelo que explica muchas de las crisis cambiarias de Argentina.
Sus libros de texto sobre Economía Internacional y sobre Microeconomía son buenísimos, y además es un excelente divulgador de temas económicos, a través de columnas de opinión en distintos diarios, como el The New York Times.
La semana pasada, Krugman estuvo en Argentina. Y, a diferencia de lo que ocurre con expertos que suelen visitar el país y decir cosas que suenan inteligentes (en especial si se trata de un premio Nobel) pero que suelen implicar un profundo desconocimiento de la economía local, Krugman realizó, en una de las entrevistas que le hicieron, dos comentarios que creo pertinentes.
El primero es que el actual proceso inflacionario es importante, pero solucionable. A diferencia de Nouriel Roubini, el gurú del momento, que semanas atrás dijo en Buenos Aires que la inflación argentina estaba descontrolada (ver el post “El pronóstico inflacionario de Roubini”), Krugman considera que se trata de un proceso diferente a los procesos inflacionarios que caracterizaron a Argentina en las décadas del 70 y el 80. Y creo que esto efectivamente es así. Los procesos inflacionarios gatillados por desequilibrios fiscales descontrolados financiados con emisión monetaria pueden terminar en una hiperinflación, a medida que las personas van huyendo del dinero y van haciendo necesarias emisiones monetarias cada vez mayores para financiar déficit fiscales que, producto de la inflación, también se hacen cada vez mayores.
El segundo comentario, con el cual cerró la entrevista, también es interesante. Dijo que no tiene demasiado para decir sobre las perspectivas de la economía argentina porque no le está prestando demasiada atención, ya que considera muy improbable que Argentina tenga una crisis en el corto plazo. Como experto en crisis económicas (viene estudiando las crisis desde, al menos, las crisis del sudeste asiático de 1997 y 1998), que Krugman no vea mucho interés en Argentina es un buen dato. Hay muchos problemas para resolver pero, a diferencia de otros momentos de nuestra historia económica, sin la urgencia que imponen las crisis. Y esto brinda una oportunidad.

martes, 23 de noviembre de 2010

Para qué sirve un pacto social

La inflación es un fenómeno complejo, en el cual intervienen muchos factores. Pero, a los fines de comprender las alternativas de política económica para luchar contra ella, es útil separar estos factores en dos grupos.
El primer grupo es el de los factores que generan la inflación en primera instancia. En este grupo se encuentran las políticas cambiarias, monetarias y fiscales. La inflación de 2002 fue consecuencia de la devaluación: un mayor tipo de cambio aumenta los precios de los productos exportables e importables y arrastra así a otros precios de la economía. La inflación muy alta entre 1975 y 1990, llegando a hiperinflación al final de ese período, fue consecuencia de fuertes déficit fiscales financiados con emisión monetaria. La inflación de los últimos años es consecuencia de un tipo de cambio alto (no para muchos industriales, sí para el conjunto de la economía, en la cual a los niveles de tipo de cambio que hemos tenido en estos años todavía entran más dólares comerciales de los que salen) acompañada de una política macroeconómica equivocada: en lugar de comprar los excedentes de dólares con superávit fiscal, el Gobierno decidió hace mucho tiempo comprar esos excedentes de dólares con emisión monetaria (ver los posts “Cómo evitar la maldición de la soja”, “Por qué tenemos inflación”, “La inflación y una realidad que se repite” y “El mismo diagnóstico inflacionario de los últimos años”).
El segundo grupo es el de los factores que generan inercia inflacionaria. En este grupo se encuentran las expectativas inflacionarias y la puja distributiva. Si la inflación es alta, las negociaciones salariales pujan por salarios más altos, lo que aumenta los costos de las empresas e incentiva a subas de precios que retroalimentan el proceso. También en este grupo se encuentran los mecanismos de indexación, que aparecen cada vez que la inflación es alta, dándole vida propia a la inflación.
Una vez identificados estos dos grupos de factores que influyen sobre la inflación, es más fácil comprender los distintos tipos de programas de estabilización, como se conoce a las medidas para frenar la inflación. Los programas ortodoxos se concentran en el primer grupo de factores, es decir, en las políticas macroeconómicas (cambiarias, monetarias y fiscales).  El razonamiento es que si estos factores son los que generan inflación en primera instancia, es necesario trabajar sobre ellos para eliminar la inflación. La ventaja de estos programas es que se enfocan directamente en las causas de la inflación (dan el antibiótico adecuado para la infección), pero su principal desventaja es que si no cortan con los mecanismos de propagación de la inflación (los factores del segundo grupo), la inflación puede seguir siendo alta aún una vez eliminados los factores que generaban inflación. Y esto tiene consecuencias muy negativas para la economía: si se intentó frenar la inflación con un esquema de tipo de cambio fijo, pero la inflación continuó producto de su inercia, se produce un atraso cambiario, esto es, una pérdida de competitividad cambiaria que impacta muy negativamente sobre la actividad económica, generando una recesión; si se intentó frenar la inflación con una reducción del déficit fiscal para reducir la emisión monetaria, pero la inflación continuó elevada producto de su inercia, se produce una escasez de dinero que aumenta las tasas de interés y hace caer el tipo de cambio, lo que también genera recesión. Un ejemplo bien concreto de este tipo de problemas es lo que ocurrió con el plan de estabilización de Martínez de Hoz a finales de los 70, con la famosa tablita cambiaria.
Los programas heterodoxos tienen en cuenta estos problemas de los programas ortodoxos y se enfocan, por lo tanto, en ambos grupos de factores: ajustan la política macroeconómica para que sea consistente con una menor inflación, pero al mismo tiempo trabajan sobre los factores que generan inercia inflacionaria, mediante distintas herramientas, como eliminación de mecanismos de indexación, acuerdos o pactos sociales o congelamiento de precios y salarios durante algunos meses. La ventaja de este tipo de programas es que cuando son exitosos, frenan la inflación con menor impacto negativo sobre el nivel de actividad. La principal desventaja es que los gobiernos tienden a “endulzarse” con la parte fácil del programa (suspender aumentos de precios y salarios por decreto, por ejemplo) y dejar de lado la parte difícil (ajustar la política macroeconómica), haciendo fracasar el programa. Un ejemplo bien claro de esto fue el Plan Austral de 1985, que tuvo un muy exitoso comienzo (bajó la inflación mensual del 40% al 2% en pocos meses), pero terminó fracasando cuando el déficit fiscal se desbocó y volvió la emisión monetaria.
El viernes pasado, CFK anunció un pacto social a realizar entre el Gobierno, la UIA y la CGT (pocas horas después hicimos los primeros comentarios en “Economía en 5 minutos”). El análisis anterior de programas de estabilización ortodoxos y heterodoxos permite concluir que un pacto social concentrado en encauzar la puja distributiva para reducir la inercia inflacionaria puede jugar un rol importante en la reducción de la inflación, pero que será un nuevo fracaso en la lucha contra la inflación si el gobierno “olvida” el pequeño detalle de que tiene que frenar lo que está generando la inflación. Y esto último es el equivocado intento de mantener el tipo de cambio alto mediante la política monetaria (emitir pesos para comprar los dólares excedentes) en lugar de hacerlo mediante la política fiscal (generar superávit fiscal para comprar esos dólares sin emitir pesos). El Programa Monetario 2011 que el mes próximo presentará el BCRA será un primer indicio de si estamos frente a un programa de estabilización heterodoxo o frente a un programa populista, que sólo intenta una tregua de precios y salarios mientras genera más presiones inflacionarias.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Economía en 5 minutos

CFK estuvo en la conferencia de la UIA, con Moyano. En 5 minutos, comentarios sobre dos definiciones importantes: no habrá estado empresario y habrá pacto social con UIA y CGT.

martes, 16 de noviembre de 2010

El mismo diagnóstico inflacionario de los últimos años

Sigo insistiendo en que la actual inflación es, en gran medida, consecuencia de la política macroeconómica de los últimos años. A tal punto mi diagnóstico es el mismo desde hace mucho tiempo, que reproduzco aquí una columna de opinión que publiqué hace más de dos años en La Voz del Interior (concretamente el 3 de Agosto de 2008), donde planteo que Argentina optó por enfrentar la denominada “enfermedad holandesa” mediante la política monetaria en lugar de hacerlo mediante la política fiscal, generando inflación.


Enfermedad holandesa con remedio argentino
En las últimas semanas, distintos economistas han mencionado un fenómeno económico conocido como “enfermedad holandesa”, que consiste en una apreciación del tipo de cambio real que perjudica a la producción industrial y que ocurre cuando, ante el descubrimiento de recursos naturales exportables o ante el aumento de los precios de exportación, se produce una fuerte entrada de divisas que desequilibra el mercado cambiario. La motivación para hablar de “enfermedad holandesa” en Argentina es el fuerte incremento de los precios de exportación producido durante los últimos años (un 86% desde comienzos de 2002) y la percepción de pérdida de competitividad que existe en gran parte del sector industrial (el 54% de los industriales cordobeses considera que la industria no es competitiva al tipo de cambio actual).

jueves, 11 de noviembre de 2010

Economía en 5 minutos

Cerramos la semana hablando sobre inflación. Y ya que hablamos de inflación, el post viene con un inflación del 30%. La semana próxima volveremos a los 5 minutos habituales.

La inflación y una realidad que se repite

La siguiente es una columna de opinión que publiqué en la Voz del Interior el 9 de marzo de 2008. A tal punto la realidad argentina de los últimos años se repite de manera asombrosa, que a aquella columna de hace más de dos años y medio la podría haber escrito hoy sin cambiarle una sola coma. Señal de que muchas cosas no han cambiado desde ese entonces.
La inflación y una realidad que se repite
En La Invención de Morel, la novela de Adolfo Bioy Casares que Jorge Luis Borges prologó atribuyéndole una trama perfecta, el protagonista cree presenciar una realidad que se repite de manera asombrosamente idéntica, hasta que descubre que se trata de un solo conjunto de hechos proyectados de manera virtual una y otra vez por la maquinaria creada por Morel. En la Argentina de 2008 presenciamos una realidad que efectivamente se repite de manera asombrosamente idéntica.

El comercio a dos velocidades

Ayer diserté en el seminario organizado por la Cámara de Comercio de Córdoba y la Cámara Argentina de Comercio. Acá se puede bajar mi presentación “Evolución de la actividad comercial en Córdoba”.
Entre otras cosas, en esta presentación planteo que, viendo la actividad comercial desde el punto de vista macroeconómico, se siguen observando altas tasas de crecimiento pero, viéndola más de cerca, es claro que los distintos comercios van a velocidades diferentes: los que venden bienes durables por un lado (por ejemplo, motos +70%, autos +40%, electrodomésticos + 12%) y los que venden bienes no durables por otro (alimentos y bebidas +5%).
Esto es consecuencia de que quienes tienen capacidad de compra y de endeudamiento están en general tratando de protegerse frente a la inflación comprando bienes durables. Y de que los ingresos también se mueven a dos velocidades: los empleados del sector privado en blanco ganándole unos puntos a la inflación y los empleados del sector privado en negro, y del sector público, perdiendo algunos puntos frente a la inflación. Y esto implica que los bienes con más peso en la canasta de consumo de los trabajadores de menores ingresos (básicamente alimentos y bebidas) crezcan menos que el resto.
Esto explica por qué, a pesar de la fuerte recuperación del consumo y la actividad comercial durante lo que va del año, los comercios de la provincia de Córdoba se dividen casi en partes iguales según qué está ocurriendo con sus volúmenes de ventas: 34.5% con más volumen que un año atrás, 29% con igual volumen y 32.5% con menor volumen. Comercios de bienes durables creciendo más que comercios de bienes no durables; comercios con público de nivel socioeconómico medio y alto creciendo más que comercios con público de niveles socioeconómico bajos.
¿Qué puede pasar durante 2011? Seguramente más de lo mismo: crecimiento de la actividad económica (más moderado que este año), inflación elevada, salarios siguiéndole el ritmo a la inflación (en promedio), diferentes velocidades en los ingresos y en el consumo y la actividad comercial.

martes, 9 de noviembre de 2010

Dos visiones equivocadas sobre la inflación

Cada vez que se profundiza el debate sobre las causas de la inflación, el gobierno y muchos economistas plantean dos visiones equivocadas sobre sus causas y, por lo tanto, sugieren medicinas equivocadas.
La primera visión equivocada es que la inflación se debe a la existencia de “grupos concentrados” de la economía, esto es, sectores con poca competencia dominados por pocos oferentes. Esto no es correcto por varios motivos. Desde el punto de vista conceptual, la existencia de mercados poco competitivos puede explicar por qué los precios en esos mercados son más altos de lo que serían si existiera más competencia, pero no puede explicar por qué los precios suben sistemáticamente. En el caso de extremo de un mercado dominado por un solo oferente (un monopolio), no existe motivo para aumentar permanentemente los precios a menos que la demanda o los costos estén aumentando constantemente, situación que ocurre justamente cuando hay inflación. En pocas palabras, un monopolista puede subir los precios en respuesta a un proceso inflacionario, pero no le convendrá subirlos permanentemente en ausencia de inflación.
Y desde un punto de vista fáctico, la explicación de la actual inflación como consecuencia de grupos concentrados implicaría que Argentina tiene una concentración de mercados mucho mayor que el resto del mundo (mientras nosotros tenemos una inflación del 25% anual, el resto del mundo tiene una inflación de un dígito) y que la concentración económica se incrementó sustancialmente durante las gestiones K (la inflación fue de sólo el 3.7% en 2003). No existe evidencia que corrobore tales incrementos de concentración económica. Corolario: no se combate la inflación desde la Secretaría de Comercio.
La segunda visión equivocada es que la inflación se soluciona con mayores inversiones. El argumento es: si hay inflación, es porque la demanda de bienes aumenta más que la oferta de bienes, ajustándose la diferencia con inflación. Por lo tanto, sigue el argumento, puede combatirse la inflación aumentando la oferta de bienes a través de mayores inversiones. El argumento parece razonable pero falla por, al menos dos motivos. Desde el punto de vista conceptual, las inversiones son primero más demanda (las empresas que invierten demandan más maquinarias, herramientas, computadoras, edificios, etc) y recién luego de que dichas inversiones maduran, se convierten en mayor oferta de bienes. Hasta que aumenta la oferta, la inversión aumenta la demanda, agravando y no aminorando el problema.
Y desde un punto de vista más simple, los órdenes de magnitud involucrados hacen evidente la falacia del argumento. Con una inflación del 25% como la actual, la demanda de bienes tiene que estar incrementándose 25 puntos porcentuales por encima del incremento de la oferta de bienes. Es imposible cerrar esta brecha con mayor producción. No hay inversión que permita que, creciendo al 7% anual con una inflación del 25% anual, pasemos a crecer al 32% anual para cerrar la brecha entre demanda y oferta de bienes. Es simplemente un disparate argumentar que una inflación del 25% anual se elimina aumentando la oferta de bienes.
Deberíamos dejar de perder el tiempo con argumentos equivocados sobre las causas de la inflación. Cuando en Chile, Brasil o Uruguay sube la inflación, los gobiernos no hablan de grupos concentrados ni de estimular la inversión (a esto último hay que hacerlo, pero por otros motivos), sino que se ocupan de calibrar las políticas macroeconómicas para operar sobre los verdaderos motores inflacionarios (ver “Por qué tenemos inflación”).

Por qué tenemos inflación

Este año cerraremos con una inflación de alrededor del 25% (ver “Un poco de aritmética inflacionaria”). No es producto de la existencia de “sectores concentrados” de la economía, ni de formadores de precios irresponsables, ni de falta de inversión (aunque es cierto que necesitamos más inversión). Es consecuencia de la política económica de los últimos 5 años.
Como expliqué en un post anterior (ver “Cómo evitar la maldición de la soja”), un país puede intentar evitar una apreciación de su moneda ante una fuerte entrada de dólares (en Argentina, en los últimos años, por tipo de cambio alto combinado con altos precios de las materias primas) comprando dólares con superávit fiscal (la forma más efectiva) o comprando dólares con emisión monetaria (la forma menos efectiva, ya que genera inflación). El Gobierno Nacional decidió esta última alternativa. Por eso tenemos inflación.
Es cierto que en realidad esta misma política fue seguida durante 2003 y 2004 sin generar inflación, pero el contexto era distinto. Luego de la crisis financiera de 2001 y 2002, aumentó la demanda de dinero durante 2003 y 2004, con lo cual el BCRA podía comprar muchos dólares emitiendo pesos sin generar inflación ya que estos pesos eran demandados por el mercado. Calzada la oferta de dinero con su demanda, no había desequilibrio monetario que se ajustara con inflación. Desde 2005 la demanda de dinero comenzó a crecer a un ritmo más bajo, acompañando el ritmo de crecimiento de la actividad económica, con lo cual la misma política de emisión monetaria para comprar dólares y sostener el tipo de cambio pasó a generar un exceso de oferta de dinero, que se ajustó con inflación.
Y desde 2010 se agregó otra causa de emisión monetaria: la emisión para transferir fondos del BCRA al Tesoro, bajo la forma de transferencias de utilidades del BCRA. Esta emisión de dinero, que en los últimos 12 meses hasta el 29 de octubre implicó un aumento del 30% en la Base Monetaria (los pesos en circulación más las reservas de los bancos en el BCRA) y del 27.9% en el agregado monetario M2 (la Base Monetaria más los depósitos en pesos a la vista y en caja de ahorro), explica porqué los precios subieron 25.7% en igual periodo. Es la consecuencia de un mix de política económica (políticas cambiaria, monetaria y fiscal) que genera inflación.
Una política anti-inflacionaria exitosa requiere desacelerar estos motores inflacionarios (además de coordinar expectativas y generar acuerdos de precios y salarios que acompañen la desaceleración, para que la actividad económica no sufra el impacto), algo que difícilmente esté en la agenda del Gobierno Nacional. No deberíamos esperar por lo tanto menor inflación durante 2011.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Economía en 5 minutos

Para cerrar la semana, comentarios sobre economía en 5 minutos.

El pronóstico inflacionario de Roubini

La semana pasada, el gurú económico del momento, Nouriel Roubini, estuvo en Argentina y habló de una inflación “desenfrenada”. Es cierto que la inflación actual es muy elevada (ya se está acercando al 25% anual, ver “Un poco de aritmética inflacionaria”), y que esto nos quita competitividad mientras tengamos planchado el tipo de cambio, pero creo que es apresurado hablar de inflación desenfrenada.
Me puse a analizar los datos de inflación argentina desde 1943 hasta la actualidad y encontré algunas cosas interesantes. Desde 1943 hubo 10 ocasiones en las cuales la inflación perforó el 30% interanual. En uno de esos episodios, pasó muchísimo tiempo hasta que la inflación volvió a estar por debajo del 30%: en octubre de 1974 alcanzó 30.2% y a partir de ahí no bajó más (hiperinflaciones de por medio) hasta abril de 1992, cuando bajó al 25%. Es decir, una vez que la inflación cruzó el umbral del 30%, tardó 330 meses en cruzarlo nuevamente hacia abajo.
De los restantes 9 episodios, sólo en tres la inflación permaneció por encima del 30% durante más de un año: entre abril de 1951 y agosto de 1952 (16 meses), entre julio de 1958 y mayo de 1960 (22 meses) y entre mayo de 1971 y enero de 1974 (32 meses). Los restantes 6 episodios duraron un año o menos: abril de 1949 a marzo de 1950 (11 meses), agosto a diciembre de 1957 (4 meses), septiembre de 1962 a mayo de 1963 (8 meses), julio de 1965 a julio de 1966 (12 meses), julio a diciembre de 1967 (5 meses) y julio de 2002 a abril de 2003 (9 meses).
Estos números muestran que de 10 episodios en más de 60 años en los cuales se perforó el 30% anual de inflación, en sólo uno de ellos la inflación se descontroló, en 3 de ellos la inflación permaneció alta por más de un año y en 6 de ellos la inflación volvió rápidamente a estar por debajo del 30%.
Un análisis un poco más sofisticado (sólo un poco) muestra que en Argentina, cuando la inflación se encuentra en el rango de entre el 30% y el 50% anual, tiende a ser menos volátil (más estable) que cuando es menor al 30% o mayor al 50%. Y también muestra que en ese rango del 30% al 50%, la probabilidad de que luego de 12 meses la inflación se haya acelerado es de sólo un 32%, frente a más del 50% cuando la inflación está fuera de ese rango de 30% a 50%.
Estos datos no se condicen con una muy conocida hipótesis que postuló el economista Milton Friedman (Premio Nobel de Economía 1976, y padre de la denominada “Escuela Monetarista” de economía), según la cual cuanto mayor es la inflación, más volátil es. De todos modos, no todas las investigaciones encuentran evidencia consistente con esta hipótesis, y creo que difícilmente puedan hacerlo en el caso de Argentina (estuve viendo los mismos datos para Chile y Brasil, y muestran cosas parecidas, aunque Chile nunca tuvo una inflación mayor al 40% en los últimos 30 años).
¿Qué puede significar todo esto? Que si bien estamos con un problema serio de inflación, seguramente es apresurado hablar de inflación descontrolada, ya que la evidencia nos indica que en general tiende a haber cierta estabilidad en inflaciones como la que tenemos ahora. Pero también significa que si nos descuidamos y sobrepasamos el 50% anual (ahora parece lejano, ¡pero desde 1943 nos pasamos el 36% del tiempo con inflación mayor al 50%!), corremos riesgo de que ahí sí se cumpla el pronóstico de Roubini.

martes, 2 de noviembre de 2010

Cómo sigue la economía sin Kirchner

El mismo día de la muerte de Kirchner (ver “El efecto económico de la muerte de Kirchner”) y al día siguiente (ver “Economía en 5 minutos”) formulé mis primeras hipótesis acerca de qué ocurriría con la economía en ausencia de Kirchner. Casi una semana después, reordeno aquellas ideas, a la luz de los movimientos que se fueron sucediendo:
1.- La economía no se detendrá. En ambos posts argumenté que el favorable contexto internacional haría muy difícil que la actual recuperación se frenara por la mayor incertidumbre política. Sigo pensando lo mismo. Si bien en agosto comenzó una etapa con más riesgo de desaceleración (ver “Se acabó la parte fácil de la recuperación económica”), el contexto internacional es muy favorable, lo que explica la gran cantidad de indicadores positivos que se han publicado en las últimas horas (los últimos, el 28% de crecimiento interanual en la venta de autos y 38.9% de crecimiento interanual en la recaudación del impuesto al cheque).
2.- El rumbo económico seguirá siendo el mismo. En el segundo post argumenté que el escenario más probable es uno de continuidad. La manifestación de ayer de Cristina en el sentido de que seguirá el legado de Kirchner confirma aquella hipótesis, al igual que la defensa del modelo K que hizo hoy en el acto en Córdoba. Muy difícil que quiera cambiar el rumbo, cuando siente que eso sería traicionar la memoria de su esposo y que parte del pueblo le acaba de dar la razón (también lo dijo hoy en Córdoba).
3.- El gobierno pierde capacidad de gestión económica. El gobierno estaba acostumbrado a una centralización extrema de las decisiones económicas. Sin Kirchner, el gobierno necesita varias personas para reemplazarlo. Creo que esto le quita capacidad de gestión, pero también le quita capacidad para sorprender con medidas audaces con beneficios a corto plazo pero potenciales impactos negativos a mediano y largo plazo. Para ponerlo en términos simples, sin Kirchner es más difícil que se ejecuten medidas audaces y sorpresivas como lo fueron en su momento la estatización de los fondos de las AFJP o el pago en efectivo al FMI con reservas del BCRA. Sigo pensando que esto mejora, aunque sea levemente, las perspectivas económicas.
4.- El gobierno no va a instrumentar una política anti-inflacionaria. No tiene ningún incentivo para hacerlo, cuando sigue sacando rédito de la inflación (“infla” la recaudación), cuando está en vísperas de un año electoral y cuando lo que denomina “el ajuste” no está dentro del modelo K al cual dará continuidad.
5.- Pero tampoco va a “pisar más el acelerador”. Aunque no instrumente una política anti-inflacionaria, creo que la fuerte mejora de imagen que está teniendo CFK hace que para llegar bien posicionada a las elecciones necesite “pisar el acelerador” de la economía menos de lo que habría necesitado NK. Esto no implica menos inflación que ahora, pero sí menos riesgo de que se acelere mucho por sobre los niveles actuales. Para que no queden dudas: no estoy diciendo que la inflación bajará (no creo que eso ocurra), sino que hay menos riesgo de que se acelere aún más. Habrá que esperar el Programa Monetario que presentará el mes próximo Marcó del Pont.
6.- La puja salarial estará contenida. Es probable que por muchos meses Moyano no tenga mucho margen para jugar muy fuerte contra una CFK con mejor imagen y más apoyos políticos. Si esto es así, podemos llegar a las elecciones con una puja salarial relativamente contenida, lo que permitiría mantener la inflación en los niveles actuales, o levemente por encima de los niveles actuales.
7.- Por todo esto sigo pensando, como el día posterior a la muerte de Kirchner, que los escenarios posibles son:
a.- Giro hacia la ortodoxia. Política anti-inflacionaria, mayor libertad en los mercados, retiro gradual de subsidios, señales pro-mercado, acuerdos con Club de Paris y con FMI (sólo para permitir las revisiones del denominado “artículo IV”). Muy baja probabilidad (digamos 5%).
b.- Profundización de la política K. Políticas monetarias y fiscales muy expansivas (inflacionarias), mayor intervención en los mercados, enfrentamiento con el sector empresario, puja de salarios descontrolada, medidas audaces y sorpresivas, como nacionalizaciones de empresas. Baja probabilidad, pero mayor que en el escenario anterior (digamos, 25%).
c.- Continuidad sin profundización. Sin política anti-inflacionaria, pero tampoco aceleración descontrolada de las políticas monetarias y fiscales. Sin nuevos avances sobre los mercados, pero sin retirar subsidios ni intervenciones. Enfrentamiento moderado con sectores empresarios. Puja de salarios compatible con la inflación actual. Muy alta probabilidad (digamos, 70%).
Con estos escenarios, los dos principales problemas durante 2011 serán la inflación y la pérdida de competitividad cambiaria.
Veamos cómo se desarrollan los acontecimientos en las próximas semanas, para revisar nuevamente estos escenarios.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Se acabó la parte fácil de la recuperación económica

En agosto ocurrió un hecho importante: recuperamos el nivel de actividad económica previo a la recesión. Esto tiene una consecuencia importante: se acabó la parte fácil de la recuperación. Tan fácil es recuperar nivel de actividad luego de una recesión que en los últimos 40 años de historia económica argentina, de 11 recesiones sólo en una de ellas la recuperación se revirtió antes de recuperar el nivel previo al inicio de la recesión.
Ahora entramos en la etapa difícil, ya que pasamos de la etapa de recuperación a la etapa de crecimiento. A partir de ahora empieza a ser más importante invertir para aumentar capacidad productiva que aumentar la utilización de la capacidad productiva existente. A partir de ahora aumenta el riesgo de perder el impulso de la actividad económica. Por eso hay que comenzar a mirar “con lupa” los datos existentes, para tratar de detectar cualquier señal de freno en la economía.
Mirando “con lupa” los datos disponibles, es posible ver una señal negativa y dos positivas:
1.- El Índice General de Actividad (índice elaborado por Orlando Ferreres, sustituto del Estimador Mensual de Actividad que elabora INDEC) creció durante el tercer trimestre sólo un 0.5%, luego de crecer 3.3% en el primer trimestre y 3.6% en el segundo. Primera señal de alerta, aunque es importante tener en cuenta que el tercer trimestre incluye el mes de julio, cuando la producción cayó por problemas energéticos que impactaron sobre la industria.
2.- La recaudación de impuestos vinculados a la actividad económica, como el impuesto al cheque y el IVA, creció más durante el tercer trimestre que durante los dos trimestres previos (descontando el efecto de la inflación y ajustando por efectos estacionales, esto es, teniendo en cuenta que la recaudación se mueve al interior del año de acuerdo con cuestiones propias de cada mes). Es difícil que crezca la recaudación de estos impuestos si la actividad económica no está creciendo. Se trata de un dato positivo, pero contradictorio con el anterior.
3.- El Índice Líder de Actividad Económica que elabora la Universidad Torcuato Di Tella ha mostrado una tendencia creciente durante todo el año hasta agosto, último dato disponible. Un índice líder es una estadística construida promediando una serie de variables económicas que tienden a anticiparse a lo que ocurrirá con la actividad económica. Cuando deja de crecer y comienza a caer, es un indicador de que es altamente probable que la economía entre en una recesión en los meses siguientes. No es lo que está ocurriendo ahora; por el contrario, al continuar subiendo indica que es poco probable que la actividad económica se frene o comience a caer.
En el balance de estas señales positivas y negativas, creo que todavía estamos lejos de una reversión del actual ciclo expansivo de la economía, y por eso seguimos viendo números como los que publicó el INDEC hace pocas horas (31.5% de aumento interanual de ventas de supermercados en septiembre; 29.4% en el caso de las ventas de shoppings, en ambos casos crecimientos mayores que la inflación), o el dato de aumento del volumen de ventas minoristas publicado por CAME (+4.1% interanual en septiembre). Pero tendremos que acostumbrarnos a mirar estos datos con lupa, ya que en agosto se terminó la parte fácil de la recuperación económica.