Un blog de economía para no economistas

"Ojalá te toque vivir tiempos interesantes", reza una maldición china. Los argentinos sufrimos la maldición de vivir en una economía "interesante". Por eso tenemos que saber más de economía que en otros países.

Para enfrentar la maldición de vivir en una economía "interesante", en este blog encontrarás comentarios, análisis y estadísticas sobre la economía argentina, sin jerga económica innecesaria ni tecnicismos, con rigurosidad analítica pero simpleza en la exposición.

martes, 9 de noviembre de 2010

Dos visiones equivocadas sobre la inflación

Cada vez que se profundiza el debate sobre las causas de la inflación, el gobierno y muchos economistas plantean dos visiones equivocadas sobre sus causas y, por lo tanto, sugieren medicinas equivocadas.
La primera visión equivocada es que la inflación se debe a la existencia de “grupos concentrados” de la economía, esto es, sectores con poca competencia dominados por pocos oferentes. Esto no es correcto por varios motivos. Desde el punto de vista conceptual, la existencia de mercados poco competitivos puede explicar por qué los precios en esos mercados son más altos de lo que serían si existiera más competencia, pero no puede explicar por qué los precios suben sistemáticamente. En el caso de extremo de un mercado dominado por un solo oferente (un monopolio), no existe motivo para aumentar permanentemente los precios a menos que la demanda o los costos estén aumentando constantemente, situación que ocurre justamente cuando hay inflación. En pocas palabras, un monopolista puede subir los precios en respuesta a un proceso inflacionario, pero no le convendrá subirlos permanentemente en ausencia de inflación.
Y desde un punto de vista fáctico, la explicación de la actual inflación como consecuencia de grupos concentrados implicaría que Argentina tiene una concentración de mercados mucho mayor que el resto del mundo (mientras nosotros tenemos una inflación del 25% anual, el resto del mundo tiene una inflación de un dígito) y que la concentración económica se incrementó sustancialmente durante las gestiones K (la inflación fue de sólo el 3.7% en 2003). No existe evidencia que corrobore tales incrementos de concentración económica. Corolario: no se combate la inflación desde la Secretaría de Comercio.
La segunda visión equivocada es que la inflación se soluciona con mayores inversiones. El argumento es: si hay inflación, es porque la demanda de bienes aumenta más que la oferta de bienes, ajustándose la diferencia con inflación. Por lo tanto, sigue el argumento, puede combatirse la inflación aumentando la oferta de bienes a través de mayores inversiones. El argumento parece razonable pero falla por, al menos dos motivos. Desde el punto de vista conceptual, las inversiones son primero más demanda (las empresas que invierten demandan más maquinarias, herramientas, computadoras, edificios, etc) y recién luego de que dichas inversiones maduran, se convierten en mayor oferta de bienes. Hasta que aumenta la oferta, la inversión aumenta la demanda, agravando y no aminorando el problema.
Y desde un punto de vista más simple, los órdenes de magnitud involucrados hacen evidente la falacia del argumento. Con una inflación del 25% como la actual, la demanda de bienes tiene que estar incrementándose 25 puntos porcentuales por encima del incremento de la oferta de bienes. Es imposible cerrar esta brecha con mayor producción. No hay inversión que permita que, creciendo al 7% anual con una inflación del 25% anual, pasemos a crecer al 32% anual para cerrar la brecha entre demanda y oferta de bienes. Es simplemente un disparate argumentar que una inflación del 25% anual se elimina aumentando la oferta de bienes.
Deberíamos dejar de perder el tiempo con argumentos equivocados sobre las causas de la inflación. Cuando en Chile, Brasil o Uruguay sube la inflación, los gobiernos no hablan de grupos concentrados ni de estimular la inversión (a esto último hay que hacerlo, pero por otros motivos), sino que se ocupan de calibrar las políticas macroeconómicas para operar sobre los verdaderos motores inflacionarios (ver “Por qué tenemos inflación”).

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