Un blog de economía para no economistas

"Ojalá te toque vivir tiempos interesantes", reza una maldición china. Los argentinos sufrimos la maldición de vivir en una economía "interesante". Por eso tenemos que saber más de economía que en otros países.

Para enfrentar la maldición de vivir en una economía "interesante", en este blog encontrarás comentarios, análisis y estadísticas sobre la economía argentina, sin jerga económica innecesaria ni tecnicismos, con rigurosidad analítica pero simpleza en la exposición.

jueves, 11 de noviembre de 2010

La inflación y una realidad que se repite

La siguiente es una columna de opinión que publiqué en la Voz del Interior el 9 de marzo de 2008. A tal punto la realidad argentina de los últimos años se repite de manera asombrosa, que a aquella columna de hace más de dos años y medio la podría haber escrito hoy sin cambiarle una sola coma. Señal de que muchas cosas no han cambiado desde ese entonces.
La inflación y una realidad que se repite
En La Invención de Morel, la novela de Adolfo Bioy Casares que Jorge Luis Borges prologó atribuyéndole una trama perfecta, el protagonista cree presenciar una realidad que se repite de manera asombrosamente idéntica, hasta que descubre que se trata de un solo conjunto de hechos proyectados de manera virtual una y otra vez por la maquinaria creada por Morel. En la Argentina de 2008 presenciamos una realidad que efectivamente se repite de manera asombrosamente idéntica.

Hace pocos días, Guillermo Moreno, el secretario de Comercio Interior, anunció un nuevo mecanismo antiinflacionario basado en el control de costos de empresas. En abril de 2006, Moreno repetía hasta el cansancio "esto no es control de precios, sino control de costos", refiriéndose a la nueva política instrumentada por el Gobierno nacional. La realidad repetida de manera asombrosa, como en la trama perfecta que refiere Borges.
Pero qué ocurrió luego de aquel intento de dos años atrás: como política anti-inflacionaria, el fracaso fue tan rotundo que condujo a la decisión de intervenir el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) de tal manera que el indicador de inflación no reflejara lo que estaba ocurriendo. Un análisis un poco más riguroso complementaría esto explicando la causa de ese fracaso: el intento de curar la fiebre con la medicina equivocada. La inflación, como fenómeno de índole macroeconómica, se reduce con la aplicación, en las dosis adecuadas, de medicina macroeconómica (políticas monetarias, cambiarias y fiscales), pero no ante la aplicación, en cualquier dosis, de medicina microeconómica, como son los controles de precios a nivel de empresas o, utilizando eufemismos como el control de costos.
Esta medicina equivocada está acompañada de efectos secundarios negativos sobre la salud de la economía. Los controles de precios generan terreno fértil para otras dolencias, ya que permiten el abuso de poder y la discrecionalidad de funcionarios que difícilmente puedan generar una estructura de precios más eficiente que la estructura de precios que puede generar el mercado. Esta medicina está contraindicada en pacientes con antecedentes de institucionalidad débil.
El punto a analizar para comprender qué puede ocurrir con la inflación es qué está haciendo el Banco Central y cuáles son las restricciones que enfrenta.
Hagamos un poco de historia: durante 2003 y 2004, con la gestión de Alfonso Prat Gay, el Banco Central estaba en el mejor de los mundos: podía emitir dinero aceleradamente para comprar dólares y mantener alto el tipo de cambio, ya que la economía requería más dinero porque los argentinos, como efecto colateral de la crisis bancaria, decidíamos manejarnos con más efectivo y utilizar menos medios de pago bancarios. Con demanda de dinero creciendo, la oferta de dinero también podía crecer fuerte sin generar desequilibrios monetarios e inflación.
Durante 2005 y 2006, al comienzo de la gestión de Martín Redrado, la situación ya era bien diferente: la economía se había monetizado lo suficiente, de tal manera que la demanda de dinero dejó de crecer a ritmo acelerado y comenzó a crecer al ritmo de la actividad. A mayor nivel de actividad, mayor necesidad de dinero para realizar transacciones. Esto hizo que, aun con menor ritmo de crecimiento de los agregados monetarios, se produjera un desequilibrio entre oferta y demanda de dinero, que se ajusta con inflación. Ya no le resultaba tan fácil al Central emitir para comprar dólares sin generar inflación. Y la emisión de títulos (Letras y Notas), que permitía absorber pesos, no era suficiente para eliminar la inflación.
En algún momento de 2007, la economía ingresó a un tercer período, en el cual la demanda de dinero comienza a caer. Esto es típico de procesos inflacionarios: cuando la inflación traspasa ciertos umbrales, los agentes económicos comienzan a desprenderse rápidamente del dinero. A igual ritmo de crecimiento de la oferta de dinero, una caída en la demanda de dinero implica un mayor desequilibrio monetario, lo que se ajusta con mayor inflación. Este fenómeno explica por qué, si el Central redujo la expansión de los agregados monetarios al entorno del 20 por ciento anual, la inflación está cerca del 25 por ciento anual, si la calculamos indirectamente a partir de la evolución de variables como la recaudación del IVA.
El ingreso a este período de caída de la demanda de dinero es un hecho sumamente relevante al que deberíamos prestar atención, ya que implica que la tarea del Banco Central se complica. Frente al anuncio de menor ritmo de expansión de los agregados monetarios que formuló Martín Redrado en diciembre, una buena noticia para quienes estamos preocupados por los niveles de inflación, la hipótesis de que la demanda de dinero está cayendo es una mala noticia porque implica que, aun cuando el Central reduzca el ritmo de expansión monetaria como lo hizo en los últimos meses, la inflación puede continuar en los niveles actuales.
En este contexto, un industrial cordobés formuló una pregunta interesante, recordando la dinámica de 10 años atrás, que condujo a la devaluación brasileña de 1999: "¿Quién devaluará primero esta vez, Argentina o Brasil?"
Si el Central ha hecho un gran esfuerzo para sostener el tipo de cambio, en un contexto en el cual el dólar se deprecia en el mundo, y esto se complica porque el margen de acción es menor con una demanda de dinero en caída, o al menos estancada, las chances de Argentina para mover primero, son menores. Y si bien Brasil probablemente reciba un flujo de divisas que haga difícil depreciar el Real, esperemos que la realidad, 10 años después, no se repita de manera asombrosamente idéntica.
Link a la versión digital de “La inflación y una realidad que se repite”.
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