Un blog de economía para no economistas

"Ojalá te toque vivir tiempos interesantes", reza una maldición china. Los argentinos sufrimos la maldición de vivir en una economía "interesante". Por eso tenemos que saber más de economía que en otros países.

Para enfrentar la maldición de vivir en una economía "interesante", en este blog encontrarás comentarios, análisis y estadísticas sobre la economía argentina, sin jerga económica innecesaria ni tecnicismos, con rigurosidad analítica pero simpleza en la exposición.

martes, 25 de septiembre de 2012

Perspectivas de la industria metalúrgica cordobesa


Durante los últimos meses se produjo una leve mejora en las expectativas económicas de los industriales metalúrgicos cordobeses. Mientras la mitad consideraba hace cuatro meses que era muy probable o bastante probable una recesión durante este año, sólo el 35.4% considera actualmente que es muy probable o bastante probable una recesión durante el año próximo. Y si bien continúan siendo mayoría quienes esperan una mayor inflación el año próximo (55.8%), ese porcentaje era mayor hace cuatro meses (67.9%).

Pero estas mejores expectativas no están basadas en un mejor desempeño de las empresas metalúrgicas, ya que aumentó el porcentaje de empresas con reducción de su producción con relación a un año atrás (pasó de 23.3% en diciembre a 66% en mayo y 69.9% este mes), con reducción del empleo (16.5% en diciembre, 33% en mayo y 41.6% este mes) y con reducción de la rentabilidad (42.8% en diciembre, 72.4% en mayo y 79.6% este mes).

De todos modos, de los cuatro factores que venían impactando negativamente en el sector metalúrgico cordobés, dos comenzaron a revertirse (las dificultades para abastecerse de insumos importados y el deterioro de la cadena de pagos) y otro todavía no comenzó a revertirse, pero seguramente lo hará en los próximos meses (la actividad económica brasileña). El cuarto factor, en cambio, continúa impactando negativamente: la pérdida de competitividad cambiaria contra Brasil.

En efecto, el 69% de los metalúrgicos cordobeses considera que el sector no es competitivo al tipo de cambio actual, y entre quienes tienen esta opinión, el promedio de tipo de cambio considerado competitivo es de $ 5.86, un 26% por encima del tipo de cambio oficial actual, brecha que se ha agrandado en las últimas mediciones, como muestra el siguiente gráfico (hacé click en él para ampliarlo):



Este es claramente el mayor problema que enfrenta el sector, que corre riesgo de repetir la experiencia de 1999, cuando Argentina perdió competitividad cambiaria por efecto de la devaluación brasileña de enero de ese año, haciéndole muy difícil a la industria argentina seguirle el ritmo a la industria brasileña. Hoy la situación no es muy diferente, con perspectivas de crecimiento industrial en Brasil pero luego de una caída del 27% en la competitividad cambiaria de Argentina con relación a Brasil.

Y, si bien el Gobierno Nacional ha acelerado desde abril el ritmo de suba del tipo de cambio en el marco de su política de dólar administrado, todavía no ha alcanzado el ritmo suficiente de depreciación para cerrar la brecha entre la inflación argentina y la brasileña.

Más allá de esta cuestión a resolver para que la industria metalúrgica vuelva a tener perspectivas de fuerte crecimiento, hay algo más que deberíamos discutir: cómo hacer para industrializar el país, ya que los números oficiales de Cuentas Nacionales muestran que el peso de la industria en la economía es exactamente igual que hace ocho años (16.4% en 2003 y 16.3% en 2011) y menor que hace 20 años (18.3%). Luego de décadas de ir de un extremo (industrialización por sustitución de importaciones) al otro (libre mercado, o “no-política industrial”) sin “mover la aguja” de la industrialización, es claro que tenemos que pensar una estrategia diferente, tal vez en línea con los modernos enfoques de la política industrial, como planteé en varias oportunidades (ver posts “Política económica para un país industrial” y “El legado metalúrgico y el nuevo paradigma de política industrial”).

La presentación completa que hice hoy sobre estos temas en el almuerzo por el Día de la Industria organizado por la Cámara de Industriales Metalúrgicos y de Componentes de Córdoba:

CIMCC - Presentacion 2012 09 25 v2

La demanda de pesos, amortiguando la inflación

Más de un año después de que planteara que la demanda de pesos estaba aumentando, y esto amortiguaba la inflación (ver post “¿Querés saber cuál es el truco para emitir al 38% y tener una inflación de sólo el 23%?”), veo por primera vez un artículo que menciona esto, en El Cronista de hoy  (click aquí).

Sólo que creo que la mayor demanda de pesos puede continuar, como argumenté hace un mes en el post Por qué, con una emisión de pesos del 35% anual, no aumenta la inflación”.

En próximos posts seguiremos con este tema, clave para analizar lo que puede ocurrir con la inflación.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Presentación en la Feria del Libro Córdoba 2012


Ayer presenté mi libro Macroeconomía para No Economistas – Cómo sobrevivir en una economía interesante, de Editorial EDICON, en la Feria del Libro Córdoba 2012.

A continuación, un extracto de mi exposición.

lunes, 17 de septiembre de 2012

La paradoja de la estabilidad inflacionaria


En economía suele utilizarse la palabra estabilidad para referir períodos con estabilidad de precios. De ahí que se denominen “planes de estabilización” a los planes económicos destinados a eliminar la inflación. “Estabilidad inflacionaria” sería entonces un oxímoron.

La contradicción de las dos palabras es más marcada aún si se tiene en cuenta la hipótesis que planteó hace mucho tiempo Milton Friedman, el “padre” del Monetarismo: la volatilidad de la inflación es mayor cuanto mayor es su nivel. Es decir, a mayor inflación, mayor inestabilidad inflacionaria. Axel Leijonhufvud, economista sueco de pensamiento keynesiano, en las antípodas de Friedman, planteó alguna vez algo similar: una inflación estable en un nivel alto (digamos, 25% anual) requiere la misma disciplina monetaria que una inflación estable en un nivel bajo (digamos, 5% anual), pero un banco central con una inflación elevada ya ha demostrado que no tiene disciplina monetaria (por eso genera una alta inflación) y, por lo tanto, difícilmente logre mantenerla estable. En el pensamiento de Leijonhufvud tampoco puede haber estabilidad inflacionaria. Argentina está demostrando que tanto Friedman como Leijonhufvud  pueden estar equivocados.

En efecto, la inflación en Argentina ha sido durante los últimos dos años sumamente estable. Y esto no parece ser casualidad. Como ya planteé en otra oportunidad (ver el post “El pronóstico inflacionario de Roubini”), en 70 años de historia económica argentina, hubo diez episodios en los cuales se cruzó el umbral del 30% anual de inflación, y en sólo uno de ellos la inflación se desbocó; de los restantes 9, en sólo 3 la inflación estuvo por encima del 30% durante más de un año. Probablemente esta “estabilidad” de la inflación se deba a que en estos niveles elevados, comienzan a jugar un papel importante los factores que generan “inercia inflacionaria”: si todo el mundo cree que la inflación será del 25% anual, todo el mundo intentará ajustar contratos y salarios por el 25%, y por lo tanto la inflación tenderá a ser del 25%.

En estas semanas, mucho se ha hablado de inflación, y de su posible aceleración dada la fuerte emisión monetaria que se viene produciendo. La realidad es que la inflación continúa presentando una estabilidad muy marcada. El gráfico siguiente lo muestra claramente: la línea roja muestra la inflación mensual entre enero y julio de 2012, mientras que la línea negra muestra la inflación mensual entre enero y julio de 2011, en ambos casos utilizando la estadística de precios elaborada por la Dirección de Estadísticas de la Provincia de San Luis. Ambas líneas son notablemente parecidas.



Que la inflación sea estable no significa que no sea un problema, aunque por supuesto sería un problema mayor aun si mostrara alta inestabilidad y, por lo tanto, alto riesgo de descontrol. Esta estabilidad no es casual, ya que sostengo tiene que ver con lo que detallé en el post “Los tres efectos monetarios que favorecen al Gobierno Nacional”.

Y hablar de que la inflación está estable no significa que sea baja. El propio Gobierno Nacional lo reconoce (indirectamente) cuando decide aumentos de salarios mínimos o de Asignación Universal por Hijo en torno al 25% anual. Aunque el FMI haga de cuenta que no vio nada. 


viernes, 14 de septiembre de 2012

Macroeconomía para No Economistas


¿Por qué la emisión monetaria es de casi el 40% anual y la inflación de “sólo” el 25% anual? ¿Es posible que la pesificación forzada de la economía aumente la demanda de pesos y reduzca el impacto inflacionario de la emisión monetaria? ¿Es posible que emitiendo sólo billetes de $ 100, inadvertidamente haya aumentado la demanda transaccional de pesos?

¿Por qué aunque Brasil recupere su crecimiento, a la industria argentina puede costarle más su recuperación? ¿Cómo juega el atraso cambiario en las perspectivas de la industria argentina?

¿Es posible crecer sostenidamente mediante políticas de impulso a la demanda agregada y el mercado interno? ¿Son otros los factores que impulsan el crecimiento sostenido?

¿Es cierto que para reducir la inflación hay que frenar o “enfriar” la economía? ¿Es posible bajar la inflación creciendo al mismo tiempo? ¿Es cierto que puede reducirse una inflación del 25% anual impulsando las inversiones? ¿Son los “grupos concentrados” de la economía los que generan inflación en Argentina? ¿Y las pujas salariales? ¿Qué rol juegan en la inflación? ¿Qué fenómenos tienen que producirse para llegar a una hiperinflación?

¿Por qué Argentina vive de crisis en crisis? ¿Qué factores generan las crisis económicas? ¿Es cierto que “la solución argentina” es la medicina adecuada para la crisis europea? ¿Por qué los economistas tienen una tendencia a pronosticar más crisis económicas de las que finalmente se producen?

Las respuestas a todas estas preguntas, y a muchas más, en el libro Macroeconomía para No Economistas – Cómo sobrevivir en una economía interesante, de Editorial EDICON del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que presentaré en la Feria del Libro Córdoba el próximo martes 18 de septiembre a las 18hs en la sala 2 del Cabildo Histórico.

De paso, hablaremos sobre cómo es posible analizar la economía con la máxima rigurosidad, para que les sirva a quienes tienen que tomar decisiones en una economía tan particular como lo es la economía argentina, pero al mismo tiempo comunicándolo de la manera más simple posible, para que el análisis llegue a quienes lo necesitan, sin tener que convertirse en economistas.


martes, 11 de septiembre de 2012

Fuerte caída en las ventas de departamentos


Existe una percepción generalizada entre desarrollistas e inmobiliarios acerca de que las ventas de inmuebles han caído más en la ciudad de Buenos Aires que en ciudades del interior como Córdoba. Los datos muestran, en cambio, que la caída en Córdoba ha sido similar a la registrada en Buenos Aires.

El siguiente gráfico lo refleja claramente. Las ventas de departamentos en la ciudad de Córdoba (línea negra) y las ventas de inmuebles en la ciudad de Buenos Aires (línea roja) se han movido de manera casi idéntica, en ambos casos con niveles, durante el periodo abril a julio de este año, entre un 21% y un 22% por debajo de los niveles registrados un año atrás.


La diferente percepción probablemente se deba a que en Córdoba son importantes operaciones inmobiliarias irrelevantes en Buenos Aires, que han tenido un desempeño diferente a las tradicionales ventas de departamentos al contado o con financiaciones cortas. Ellas son las ventas de lotes, que subieron fuertemente entre septiembre del año pasado y marzo de este año (aunque luego cayeron entre abril y julio, en coincidencia con la profundización de la pesificación forzada de la economía) y las ventas de viviendas financiadas, que aumentaron fuertemente durante el último año, aunque con marcados altibajos que dependen del momento en que se lanzan nuevos proyectos financiados o en que esos proyectos maduran y dejan de producir nuevas ventas (aunque mantengan luego el flujo de cuotas).

En una economía que (a) continuará siendo volátil y riesgosa, (b) continuará sin resolver el problema del acceso a la vivienda de la clase media, (c) redujo las posibilidades de preservación de valor a través de la compra de dólares, las perspectivas del sector inmobiliario son buenas, aunque probablemente falten algunos meses para revertir la caída de ventas de este año, mientras desarrollistas, inversores y compradores finales terminan de “digerir” los bruscos y rápidos cambios de reglas de juego vinculadas a la compra de dólares.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Los números oficiales de la industrialización argentina


Para continuar con el debate acerca de si hubo o no industrialización en estos años, los números que deberían sustentar ese debate, puestos de un modo bien sintético y claro:


Los datos oficiales publicados por el Ministerio de Economía muestran que el Producto Interno Bruto de la Industria Manufacturera fue de 41,952 millones de pesos en 2003 y de 74,962 millones de pesos en 2011, en ambos casos valuados a precios de 1993 (es decir, en ambos casos en términos reales, o de “volumen” de producción, sin distorsión por suba de precios). Esto implica un crecimiento acumulado del 78.7%, lo que equivale a un crecimiento anual promedio del 7.5% en el periodo.

Los mismos datos oficiales muestran que el Producto Interno Bruto total de la economía argentina aumentó de 256,023 millones de pesos en 2003 a 459,571 millones de pesos en 2011, nuevamente medidos a precios de 1993. Esto implica un crecimiento acumulado del 79.5%, equivalente a un crecimiento anual promedio del 7.6%.

De los datos anteriores se infiere que el Producto Interno Bruto de la Industria Manufacturera representó el 16.4% del PIB total en 2003 y el 16.3% del PIB total en 2011.

La industria creció en estos años, y mucho, pero no más que el resto de los sectores de la economía, y por eso no incrementó desde 2003 su importancia relativa dentro de la economía argentina.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Presentación en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires


A continuación, la presentación que hice el viernes 31 de Agosto en las VIII Jornadas de Jóvenes Profesionales del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Presentacion Encuentro Jovenes Profesionales 2012 08 31 v1

Los números de la industrialización argentina


En la edición de hoy de El Cronista, la Ministra de Industria de la Nación, Débora Giorgi, habla de la fuerte industrialización producida en Argentina desde 2003, refiriéndose al crecimiento que tuvo la producción industrial en estos años. Esta noche, en el acto oficial por el Día de la Industria en Tecnópolis, la Presidenta seguramente realizará menciones similares, repitiendo el error de confundir crecimiento de la industria con industrialización.

Según la Real Academia Española, la industrialización es “la acción y el efecto de industrializar”, e industrializar significa “dar predominio a las industrias en la economía de un país”. Para hacer operativa esta definición deberíamos medir el “predominio” de la industria en la economía, lo que implica calcular el peso que la industria tiene y ha tenido en la producción total de la economía. Cuando hacemos esto, queda en evidencia que resulta difícil hablar de industrialización desde 2003 en adelante.

En efecto, utilizando los datos oficiales de la Dirección de Cuentas Nacionales, los mismos que utiliza la Sra. Giorgi y que seguramente utilizará la Sra. Presidenta, se obtiene una participación industrial del 16.4% en 2003 y del 16.3% en 2011. Exactamente la misma participación o, en términos de la definición de la Real Academia Española, el mismo “predominio” de la industria en la economía.

El siguiente gráfico muestra la evolución de este indicador, desde 1993 hasta 2011. No sólo la importancia de la industria en la economía es hoy la misma que en 2003, sino que además es inferior al nivel que tenía durante todo el periodo 1993-1998, en plena Convertibilidad, cuando se ubicó siempre por encima del 17%, y hasta por encima del 18% en 1993 y 1994.


Suele hablarse habitualmente, y lo menciona la Sra. Giorgi, del aumento de las exportaciones de manufacturas industriales, incluso como proporción del total de exportaciones. Lo que no menciona es que la proporción de exportaciones de bienes primarios también aumentó, y ambos aumentos se deben a que bajó la participación de las exportaciones de combustibles y energía, por motivos conocidos por todos en el marco de la discusión sobre el autoabastecimiento de combustibles. Lo que podríamos medir es cómo han sido aquellas exportaciones de manufacturas industriales con relación a la producción industrial. Esto se refleja en el siguiente gráfico.


Luego de la devaluación de 2002, claramente ha aumentado el volumen de las exportaciones industriales (tanto MOA: Manufacturas de Origen Agropecuario como MOI: Manufacturas de Origen Industrial) como porcentaje de la producción industrial, pero desde entonces no ha habido una tendencia creciente, con lo cual podríamos pensar que sólo la devaluación explica esta evolución. De todos modos, hay que tener en cuenta que en los últimos años se ha ido perdiendo el efecto de aquella devaluación sobre la competitividad cambiaria (justamente, es uno de los grandes problemas actuales de la industria), y sin embargo se han mantenido las exportaciones industriales con relación a la producción industrial. Es un punto a favor del argumento de industrialización, pero creo que insuficiente dada la evolución total de la industria.

Para cerrar este post, y esperar el discurso presidencial de esta noche, diría que los números desde 2003 muestran un fuerte crecimiento industrial, pero no un proceso de industrialización, a menos que inventemos una nueva acepción a esta palabra. Lo importante es que deberíamos estar debatiendo cuál es la mejor estrategia para industrializar el país, dado el fracaso que han mostrado los dos extremos, que se han sucedido en Argentina durante los últimos 80 años: las políticas proteccionistas de industrialización por sustitución de importaciones y la “no-política industrial” propia de los enfoques inclinados al libre funcionamiento de los mercados. Lamentablemente, creo que este debate continúa produciéndose en Argentina en torno a las mismas ideas que ya fracasaron en el desafío de industrializar el país.


Para profundizar en el análisis de las políticas apropiadas para industrializar el país, leé el post que escribí hace un año "Política económica para un país industrial", haciendo click aquí.