Hoy publicó el Puntal la siguiente entrevista que me hizo Luis Zegarra, sobre las perspectivas económicas para este año:
“La economía seguirá creciendo, pero quedan problemas sociales por resolver”
El economista Gastón Utrera cree que las perspectivas para la Argentina son muy buenas y estima otro año de crecimiento. No obstante, advierte que el modelo en vigencia tiene varias limitaciones, especialmente por un proceso inflacionario al cual favorece con sus medidas
Para el economista cordobés Gastón Utrera, en el 2011 los indicadores que miden la actividad económica del país continuarán en alza. Según estima, la economía crecerá entre el 5 y el 8 por ciento, aprovechando el arrastre estadístico de 2010 y un contexto internacional muy favorable. De igual manera, cree que la gestión de Cristina Kirchner continuará implementando una serie de medidas que alientan al consumo, equiparando los salarios con la inflación.
Pero precisamente el alza de los precios es uno de los problemas que el gobierno deberá afrontar, luego de varios años de políticas que la impulsan. Junto a ello, la devaluación de la moneda será otra de las decisiones a tomar para evitar la pérdida de competitividad. Claro está, tales ajustes, impopulares, no serán ejecutados hasta después de las elecciones presidenciales.
En diálogo con PUNTAL, el también empresario sostiene que muchos de los discursos oficialistas sobre los problemas económicos son “un disparate” y que pese a los indicadores positivos aún hay muchas demandas sociales irresueltas.
Entre el 5 y el 8 por ciento
Para Utrera, las perspectivas permiten pronosticar otro año de crecimiento económico, no ya superior al 8 por ciento, como ocurriese en 2010, sino en un rango entre el 5 y el 8 por ciento.
“Es muy difícil que la economía deje de crecer o entre en recesión durante 2011. Hay un contexto internacional extremadamente favorable, que mejoró desde septiembre, con subas importantes en los precios de las commodities, tasas de interés muy bajas y Brasil y China creciendo fuertemente. Hay que hacer las cosas muy mal para cortar el proceso de crecimiento. Además, el año arranca con un nivel de actividad lo suficientemente alto como para que, aún estancándose, cierre casi 3 por ciento arriba de 2010. Ese es el arrastre estadístico. Estamos en un nivel tal que, con sólo mantenerlo, ya el año va a terminar arriba del anterior. Para crecer menos del 3 por ciento la actividad económica tiene que caer durante el resto del año. Creciendo solo la mitad de lo que crecimos en 2010, el año cierra con 5 por ciento de crecimiento”, indica Utrera.
Y añade: “A este contexto se le agregan políticas fiscales y monetarias que van a ser expansivas en un año electoral. Eso le agrega combustible a la actividad económica”. Pese al panorama optimista, Utrera advierte la existencia de dos factores que podrían poner un freno al crecimiento, aunque con un impacto limitado, sin provocar una caída en la temida recesión.
“Por un lado, hay que atender la competitividad cambiaria. Con un dólar planchado de acá a las elecciones, y con inflación entre el 25 y el 30 por ciento, la pérdida de competitividad será importante. Al final de 2010 el tipo de cambio seguía siendo bastante bueno para el conjunto de la economía. Pero la foto que tendremos a fin de este año ya no será tan buena por efecto de la inflación. Y eso impacta negativamente en algunos sectores industriales que pierden competitividad”, explica.
“El segundo factor que tendrá un efecto negativo, aunque transitorio, es una eventual fuga de capitales o posicionamiento en dólares, que pueda ocurrir en los meses previos a la elección. Esto ya ocurrió en los meses previos a la elección de 2009, cuando hubo una fuerte salida de capitales por temor a que luego ocurriese una devaluación, algo que no era tan justificado. Ahora es más razonable que ocurra porque es más probable que después de la elección, este gobierno o el que le siga tenga que hacer algo con el tipo de cambio porque va a llegar con una pérdida de competitividad importante” concluye.
Las deudas del crecimiento
Como otras voces, Utrera remarca que el modelo político económico aplicado por el gobierno aún no ha realizado reformas profundas en la distribución de la riqueza pese a la seguidilla de años con crecimiento económico.
-En su blog ha escrito que en los últimos meses han quedado muy expuestos los límites del modelo económico que sostiene el Gobierno. ¿Cuáles son las deudas sociales que le señala?
-A pesar de disfrutar de un contexto internacional absolutamente excepcional tenemos un porcentaje alto de pobreza, entre el 20 y el 30 por ciento, dependiendo quién lo mida. En un contexto internacional tan favorable, que no logremos bajar a un dígito los niveles de pobreza, que tengamos tomas de tierras por falta de viviendas, que afrontemos problemas serios de educación y de salud, todo eso indica que estamos perdiendo oportunidades. Y si no podemos mejorar en esos aspectos sociales ahora, definitivamente no vamos a poder hacerlo si el contexto internacional deja de ser tan favorable. Hay toda una agenda de problemáticas sociales que vamos a tener que resolver y que no se pueden cambiar de un día para el otro.
-Desde lo discursivo, este gobierno asegura haber tomado medidas que apuntan a la redistribución del ingreso. Por caso, la asignación universal por hijo.
-Al contrario. No se sostiene el discurso de redistribución cuando estás dedicando entre 30 y 40 mil millones de pesos para subsidiar los consumos de clase media y alta, cuando subsidiás gas natural, mientras que el pobre paga garrafas carísimas. El discurso distribucionista tampoco se sostiene con una inflación del 25 por ciento anual. En buena hora que den subsidios en la forma de asignación universal, pero ese tipo de medidas sólo contrarrestan un problema de pobreza. Obviamente que peor sería no dar subsidios, pero no es la solución ideal. Lo óptimo es tomar medidas para no tener inflación y realizar reformas e inversiones que mejoren la salud, la educación, que aumenten las posibilidades de que la gente tenga empleo y de calidad.
Problema, sin colapso a la vista
En su descripción, el profesor universitario pone énfasis en la existencia de un problema serio que, sin llegar ser causal de pánico, deberá ser corregido por el Gobierno antes que sus consecuencias sean aún más perjudiciales: la inflación.
“Una inflación del 25 por ciento, como cerró el año pasado, no es demasiado alta en términos históricos para Argentina, porque hemos tenido períodos de muy alta inflación, incluso hiperinflación; pero es muy alta en términos internacionales: Europa y Estados Unidos tienen un 2 por ciento, Brasil tiene poco más del 5. Con 25 por ciento tenemos una diferencia que, para no perder competitividad, hay que cubrir con depreciación de nuestra moneda. En los últimos años, parte de ese diferencial se ha compensado por la apreciación de otras monedas, que es como si nosotros hubiéramos devaluado. Eso se está acabando porque el diferencial de inflación ya es muy alto”, advierte.
A pesar de tales señales, Utrera desacredita los temores sobre una escalada inflacionaria que concluya en hiperinflación, estigma vigente desde fines de la década del 80.
“Todavía estamos muy lejos de una hiper. Si uno analiza la historia económica argentina hubo sólo 10 episodios en los cuales la inflación pasó el umbral de 30 por ciento anual, y en sólo una ocasión se terminó en una hiperinflación. En los otros 9 episodios la inflación volvió, en poco tiempo, a bajar del 30 por ciento. Lo que sí es claro es que este año el gobierno no va a hacer absolutamente nada para bajar la inflación. No tiene ningún incentivo para hacerlo”, indica.
Dentro de las críticas dirigidas al Gobierno nacional por la concepción de una política macroeconómica que favorece el crecimiento de la inflación, Utrera destina un capítulo muy importante al rol que desempeña el Banco Central de la República Argentina (BCRA). Al respecto, asegura que, ya desde la gestión de Martín Redrado, dicha entidad se ha alejado de las funciones que le corresponden en la política monetaria.
“Lo que viene haciendo el Banco Central juega a favor de que haya más inflación. Tiene una política de emitir mucho dinero para comprar dólares y mantener el tipo de cambio. Esa es la raíz de la inflación que lleva años con dos dígitos. A lo que se sumó la emisión adicional para prestarle al Tesoro Nacional, algo que va a seguir este año. Todo eso hace que la emisión de dinero esté aumentando alrededor del 30 por ciento anual, lo que hace imposible tener una inflación de un solo dígito. A menos que estuviera creciendo enormemente la demanda de dinero, cosa que no ocurre”, afirma.
Y amplía: “El Banco Central está perdiendo credibilidad porque incumple sus compromisos. Eso es importante porque luego es más difícil bajar la inflación. El año pasado incumplió las metas del programa monetario, emitiendo mucho más de lo que había establecido como objetivo. Además, ya abrió el paraguas para emitir más durante 2011, porque el nuevo programa monetario no incluye metas trimestrales, sino una meta para el 31 de diciembre. Por último, se están tomando medidas que son inconsistentes entre sí. Por ejemplo, ante los problemas por la falta de efectivo, ha pensado algunos mecanismos para incentivar el uso de tarjetas de crédito y débito. Pero así van a agravar el problema inflacionario, porque vamos a estar demandando menos dinero”.
“Todo el discurso sobre la inflación es disparatado”
-Hace escasos días, el ministro de Economía, Amado Boudou, dijo que en 2011 la inflación volvería a estar en un dígito.
-Eso es un disparate. Muchas de las cosas que dice Boudou son un disparate. El propio gobierno está hablando de aumentos de sueldos de un 20 por ciento. ¿Cómo va a hacer Boudou para tener una inflación de un dígito con aumentos salariales del 20 por ciento? También fue un disparate decir que la inflación era una preocupación sólo de las clases altas y medias. En 2010 han aumentado mucho más los precios de los alimentos que los de los otros bienes. Y eso castiga a quienes dedican una mayor proporción de su ingreso al alimento. Pero además, cuanto menos recursos tiene la gente, menos herramientas tiene para defender su liquidez de la inflación. Un pobre lo único que tiene son pesos en el bolsillo y pierde contra la inflación. Alguien de mayores ingresos tiene alternativas de mantener liquidez, como un depósito en plazo fijo.
También es un disparate lo que dijo de que hay dispersión de precios porque no tiene nada que ver con la inflación: puede haber precios diferentes en distintos lugares, pero eso no explica por qué todos los precios suben. Es también disparatado lo que dice Mercedes Marcó del Pont cuando expresa que el Banco Central no tiene nada que ver con la inflación. Ella debe respetar la carta orgánica, que dice que es misión primaria del Banco Central preservar el valor de la moneda. Si considera otra cosa, está incumpliendo su mandato. Esto no es nuevo. Ya Martín Redrado decía lo mismo: que la inflación no era un problema del BCRA. En definitiva, todo el discurso del Gobierno nacional respecto de la inflación es disparatado.