Un blog de economía para no economistas

"Ojalá te toque vivir tiempos interesantes", reza una maldición china. Los argentinos sufrimos la maldición de vivir en una economía "interesante". Por eso tenemos que saber más de economía que en otros países.

Para enfrentar la maldición de vivir en una economía "interesante", en este blog encontrarás comentarios, análisis y estadísticas sobre la economía argentina, sin jerga económica innecesaria ni tecnicismos, con rigurosidad analítica pero simpleza en la exposición.

domingo, 31 de julio de 2011

Y la sangre no llegó al río

En el desayuno de Coyuntura Económica de Punto a Punto de hace 10 días, al referirme al riesgo de default de Estados Unidos, argumenté enfáticamente que no creía que la sangre llegara al río. La negociación entre republicanos y demócratas venía muy complicada, con ambos acercándose demasiado al precipicio del default, pero seguramente se destrabaría a último momento. A esto lo reiteré en el post “Diálogos Económicos” de la semana pasada.
Finalmente ocurrió lo que preveía. Sobre la hora, luego de un fin de semana de frenéticas negociaciones, republicanos y demócratas llegaron a un acuerdo para aumentar el límite de endeudamiento. La sangre no llegó al río.
De todos modos, vuelvo sobre un punto que creo importante. La economía de Estados Unidos no logra despegar. De hecho, la semana pasada se publicó el dato del crecimiento durante el segundo trimestre: un anémico 1.3% anual. Y los ajustes fiscales comprometidos en el acuerdo de hoy como contrapartida del aumento en el límite de endeudamiento harán más lenta la recuperación económica.
Pero esto tiene un costado positivo para Argentina. Con la política fiscal en sentido inverso (en lugar de aumentar el déficit para apuntalar la recuperación vía mayor demanda, la tendencia es a reducirlo, quitándole impulso a la demanda), la Reserva Federal se verá obligada a continuar con una política monetaria bien expansiva. Y la principal consecuencia es que el dólar continuará depreciándose contra otras monedas. Esto le sirve a Argentina para “devaluar sin devaluar”: “colgados” a una moneda que se deprecia, nuestra moneda también se deprecia. La debilidad del dólar compensará así parte de la pérdida de competitividad provocada por una inflación mayor a la de nuestros socios comerciales. Y además apuntalará los precios de las materias primas, cuya cotización en dólares sube cuando cae el valor del dólar.
No es un mal escenario para Argentina, aún con problemas en Europa que continuarán por bastante tiempo. Sirve para que la próxima administración nacional arranque con agenda cargada de temas económicos, pero sin la urgencia de tener que desactivar bombas de tiempo a punto de estallar.

jueves, 28 de julio de 2011

¿Y si Estados Unidos entra en default?

Sigo convencido de que finalmente la sangre no llegará al río, y Estados Unidos evitará el default. Pero la situación implicará altísima tensión hasta último momento, ya que demócratas y republicanos están en medio de una negociación muy trabada, en la cual cada vez se acercan más al precipicio, con riesgo de terminar cayendo en él.
A diferencia de la situación de Europa, con problemas de raíz económica difíciles de resolver, la situación de Estados Unidos es de raíz política. Primero era la intención de demócratas de que el ajuste fiscal necesario para aprobar un aumento del límite de endeudamiento se lograra con reducciones de gasto público (la mayor parte) y aumentos de impuestos, enfrentada a la resistencia de republicanos a cualquier incremento impositivo, pretendiendo que todo el ajuste se realice vía reducción de gasto. Pero ahora la mayor diferencia está en que la propuesta republicana implica un aumento muy pequeño del límite de endeudamiento, de tal modo que la cuestión se reactive en el arranque del electoral 2012. Obama se opone terminantemente (anunció que, de ser necesario, vetaría ese proyecto) porque lo debilitaría de cara a la campaña presidencial del año próximo.
Pero aun apostando por una solución a tiempo, lo cierto es que Estados Unidos está al borde del default y, por lo tanto, tendríamos que comenzar a pensar en el escenario con default. No es fácil porque la de Estados Unidos no es una economía cualquiera. Es la economía más grande del mundo, su moneda es la principal moneda de referencia y sus títulos públicos están dispersos por la mayoría de los países, dada su característica de activo libre de riesgo (hasta ahora), lo que los hace un activo fundamental en cualquier cartera de inversión, especialmente en las más conservadoras.
Imaginemos entonces un escenario con cesación de pagos de Estados Unidos:
1.- Caen los precios de los bonos del Tesoro. Suben las tasas de interés.
2.- Cae el dólar frente a otras monedas.
3.- Cae la demanda agregada en EEUU por mayores tasas de interés, menor confianza de consumidores e inversores y por efecto riqueza negativo. EEUU entra en recesión.
4.- Cae la demanda agregada global por mayores tasas de interés, pérdida de confianza, efecto riqueza negativo en todo el mundo y caída de demanda norteamericana.
5.- Se produce un impacto negativo en China y Brasil (y el resto de los emergentes) por reducción de demanda de exportaciones y por depreciación del dólar.
6.- Incógnita: cómo impactará monetariamente en países con alta proporción de reservas en títulos públicos norteamericanos. Puede ocurrir que el dólar se deprecie contra monedas que no tengan demasiado respaldo en títulos del Tesoro de EEUU, y que se deprecie menos contra monedas con alto respaldo en estos títulos.
E imaginemos el impacto en Argentina:
1.- La depreciación del dólar en el mundo mejora nuestra competitividad cambiaria. Implica “devaluar sin devaluar”. Tiende a compensar nuestra alta inflación, con lo cual ayuda a evitar la apreciación cambiaria que de otro modo se produce por aumentos de precios internos.
2.- La depreciación del dólar aumenta los precios de commodities en dólares, mientras que la menor demanda mundial reduce los precios de commodities medidos en otras monedas.
3.- La reducción de demanda brasileña impacta negativamente sobre industria local.
4.- La crisis financiera que provoca el colapso de los títulos americanos cierra la posibilidad de colocar deuda pública argentina durante 2012. Por lo tanto: aunque mejore la recaudación por retenciones, resulta necesario liberar superávit fiscal para pagos de deudas, aun teniendo en cuenta que la depreciación del dólar mejora el perfil de deuda argentina.
5.- El ajuste fiscal permite mantener alto tipo de cambio real, pero puede frenar la actividad económica.
En síntesis, un default estadounidense, un hecho impensado de raíz fundamentalmente política, impactaría negativamente sobre la economía real mundial y negativamente también sobre los sistemas financieros y mercados de capitales en todo el mundo. Para Argentina este es un escenario negativo, aunque daría la posibilidad de “devaluar sin devaluar”, y tendría un impacto mixto en los precios de commodities (mayores en dólar, menores en euros y otras monedas), pero tendría un impacto negativo sobre la producción industrial vía menor demanda brasileña, y generaría la necesidad de ajuste fiscal para recomponer superávit en un contexto de mercados financieros cerrados.
Esperemos que la sangre no llegue al río, para que sigamos en un escenario relativamente favorable para Argentina. Pero aún en ese caso, creo que este casi default no saldrá gratis. Después de todo, nos muestra que lo que creíamos más seguro en términos financieros, no lo es tanto.

Sigue el consumo, baja la inflación

En la edición de ayer de Punto a Punto, una nota con algunas de las cosas que dije el viernes pasado en el Desayuno de Coyuntura Económica.


sábado, 23 de julio de 2011

Diálogos Económicos


Periodista. El viernes hablaste en el desayuno de coyuntura económica de Punto a Punto.
Gastón Utrera. Si. Como todos los meses, fue una actividad muy interesante. Ayudan el lugar, ya que estos desayunos se realizan en una sala rodeada de vinos en el restaurante Goulu, los asistentes, todos empresarios y ejecutivos de distintos rubros de actividad, y la realidad económica, que en Argentina brinda siempre motivos de sobra para este tipo de reuniones. Y en estos momentos, Estados Unidos y Grecia también dan mucho para hablar.
P. Imagino que habrás dedicado gran parte de la charla a los problemas de Estados Unidos y Europa.
GU. No. Al contrario. Dejé estos temas para el final, para poner foco en las perspectivas económicas de Argentina hasta las elecciones, y luego de ellas. No comparto lo que hacen muchos economistas, que dedican una desproporcionada cantidad de tiempo en sus presentaciones a detalles irrelevantes sobre la economía internacional, por una falsa pretensión de sofisticación analítica. Desde el punto de vista de un empresario o ejecutivo operando en Argentina, como es el caso de los asistentes a estos desayunos, no importan detalles sobre quién y cómo pagará la fiesta griega. Importa, en cambio, lo que pueda ocurrir en términos macroeconómicos y su impacto potencial sobre nuestra economía.
P. Con ese enfoque para los temas internacionales, no te debe haber resultado fácil el análisis de lo que está ocurriendo con Grecia, y especialmente con Estados Unidos, ya que estamos en medio de definiciones importantes. De hecho, mientras hablabas en ese desayuno, se rompía el diálogo entre los republicanos y la Casa Blanca.
GU. Por supuesto que no es fácil. Pero obviar el análisis sobre qué puede ocurrir con Estados Unidos y Grecia es dejar afuera elementos muy relevantes para nuestra economía. Sobre Estados Unidos, mi argumento fue que la sangre no llegará al río. Republicanos y demócratas están en medio de una dura negociación por quiénes pagarán el ajuste que requiere el Congreso para aumentar el límite de endeudamiento público. Los republicanos no quieren aumentos de impuestos y sí fuertes recortes de gasto social; los demócratas quieren menos recortes de gastos, y más aporte de las familias ricas a través de impuestos. El ala más dura de los republicanos está dispuesta a ir en la negociación hasta el borde del abismo, y por eso es que todavía no ha habido acuerdo. Pero creo que finalmente lo habrá, antes del límite del 2 de agosto, ya que nadie querrá quedar como responsable de un default totalmente evitable.
P. Pero, ¿no están acercándose demasiado al abismo?
GU. Por supuesto. Quedan muy pocos días para resolver esta situación. Y, cuando los negociadores son tan duros que nadie cede mientras ambos van acercándose al abismo, aun cuando las dos partes tengan claro que no quieren el desastre, alguien puede pisar mal y la caída al abismo es inevitable. Por eso la preocupación actual. Pero si tuviera que apostar, apostaría a que llegará el acuerdo antes del 2 de agosto. El mercado ya está apostando, y apuesta por el acuerdo. Por eso las tasas tan bajas de rendimiento de los bonos del Tesoro, incompatibles con expectativas de default.
P. Aún con aumento del límite de endeudamiento, de todos modos la situación económica de Estados Unidos no será fácil.
GU. Coincido. La actividad económica estadounidense no termina de despegar, el aumento del empleo es todavía débil, y el ajuste fiscal no ayuda, ya que reduce la demanda agregada. De todos modos, el ajuste fiscal sumado a la expansión monetaria que seguramente continuará haciendo la Reserva Federal para agregarle combustible a una economía que trabaja a bajas revoluciones, actuarán ambos debilitando al dólar. Esto favorece a nuestra economía, ya que reduce la pérdida de competitividad que genera nuestra inflación mayor a la del resto del mundo.
P. ¿Y con Grecia? ¿Qué ocurrirá?
GU. Las medidas tomadas el jueves por la Unión Europea descomprimen la situación, porque mejoran el perfil financiero de Grecia, a partir de nuevos fondos, alargamiento de plazos y menores tasas de interés, aunque generan algunos problemas potenciales por la parte que recae sobre los tenedores privados de títulos griegos, que tendrán que cambiar sus bonos por otros de condiciones más favorables para Grecia. Esto se parece mucho a un default, y por lo tanto implicará reducciones en las calificaciones crediticias. Pero en conjunto, las decisiones son buenas. De todos modos, esto no solucionará los problemas económicos griegos. Grecia continuará en problemas hasta que la UE le encuentre la vuelta para sumar a los planes de salvataje medidas que faciliten la reconstrucción económica griega. Inversiones directas, fondos de ayuda para reconversión productiva y otras medidas que requieren más creatividad que ortodoxia. Además de una política monetaria más expansiva, con menos tasas de interés y más debilitamiento del euro.
P. ¿Y entonces? ¿Es bueno o malo el contexto internacional para Argentina?
GU. Creo que es bueno. Ya mencioné cómo nos ayuda la debilidad del dólar, que además del impacto sobre nuestra competitividad cambiaria apuntala los precios de las materias primas. Y, mientras Estados Unidos no entre en crisis, y Europa no colapse, aun cuando ambas economías continúen anémicas de crecimiento, el crecimiento del mundo emergente proporciona un contexto muy favorable para Argentina. Con China y Asia en general, y Brasil y el resto de Latinoamérica, todos creciendo a tasas importantes, el escenario es bueno.
P. De modo inverso a tu exposición en el desayuno de Punto a Punto, ya hablamos mucho de contexto internacional. ¿Cómo podríamos sintetizar las perspectivas económicas de Argentina hasta las elecciones?
GU. Sintetizaría del siguiente modo: la actividad económica continuará creciendo, de tal modo que el año cerrará con un crecimiento en el rango del 5.5% (si la actividad económica se estanca en el nivel actual) al 6.5% (si la actividad económica continúa creciendo a la velocidad que trae desde hace un año). Lo mismo ocurrirá con el consumo. La inflación puede bajar algunos puntos porcentuales más, finalizando el año en torno al 20%, algo impensado hace algunos meses atrás. Y el dólar no pasará los $ 4.30. El BCRA tiene instrumentos suficientes para lograrlo (venta de dólares al contado, venta de dólares a futuro, suba de tasas de interés en pesos).
P. ¿Y luego de las elecciones?
GU. Como es mi costumbre, en el desayuno del viernes no le escapé al tema. Por el contrario, dije varias cosas al respecto. Pero lo dejo para que lo leas el próximo miércoles, cuando salga la cobertura del desayuno en la edición papel de Punto a Punto.

martes, 19 de julio de 2011

Se sigue desacelerando la economía

A pesar de las multas y amenazas de demandas penales, Orlando Ferreres continuó publicando sus indicadores de actividad económica (IGA - Índice General de Actividad) y de producción industrial (IPI – Índice de Producción Industrial). Los números para junio confirman lo que venimos mostrando desde hace meses (ver posts “Una visible desaceleración económica” y “La industria también pierde velocidad”): la economía pierde fuerza, con una actividad económica general que se desaceleró y una producción industrial que directamente se estancó en lo que va del año.
¿Qué indican los números de junio? La actividad económica general no creció en el mes (no hubo crecimiento con relación al mes previo, una vez eliminada la estacionalidad propia del mes de junio) y la producción industrial cayó un 1% en el mes (es la caída con relación al mes previo, una vez eliminada la estacionalidad propia del mes de junio). ¿Y entonces por qué los medios publicaron que hubo crecimiento en ambas variables? Porque hicieron referencia al 5.7% de diferencia entre el nivel de actividad económica en junio de 2011 versus el nivel de junio de 2010 y al 6.2% de diferencia entre el nivel de producción industrial de junio de 2011 versus el nivel de junio de 2010, esto es, las respectivas variaciones interanuales. Estas últimas no indican lo que ocurrió con la actividad económica y la producción industrial en junio de 2011 sino lo que ocurrió durante los doce meses previos a junio de 2011.
Con esta evolución, imposible llegar a un crecimiento anual superior al 8%, como pronosticó recientemente la CEPAL de Naciones Unidas, y mencionó CFK en su discurso en Tecnópolis. Manteniendo el nivel de actividad alcanzado en junio, el crecimiento anual cerrará apenas por encima del 5%; creciendo al ritmo promedio registrado en el último año, el crecimiento anual no llegará al 6%.

miércoles, 13 de julio de 2011

¿Querés saber cuál es el truco para emitir dinero al 38% y tener una inflación de sólo el 23%?

Un principio básico de economía monetaria es que cuando la oferta de dinero excede la demanda de dinero, la inflación cierra la brecha entre ambas. Si la oferta de dinero aumenta un 10%, la inflación será del 10% si la demanda de dinero no aumenta, del 5% si la demanda de dinero aumenta un 5%, y nula si la demanda de dinero también aumenta un 10%. Como la demanda de dinero tiende a aumentar con la actividad económica (con más actividad económica necesitamos más dinero para realizar más transacciones), la inflación tenderá a ser igual al aumento de la cantidad de dinero (el aumento de la oferta monetaria) menos el aumento de la actividad económica (similar al aumento de la demanda de dinero). Con emisión monetaria del 38% y crecimiento económico del 8%, la inflación debería ser del 30%.
Este razonamiento tan simple no siempre funciona, porque la demanda de dinero no siempre se mueve al ritmo de la actividad económica. En marzo de este año, hace sólo 4 meses, un economista que escribe habitualmente en La Nación pronosticó, basado en aquel razonamiento, una inflación del 30% para este año (ver nota “Una inflación del 30%”). Dijo textualmente: “Siendo que, en forma anualizada, en enero la expansión del circulante fue del 35.2% y en febrero del 38.1%, regalándoles un aumento de la actividad económica del 8%, el piso de inflación no debe ser menor al 30%”. Ayer se publicó la “Inflación Congreso”, que promedia la inflación estimada por ocho consultoras privadas, y dio una inflación anual del 23.5% (precios de junio de 2011 vs junio de 2010). ¿Qué ocurrió?
Lo primero que debés pensar es que el ritmo de expansión monetaria se redujo. Pero no. No ocurrió eso. La cantidad de dinero en junio fue un 38% superior a un año atrás. ¿Y entonces?
Ocurrió algo que ningún economista, que yo sepa, ha detectado. Y es que la demanda de dinero ha aumentado más de lo que ha aumentado la actividad económica. ¿Cómo es posible que aumente la demanda de dinero cuando, con inflación de dos dígitos, lo natural sería que la gente se desprendiera más rápido del dinero, reduciendo así la demanda de dinero en lugar de aumentarla? Por algo que no vas a encontrar en ningún libro de texto sobre macroeconomía. Como Néstor y Cristina decidieron, a pesar de la inflación de los últimos años, no emitir billetes de mayor denominación (billetes de $ 200 y $ 500), se encontraron a fines de 2010 con que la Casa de Moneda no daba abasto para imprimir billetes (emitir $ 1,000 con billetes de $ 500 requiere imprimir sólo 2 billetes; emitir los mismos $ 1,000 con billetes de $ 100 requiere imprimir 10 billetes). Tuvieron que contratar a la Casa de Moneda de Brasil para que imprimiera toneladas de billetes, y así y todo tuvimos problemas para conseguir efectivo a fin de año. Era tal el apuro por imprimir billetes, que la emisión estuvo muy concentrada en billetes grandes (emitiendo billetes chicos, habrían necesitado aún más toneladas de billetes para una misma cantidad de dinero). Por eso ahora encontramos tantos billetes de $ 100, a tal punto que actualmente la mitad de los billetes en circulación son de esa denominación, cuando hace algún tiempo apenas superaban el 10% de los billetes en circulación. ¿Y qué tiene que ver esto con la demanda de dinero? Con que son tantos los billetes de $100, y tan pocos los billetes de $ 10 y $ 20 que, si queremos tener $ 120 en el bolsillo, por ejemplo, seguramente nos veremos obligados a tener $ 200 en el bolsillo. ¡Y esto es justamente más demanda de dinero!
Esto explica por qué la cantidad de dinero aumentó en el último año un 38%, y con un crecimiento económico del 7%, la inflación fue de sólo el 23.5% en lugar de haber sido del 31%. “Faltan” casi 8 puntos porcentuales de inflación. No existen porque la demanda de dinero aumentó en esos casi 8 puntos porcentuales.
Una paradoja insólita: la impericia para gestionar la emisión de dinero llevó al BCRA a emitir de apuro demasiados billetes de $ 100, lo que nos obliga a tener en nuestros bolsillos más dinero del que querríamos, y esto le permitió emitir mucho sin generar tanta inflación. ¡Una impensada carambola perfecta! Boudou y Marcó del Pont todavía deben estar preguntándose qué truco hicieron para emitir al 38% y tener una inflación de sólo el 23.5%. El economista que hizo el pronóstico del 30% de inflación también debe estar preguntándose cuál es el truco. Si leíste hasta acá, ya sabés cuál es el truco.

Inflación por debajo del 20%

Ayer, se presentó el “IPC Congreso” (en realidad, debería llamarse “Inflación Congreso”), un promedio de la inflación medida por ocho consultoras privadas publicado mensualmente por legisladores de la oposición. Según ese indicador, la inflación durante junio fue de 1.52% y la variación interanual (precios de junio de 2011 vs precios de junio de 2010) fue del 23.5%.
Esta variación interanual de precios del 23.5% parece indicar que la inflación está estabilizada, por debajo del 25%. Pero el 1.52% mensual indica, en realidad, que la inflación está bajando. En efecto, teniendo en cuenta que junio es un mes sin estacionalidad marcada para la inflación (es decir, la inflación en junio de cada año no tiende a ser especialmente alta o especialmente baja comparada con el resto del año), simulando doce meses consecutivos de inflación como la de junio (aquel 1.52% mensual) se obtiene una inflación anual del 19.8%. Esto significa que la inflación actual, de acuerdo con esta medición de junio, equivale a algo menos del 20% anual.
Esto tiene una consecuencia muy relevante: dado que todos los sindicatos esperaban, al momento de negociar ajustes salariales para 2011, una inflación mayor al 25% anual, en caso de que la inflación continúe en los niveles actuales durante el resto del año, van a terminar logrando, con una inflación más baja, una sorpresiva mejora de poder adquisitivo. Ideal para CFK en los meses previos a la elección presidencial.

martes, 12 de julio de 2011

La industria también pierde velocidad

Ayer mostrábamos cómo la actividad económica general perdió ritmo durante el último año (post “Una visible desaceleración económica”). Ahora, con un gráfico similar, mostramos cómo la industria también ha perdido ritmo desde finales del año pasado:


La línea negra representa la actividad industrial, medida por el Índice de Producción Industrial (IPI) que elabora Orlando Ferreres. Las dos líneas verticales marcan la ocurrencia de dos puntos de quiebre. El primero se ubica en septiembre de 2009, cuando la actividad industrial comenzó a recuperarse luego de la recesión 2008/09. Y el segundo ocurre en noviembre de 2010, cuando la actividad económica dejó de crecer. A partir de ese punto, la línea negra tiene altibajos, sin una tendencia clara.
Al igual que en el caso de la actividad económica general, la pérdida de velocidad ocurre apenas superado el nivel de producción previo a la recesión, lo que está en línea con la hipótesis de que esto es consecuencia de la menor disponibilidad de capacidad ociosa (post “Se acabó la parte fácil de la recuperación económica”).
¿Por qué la mayoría de los economistas sigue diciendo que la industria sigue creciendo, a tasas menores pero todavía muy altas? Por la mala costumbre de la mayoría de los economistas de analizar las variaciones interanuales, es decir, comparando año contra año. Como ya dije en otras oportunidades, utilizar las variaciones interanuales es como mirar el espejo retrovisor: nos muestra dónde estamos en comparación con puntos de referencia que han quedado atrás, pero no nos muestra la velocidad actual. Por el contrario, analizar las variaciones mes contra mes o, lo que es lo mismo, mirar gráficos como el que está sobre estas líneas, es como mirar el velocímetro: nos muestra claramente si hemos reducido la velocidad (como en el caso de la actividad general) o si directamente hemos detenido la marcha (como en el caso de la actividad industrial). En la actualidad, el “espejo retrovisor” nos muestra que la actividad industrial está un 6.2% por encima del nivel de un año atrás (la variación interanual), pero el “velocímetro” (el gráfico anterior) nos muestra que la actividad industrial está estancada desde noviembre. A esto último le tenemos que prestar atención, si lo que nos interesa es saber qué está ocurriendo con la industria.

lunes, 11 de julio de 2011

Una visible desaceleración económica

Hay gráficos que hablan por sí mismos. El siguiente es uno de ellos:

La línea negra representa la actividad económica general, medida por el Índice General de Actividad (IGA) que elabora Orlando Ferreres. Las dos líneas verticales marcan la ocurrencia de dos puntos de quiebre. El primero se ubica en mayo de 2009, cuando la actividad económica dejó de caer, comenzando la recuperación que continúa hasta la actualidad. Y el segundo ocurre en abril de 2010, cuando la actividad económica deja de crecer al ritmo muy alto del 11.2% anual y comienza a hacerlo a una velocidad mucho menor, del 5.5% anual. En ese punto, la línea negra se hace menos empinada.
Es claro que la actividad económica no ha parado de crecer. Pero es visible el cambio de tendencia. Esto confirma lo que advertimos en noviembre (post “Se acabó la parte fácil de la recuperación económica”), y reiteramos en abril (post “Efectivamente, se acabó la parte fácil de la recuperación económica”).
Dado que esta desaceleración, de acuerdo con mi hipótesis, es consecuencia de la menor capacidad ociosa existente, es proco probable que la actividad económica vuelva a acelerarse en los próximos meses. Más probable es que se desacelere algo más, si termina impactando fuerte la escasez de gas en las industrias, y si el actual posicionamiento en dólares, que ya comenzó a impactar en el nivel de depósitos en pesos, pone algo de freno en el consumo.

¿Qué está pasando con el consumo?


Esta mañana, en el programa radial Bipolares, repasamos brevemente con Juan Turello las principales noticias económicas del fin de semana, teñido fuertemente por temas políticos. Probablemente la noticia más significativa en términos económicos es el informe de CCR que muestra una desaceleración de las ventas de supermercados en mayo, luego de crecimiento durante el primer trimestre y aceleración durante abril. Si bien esto encendió algunas luces de alerta, el mismo informe menciona que los números preliminares para junio, y algunos datos para julio, muestran que el consumo volvió a acelerarse. Probablemente el menor crecimiento de mayo se deba a que los bolsillos de los consumidores quedaron un poco flacos luego de los gastos incurridos durante los fines de semana largos de marzo y la Semana Santa.
De todos modos, en línea con los datos preliminares para junio y julio, es probable que el consumo siga creciendo hasta las elecciones ya que los factores que lo están impulsando seguramente continuarán durante el resto del año. Pero es probable que este crecimiento sea más moderado que durante el año pasado, ya que la economía está creciendo a un ritmo menor. No está cayendo la actividad económica; tampoco está estancada. Pero sí está creciendo a menor velocidad. Para ponerlo en términos simples: la actividad económica creció a un ritmo promedio anualizado de alrededor del 10% entre mediados de 2009 y mediados de 2010, y creció a un ritmo promedio anualizado de poco más del 5% desde mediados de 2010 hasta ahora. De continuar este ritmo de crecimiento, 2011 cerraría con un crecimiento del 6%, menor que el 8.5% de 2010, pero todavía una tasa de crecimiento importante. No es muy probable que la actividad económica se acelere durante el resto del año, con lo cual será difícil perforar el techo del 6%, y sí es probable que se desacelere un poco producto de las restricciones energéticas actuales y del estancamiento que está verificando la industria desde noviembre del año pasado. Esto da un rango probable de crecimiento del conjunto de la economía de entre el 5% y el 6% para todo 2011.
Como ya destaqué en otras oportunidades, y mencioné nuevamente hoy en la entrevista con Juan Turello, la noticia, también durante la semana pasada, de un freno al endeudamiento de las familias no ha estado en general bien analizada, ya que los datos indican un estancamiento (no de ahora, sino en los últimos 3 años) del cociente entre endeudamiento familiar y masa salarial. Pero si esa relación se ha mantenido estable, significa que el endeudamiento de las familias ha ido creciendo al ritmo de crecimiento de los salarios, con lo cual no necesariamente hay riesgos de reversión de ese proceso.
Y la otra noticia importante, publicada hoy por El Cronista, es la caída (leve, pero caída al fin) en los depósitos a plazo fijo en pesos producida durante junio. Esto es claramente consecuencia del mayor posicionamiento en dólares que venimos observando desde comienzos de año, que impactó primero sobre las ventas de departamentos y ahora sobre los depósitos en pesos. Esto seguramente continuará hasta las elecciones presidenciales, y tal vez algunos meses más, dadas las expectativas de devaluación que tienen muchos ahorristas.
Luego de las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires, esta semana estará muy teñida de política. De todos modos, la economía sigue dando temas para analizar, y lo seguirá haciendo durante el resto del año.

martes, 5 de julio de 2011

¿Deflación de precios por caída del consumo?

La principal nota económica de la edición de hoy de La Voz del Interior es la caída del índice de precios que el diario releva todos los meses en base a los precios de una canasta de bienes en un conjunto de supermercados de Córdoba. Y la explicación que plantea la nota es que esto es consecuencia de una baja en el consumo. No creo que esto esté ocurriendo.
En primer lugar, los datos muestran que las caídas se deben a los rubros “almacén”, “carnes y embutidos” y “frutas y verduras”. Pero “lácteos” y “tocador y limpieza” subieron, casi 3% mensual en ambos casos. Es raro que en el marco de una caída en el consumo, estos últimos rubros aumenten de precio. Da más la impresión de acomodamientos de precios relativos que de una deflación por caída del consumo.
Esto último parece razonable si se analiza información complementaria. El proyecto Inflación Verdadera (www.inflacionverdadera.com) releva diariamente precios de dos canastas de bienes en supermercados de la ciudad de Buenos Aires: una canasta de alimentos y bebidas y una canasta básica. En ambos casos, junio cerró con deflación, con caída de precios del 1.2% en el caso de alimentos y bebidas y 0.6% en el caso de la canasta básica. Coincidente con el 0.6% de caída del índice de La Voz. Pero, aprovechando el hecho de que el relevamiento es diario, es posible comparar los precios en lo que va de julio (incluyendo . . .  ¡los precios de hoy!) con iguales días de junio, y el resultado es en ambos casos incremento de precios: 1.9% en el caso de alimentos y bebidas y 2.4% en el caso de la canasta básica. Que primero caigan los precios (junio) e inmediatamente después se incrementen (julio) no es consistente con una caída del consumo. Sí es consistente con acomodamientos de precios relativos, que suelen ser muy marcados cuando la inflación es elevada, como lo es actualmente.
En síntesis, como ya he sostenido en otras oportunidades, no creo que el consumo esté reduciéndose (por eso el relevamiento de CAME sigue dando crecimiento de la actividad comercial, como anunció hace pocas horas para junio, aunque se trata de comparaciones interanuales que esconden parte de la dinámica actual), tampoco creo probable que se reduzca en los próximos meses, y por lo tanto no creo que los precios caigan. Sí creo que la inflación está estabilizada (no los precios), y que es probable que siga estabilizada durante el resto del año. En parte porque uno de los factores que anticipé hace algunos meses está ocurriendo: el crecimiento de la expansión monetaria comenzó a reducirse. Pero a eso lo dejo para otro post.

lunes, 4 de julio de 2011

¿Por qué hay economistas que hablan de un dólar a más de $ 6?

El viernes pasado, algunos medios tomaron un informe del IERAL de la Fundación Mediterránea que sostiene que el tipo de cambio actual, de $ 4.13 por dólar, está muy por debajo del promedio histórico del tipo de cambio en Argentina, de $ 6.45 por dólar, a precios actuales.
Si bien el informe no dice nada acerca de qué conclusión extraen los economistas del IERAL luego de tomarse el trabajo de calcular el promedio histórico, es obvio que cualquier lector supondrá que, si hacen esa comparación, es porque debe tener algún sentido (de lo contrario, ¿para qué la incluirían en un informe?). Y el paso siguiente es concluir que el tipo de cambio actual no sólo está atrasado, sino que lo está en una magnitud muy grande. Simple aritmética indica que, si el tipo de cambio de equilibrio fuera $ 6.45, el tipo de cambio actual de $ 4.13 requeriría una devaluación del ¡56%!
Por supuesto, como ya argumenté en varios posts (por ejemplo, en “Apuesto a que no habrá fuerte devaluación luego de las elecciones”), el tipo de cambio real actual, más bajo que al inicio de la gestión de CFK, está muy por encima del nivel de fines de 2001 y, más que atraso cambiario, lo que hay es riesgo de que el tipo de cambio se atrase producto de la alta inflación actual. Seguramente por esto, los contratos de dólar a futuro cotizan a sólo $ 4.31 a diciembre de 2011.
Por supuesto, estoy seguro de que los economistas del IERAL no piensan que el dólar tendría que estar a $ 6.45. Pero creo que no es muy buen punto de referencia un promedio que incluye valores extremos como $ 2 (a comienzos de los 80) y $ 14 (a fines de los 80). Por lo tanto esa comparación no es muy feliz, y genera temor en lectores desprevenidos.
Para estos probables lectores desprevenidos: no hay atraso cambiario, y por lo tanto no habrá fuerte devaluación luego de las elecciones.

viernes, 1 de julio de 2011

Apuesto a que no habrá fuerte devaluación luego de las elecciones

Esta mañana, Juan Turello me preguntó, al aire en su programa radial Bipolares, cuál es la situación cambiaria de Argentina, ya que mucha gente tiene preocupación por lo que puede ocurrir con el dólar. Y es lógico: cualquiera puede comprobar que ir a Miami, por ejemplo, vuelve a ser barato, y es fácil que vuelvan a la memoria otros momentos similares que terminaron en fuertes devaluaciones, como el final de la Convertibilidad o el final de la Tablita Cambiaria de Martínez de Hoz.
Mi respuesta se puede resumir en los siguientes puntos (a muchos de ellos los desarrollé en el desayuno de coyuntura de Punto a Punto de hace un par de semanas):
1.- Ya no tenemos la alta competitividad cambiaria que teníamos a finales del Gobierno de Néstor Kirchner. Actualmente, tendríamos que devaluar un 25% para volver al nivel de competitividad cambiaria con que asumió CFK.
2.- Pero todavía tenemos una competitividad cambiaria alta comparada con diciembre de 2001, inmediatamente antes de la salida de la Convertibilidad. Estamos un 80% arriba de aquel entonces.
3.- Esto no es igual para todos nuestros socios comerciales. Contra el dólar estamos sólo un 13% por encima del nivel de diciembre de 2001, pero con Europa estamos un 70% arriba, contra Brasil un 120% arriba y contra el conjunto de nuestros socios comerciales estamos un 80% arriba.
4.- La pérdida de valor del dólar en todo el mundo explica esta diferencia entre la competitividad cambiaria contra el dólar y contra el resto de nuestros socios comerciales. A diferencia de otras experiencias históricas de Argentina, en este momento la caída del dólar en el mundo hace que nuestra apreciación cambiaria contra el dólar no genere un problema de falta de competitividad en toda la economía porque esta apreciación cambiaria también ha ocurrido en nuestros socios comerciales, y en algunos de ellos en una magnitud mayor que en nuestro país.
5.- Todo esto implica que la próxima administración nacional, ya sea de CFK o de Alfonsín (o de cualquier otro) no va a asumir con la urgencia de realizar una gran devaluación. Sí va a asumir con la necesidad de aumentar un poco la velocidad a la cual va dejando subir el tipo de cambio y de comenzar a reducir la inflación para que no siga deteriorando la competitividad cambiaria, pero ambas cosas implican un desafío mucho menor que el que tuvieron muchos gobiernos argentinos en el pasado, cuando sólo para equilibrar cuentas tenían que devaluar 40% o 50% de un plumazo.
Por lo tanto, para quienes están preocupados por una fuerte devaluación luego de las elecciones, un poco de tranquilidad. La economía no necesita una fuerte devaluación. CFK seguramente no la hará, aunque seguramente sí dejará depreciar un poco más aceleradamente el dólar, especialmente teniendo en cuenta que probablemente no esté muy apurada en hacer algo por reducir la inflación (por lo visto, mucho miedo no le tiene a la inflación). Y Alfonsín definitivamente no lo hará. No lo veo a Alfonsín arrancando su gobierno con una fuerte devaluación, que agregaría algo de combustible a la inflación, teniendo en cuenta que probablemente le tenga bastante miedo a la inflación, dados los antecedentes que, junto con otros atributos, heredó de su padre.
Por supuesto que Argentina ha sido siempre, y seguramente lo será durante mucho tiempo, una fenomenal caja de sorpresas económicas, con lo cual es muy difícil pronosticar lo que puede ocurrir en el terreno económico. Pero, si tuviéramos que apostar, apostaría a que no habrá fuerte devaluación luego de las elecciones. Anotemos la apuesta.