Sigo convencido de que finalmente la sangre no llegará al río, y Estados Unidos evitará el default. Pero la situación implicará altísima tensión hasta último momento, ya que demócratas y republicanos están en medio de una negociación muy trabada, en la cual cada vez se acercan más al precipicio, con riesgo de terminar cayendo en él.
A diferencia de la situación de Europa, con problemas de raíz económica difíciles de resolver, la situación de Estados Unidos es de raíz política. Primero era la intención de demócratas de que el ajuste fiscal necesario para aprobar un aumento del límite de endeudamiento se lograra con reducciones de gasto público (la mayor parte) y aumentos de impuestos, enfrentada a la resistencia de republicanos a cualquier incremento impositivo, pretendiendo que todo el ajuste se realice vía reducción de gasto. Pero ahora la mayor diferencia está en que la propuesta republicana implica un aumento muy pequeño del límite de endeudamiento, de tal modo que la cuestión se reactive en el arranque del electoral 2012. Obama se opone terminantemente (anunció que, de ser necesario, vetaría ese proyecto) porque lo debilitaría de cara a la campaña presidencial del año próximo.
Pero aun apostando por una solución a tiempo, lo cierto es que Estados Unidos está al borde del default y, por lo tanto, tendríamos que comenzar a pensar en el escenario con default. No es fácil porque la de Estados Unidos no es una economía cualquiera. Es la economía más grande del mundo, su moneda es la principal moneda de referencia y sus títulos públicos están dispersos por la mayoría de los países, dada su característica de activo libre de riesgo (hasta ahora), lo que los hace un activo fundamental en cualquier cartera de inversión, especialmente en las más conservadoras.
Imaginemos entonces un escenario con cesación de pagos de Estados Unidos:
1.- Caen los precios de los bonos del Tesoro. Suben las tasas de interés.
2.- Cae el dólar frente a otras monedas.
3.- Cae la demanda agregada en EEUU por mayores tasas de interés, menor confianza de consumidores e inversores y por efecto riqueza negativo. EEUU entra en recesión.
4.- Cae la demanda agregada global por mayores tasas de interés, pérdida de confianza, efecto riqueza negativo en todo el mundo y caída de demanda norteamericana.
5.- Se produce un impacto negativo en China y Brasil (y el resto de los emergentes) por reducción de demanda de exportaciones y por depreciación del dólar.
6.- Incógnita: cómo impactará monetariamente en países con alta proporción de reservas en títulos públicos norteamericanos. Puede ocurrir que el dólar se deprecie contra monedas que no tengan demasiado respaldo en títulos del Tesoro de EEUU, y que se deprecie menos contra monedas con alto respaldo en estos títulos.
E imaginemos el impacto en Argentina:
1.- La depreciación del dólar en el mundo mejora nuestra competitividad cambiaria. Implica “devaluar sin devaluar”. Tiende a compensar nuestra alta inflación, con lo cual ayuda a evitar la apreciación cambiaria que de otro modo se produce por aumentos de precios internos.
2.- La depreciación del dólar aumenta los precios de commodities en dólares, mientras que la menor demanda mundial reduce los precios de commodities medidos en otras monedas.
3.- La reducción de demanda brasileña impacta negativamente sobre industria local.
4.- La crisis financiera que provoca el colapso de los títulos americanos cierra la posibilidad de colocar deuda pública argentina durante 2012. Por lo tanto: aunque mejore la recaudación por retenciones, resulta necesario liberar superávit fiscal para pagos de deudas, aun teniendo en cuenta que la depreciación del dólar mejora el perfil de deuda argentina.
5.- El ajuste fiscal permite mantener alto tipo de cambio real, pero puede frenar la actividad económica.
En síntesis, un default estadounidense, un hecho impensado de raíz fundamentalmente política, impactaría negativamente sobre la economía real mundial y negativamente también sobre los sistemas financieros y mercados de capitales en todo el mundo. Para Argentina este es un escenario negativo, aunque daría la posibilidad de “devaluar sin devaluar”, y tendría un impacto mixto en los precios de commodities (mayores en dólar, menores en euros y otras monedas), pero tendría un impacto negativo sobre la producción industrial vía menor demanda brasileña, y generaría la necesidad de ajuste fiscal para recomponer superávit en un contexto de mercados financieros cerrados.
Esperemos que la sangre no llegue al río, para que sigamos en un escenario relativamente favorable para Argentina. Pero aún en ese caso, creo que este casi default no saldrá gratis. Después de todo, nos muestra que lo que creíamos más seguro en términos financieros, no lo es tanto.