Un blog de economía para no economistas

"Ojalá te toque vivir tiempos interesantes", reza una maldición china. Los argentinos sufrimos la maldición de vivir en una economía "interesante". Por eso tenemos que saber más de economía que en otros países.

Para enfrentar la maldición de vivir en una economía "interesante", en este blog encontrarás comentarios, análisis y estadísticas sobre la economía argentina, sin jerga económica innecesaria ni tecnicismos, con rigurosidad analítica pero simpleza en la exposición.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Los metalúrgicos y la presión impositiva

Los industriales metalúrgicos cordobeses se oponen a eventuales aumentos de impuestos, postura razonable teniendo en cuenta el aumento de la presión impositiva de los últimos años, que sólo logró la paradoja de un Estado grande, pero al mismo tiempo débil. 

En "El análisis económico del día", en La Voz del Interior. Click aquí.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Economía Para No Economistas TV. La amenaza de las cuasimonedas.

El mensaje del Gobernador de Corrientes destinado al Gobierno Nacional, referido a las cuasimonedas. En la edición de esta mañana de Economía Para No Economistas TV, por Canal 12 de Córdoba.

martes, 24 de diciembre de 2013

Un acuerdo de precios con pocas chances de éxito

Los acuerdos de precios tienen sentido sólo en el marco de un plan anti-inflacionario que combine, de manera complementaria y equilibrada, políticas macroeconómicas con políticas de ingresos. En “El análisis económico del día”, en La Voz del Interior. Click aquí

Economía Para No Economistas TV. El acuerdo de precios.

El acuerdo de precios del Gobierno Nacional, con pocas chances de éxito. En la edición de esta mañana de Economía Para No Economistas TV, por Canal 12 de Córdoba.

lunes, 23 de diciembre de 2013

El BCRA, pedaleando en una bicicleta fija

El Banco Central acelera el ritmo de suba del tipo de cambio oficial. Pero la competitividad cambiaria no mejora. En “El análisis económico del día”, en La Voz del Interior. Click aquí.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Economía Para No Economistas TV. La aceleración de la inflación.

La inflación fue alta en octubre y noviembre. Esto hace caer el poder adquisitivo de los salarios, y anticipa mayores pedidos de aumentos salariales el año próximo.

El análisis, en la edición de esta mañana de Economía Para No Economistas TV, por Canal 12 de Córdoba.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Economía Para No Economistas TV

El BCRA acelera sólo para permanecer en el mismo lugar. En la edición de ayer de Economía Para No Economistas TV, por Canal 12 de Córdoba.

Un triste déjà vu

Al Gobierno Nacional le quedan dos años de mandato, con menos capital político por haber perdido las elecciones legislativas de este año, luego de una gran elección dos años atrás. La economía cierra el año con un crecimiento menor al 3% y la inflación se aceleró durante el segundo semestre. Las reservas del BCRA cayeron con relación al nivel del año pasado. El dólar que pagan los ahorristas cotiza por encima del dólar que pagan importadores y cobran exportadores. Los servicios públicos son deficientes como consecuencia de insuficientes inversiones, a pesar del drenaje de fondos públicos destinado a cubrir tarifas artificialmente bajas. ¿Una descripción de finales de 2013? No. Una descripción del final de 1987. Que hoy podría ser un triste déjà vu.

Naturalmente, hay diferencias entre 1987 y 2013. La inflación en aquel entonces era más alta que la actual (llegaba al 10% mensual), pero la caída de reservas del BCRA era menor (casi 20%, frente al 30% del último año), al igual que la brecha cambiaria (casi 30% en 1987, frente a alrededor del 50% hoy). Ya había fracasado un plan anti-inflacionario que había sido exitoso en su comienzo (el Plan Austral), mientras que en 2013 todavía no hemos tenido un plan anti-inflacionario. El contexto internacional jugaba en contra, mientras que hoy todavía sigue jugando a favor.

Pero esta comparación debería hacernos reflexionar sobre el nivel de deterioro que ha sufrido la economía durante los últimos dos años, y en especial durante este año. Para estar atentos a las señales que dé el Gobierno Nacional acerca de la comprensión que tenga de los fenómenos económicos en curso, y de las políticas que diseñe para revertir esta situación. Para evitar que la “década ganada” termine, paradójicamente, igual que la “década perdida”.

martes, 10 de diciembre de 2013

Economía para No Economistas TV

La diferencia entre un Estado grande y un Estado fuerte, a raíz de la ausencia del Estado la semana pasada en Córdoba. En la edición de esta mañana de Economía para No Economistas, por Canal 12 de Córdoba.


jueves, 5 de diciembre de 2013

La ausencia del Estado

Los saqueos de diciembre de 2001 en distintos lugares del país fueron consecuencia de una situación social crítica, que desbordó al Estado, concretamente, a las fuerzas de seguridad. Los saqueos del martes y miércoles en la ciudad de Córdoba, aun cuando pueda haber por debajo de la superficie un componente social delicado, fueron consecuencia de la ausencia del Estado, a nivel provincial por el auto-acuartelamiento de la policía y la falta de previsión del Gobierno Provincial (el Jefe de Gabinete provincial reconoció que puede haber habido una falta de dimensionamiento del problema, y es claro que no hubo pedido formal de asistencia de Gendarmería durante el martes, cuando la policía ya se había retirado de las calles de Córdoba), y a nivel nacional por la actitud del Jefe de Gabinete nacional, que el miércoles por la mañana ya sabía lo que había ocurrido durante la noche en Córdoba, y sabía también de los pedidos de auxilio (formales o informales) del Gobierno provincial, y dijo expresamente que Córdoba se tenía que hacer responsable por la situación. Aun con problemas de comunicación entre ambos niveles de gobierno, Capitanich explicitó la postura de escarmiento político para Córdoba.

Es paradójico que tengamos un problema de ausencia del Estado de esta magnitud, cuando el discurso político predominante es el de la reconstrucción de un Estado fuerte. Tal paradoja surge de la confusión que existe todavía en Argentina entre un Estado fuerte y un Estado grande. Y son dos cosas muy distintas. Un Estado fuerte es el que puede cumplir con sus obligaciones básicas, garantizando la seguridad, la justicia, la salud y la educación, independientemente de su tamaño. Un Estado grande, no necesariamente es fuerte, ya que puede ser grande y no cumplir con sus obligaciones básicas. Un Estado grande puede gastar en empresas estatales ineficientes, en publicidad de propaganda del Gobierno, en subsidios para ciudadanos que no los necesitan, en obras públicas con sobreprecios, y en mil cosas más que no garantizan la fortaleza del Estado. Un ejemplo bien concreto, de estos días: Argentina asigna recursos públicos a la educación en una magnitud inédita en su historia, y las pruebas internacionales de calidad educativa no hacen más que mostrar una caída, no sólo con relación a los países desarrollados, sino también en comparación con nuestros vecinos latinoamericanos. El tamaño del Estado suele estar desligado de su fortaleza.

Pero la ineficiencia no es la única culpable de un Estado grande pero débil. También incide la mezquindad política con que se administren los recursos públicos. Usar a los ciudadanos de Córdoba para pasar facturas políticas es un ejemplo concreto, y lamentable, de este segundo modo de transformar un Estado grande en un Estado débil, que no puede garantizar una de sus funciones básicas.

Argentina tiene claramente un Estado grande pero débil, en todos sus niveles de Gobierno. El peso del Estado en la economía, medido tanto a través de sus gastos como de sus ingresos, en proporción al tamaño de la economía, no ha hecho más que crecer en los últimos años. Esto se refleja en la presión impositiva tanto nacional, como de las provincias y los municipios, que creció por distintos mecanismos durante los últimos años, y seguirá creciendo durante el próximo. La Nación aprovecha la inflación para cobrar más impuestos usando parámetros impositivos que no se ajustan por inflación (lo que ocurre con el Impuesto a las Ganancias, tanto de trabajadores, como de autónomos y empresas); la Provincia lo hace creando nuevos tributos, como la Tasa Vial; el Municipio, nuevamente, lo hace subiendo alícuotas de la Contribución sobre Comercio e Industria. El Estado sigue absorbiendo fondos del sector privado, pero por ineficiencia y mezquindad política, sigue sin lograr generar un Estado fuerte.

Pero a aquel otro motivo para los saqueos, del tipo que ocurrió en 2001, ligado a situaciones sociales críticas, no hay que descuidarlo. La pobreza se mantuvo en los últimos años en niveles elevados, y la menor creación de empleo de los últimos meses, sumada a salarios que ya no le ganan a la inflación, pueden comenzar a generar situaciones sociales delicadas. Tal vez por eso hoy muchos gobiernos provinciales y municipales están preocupándose por lo que pueda ocurrir a finales de este mes, en época de fiestas. Esperemos que el Estado no vuelva a ausentarse.

Economía para No Economistas TV

Segunda edición del ciclo Economía para No Economistas TV, que salió al aire esta mañana en Canal 12 de Córdoba, en la segunda hora de Arriba Córdoba.


miércoles, 4 de diciembre de 2013

Análisis económico en Punto a Punto

El viernes pasado se realizó el último Desayuno de Coyuntura Económica del año con Punto a Punto. A continuación, la cobertura en la edición de esta semana.

martes, 3 de diciembre de 2013

Economía para No Economistas TV

Desde hoy, todos los martes y jueves, en la segunda hora de Arriba Córdoba, por Canal 12 de Córdoba, el ciclo Economía para No Economistas.

Aquí el primer micro, que salió al aire esta mañana:

lunes, 2 de diciembre de 2013

El cambio de rumbo económico del Gobierno Nacional

Acuerdo con Repsol, acuerdo con las empresas que ganaron juicios en el CIADI del Banco Mundial, acercamiento al Fondo Monetario Internacional y seguramente negociación con el Club de París por la deuda pendiente de pago con los países que lo integran. Se trata de medidas difíciles de anticipar tan sólo algunos meses atrás, en el marco de la política de “desendeudamiento”, que consistía en pagar vencimientos de deuda pública con reservas del BCRA, y en el marco del discurso sobre la “profundización del modelo”.

Seguramente no se trata de un viraje ideológico, sino de la reacción del Gobierno Nacional ante las restricciones que impone la realidad económica. Concretamente, la política de “desendeudamiento”, aún discutible, era viable en épocas de Néstor Kirchner, cuando el BCRA tenía reservas excedentes (más reservas que dinero en circulación) y, además, crecientes (el BCRA compraba dólares para evitar la caída del tipo de cambio), pero desde hace tiempo es inviable, en un contexto de fuerte caída de reservas. Y, en el caso concreto de YPF, la realidad mostró al Gobierno Nacional que sin financiamiento externo no es posible explorar los yacimientos de gas y petróleo no convencional de Vaca Muerta, y ese financiamiento externo no es viable sin acordar con Repsol el pago por la expropiación de sus acciones en YPF.

Desde el punto de vista de la discusión política, el cambio de rumbo genera fuertes críticas al Gobierno, en especial al Ministro de Economía Kicillof, que un año y medio atrás planteaba públicamente que Repsol no recibiría un solo peso por sus acciones en YPF y hoy acuerda un pago de alrededor de u$s 5,000 millones. Desde el punto de vista estrictamente económico, el cambio de rumbo probablemente refleje que el Gobierno Nacional no está dispuesto a acelerar a fondo hacia el abismo, como hoy vemos en la Venezuela de Nicolás Maduro.

De todos modos, esto no significa un viraje hacia políticas neoliberales (el “jarabe rancio del neoliberalismo”, dijo hoy Kicillof), ya que la lógica intervencionista seguramente continuará a partir del análisis de rentabilidad de las distintas cadenas de valor (lo anunciado por el Jefe de Gabinete Capitanich) para incidir en los aumentos de precios de cada sector, y de la utilización, tal vez con algo más de racionalidad, de los instrumentos de control de las importaciones heredados de Moreno.

Y en el frente inflacionario, las señales son de un enfoque “heterodoxo” de política anti-inflacionaria, que combina techo a los aumentos salariales y acuerdos de precios con empresas (lo que suele denominarse “políticas de ingresos”) y moderación fiscal y de emisión monetaria a partir de reducción de subsidios (lo que suele denominarse “políticas macroeconómicas”). Un enfoque conceptualmente correcto pero que enfrenta el desafío de cómo convencer a los sindicatos de que acepten aumentos salariales menores que este año y el interrogante de cuánta decisión habrá para enfrentar los costos políticos de subas de tarifas como consecuencia de la reducción de subsidios.

Se trata de desafíos e interrogantes importantes, ya que la historia económica argentina está plagada de planes anti-inflacionarios que fracasaron por no prestar debida atención a la aplicación complementaria y equilibrada de ambos tipos de política: las políticas macroeconómicas y las políticas de ingresos.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Análisis Económico en Punto a Punto Radio

A continuación, el diálogo con Jonatan Kloner, en FM 90.7 Punto a Punto Radio de Córdoba, sobre la “profundización del modelo” anunciada por CFK, la asunción de Capitanich y Kicillof y varios temas económicos más.


martes, 19 de noviembre de 2013

Kicillof y el nuevo mecanismo de toma de decisiones de política económica

Durante los últimos dos años, buena parte de los problemas económicos fue consecuencia del mecanismo de toma de decisiones de política económica, centralizado en la Presidenta, con varios funcionarios presentándole medidas inconsistentes entre sí. Se trató de un mecanismo que no inventó Cristina Fernández, sino Néstor Kirchner, quien, luego de la salida de Roberto Lavagna, tuvo siempre ministros de economía sin peso propio, meros ejecutores de órdenes.

Cuando esto ocurre, el riesgo de errores en la política económica es alto, porque cuando no hay nadie “mirando toda la cancha” se produce un efecto de “frazada corta”, con medidas de política económica propuestas por funcionarios que miran sólo una parte de la economía (la que les toca de acuerdo a sus funciones), y por lo tanto intentan arreglar problemas en algún sector de la economía y terminan generando problemas en otros sectores. Ocurrió, por ejemplo, cuando a finales de 2011 alguien le llevó a la Presidenta la idea de restringir la compra de dólares a través de disposiciones de la AFIP, para descubrir, pocos días después, cómo comenzaban a caer los depósitos en dólares, algo impensado antes de esas medidas.

Es claro que, durante los últimos dos años, Lorenzino, Kicillof, Moreno, Echegaray y Marcó del Pont tuvieron diagnósticos y propuestas muy diferentes entre sí. Si agregamos que, probablemente, Cristina Fernández no tiene la misma habilidad que tenía Néstor Kirchner para tomar decisiones de política económica, y que la economía resistía más los errores de política económica en épocas de Néstor Kirchner (cuando había superávit fiscal, superávit externo, tipo de cambio alto, reservas excedentes en el BCRA, capacidad ociosa en la economía) que en épocas de Cristina Fernández (cuando hay déficit fiscal, cada vez menor superávit externo, atraso cambiario, escasez de reservas en el BCRA, menor capacidad ociosa en las empresas), podría concluirse que ese mecanismo de toma de decisiones de política económica empezaba a resultar cada vez más insostenible.

Es probable que a partir de ahora ya no tengamos ese tipo de problemas. Kicillof no tiene el perfil de un ministro para cumplir órdenes, sino de un ministro con ideas propias. Y Capitanich, el nuevo Jefe de Gabinete, seguramente contribuirá a que las propuestas de política económica lleguen a la Presidenta de un modo más organizado, con medidas pensadas “mirando toda la cancha”, en lugar de medidas inconsistentes entre sí enfocadas en distintos aspectos de la economía.

Esto, por supuesto, no necesariamente significa que a partir de ahora comiencen a resolverse los problemas económicos. Un mecanismo más ordenado de toma de decisiones no garantiza buenas medidas de política económica. Pero al menos reduce el riesgo de que los problemas se generen por políticas inconsistentes entre sí. Ahora todo dependerá del enfoque de política económica que se adopte.

La cuestión importante entonces es qué medidas propondrá Kicillof. Aumenta sustancialmente la probabilidad de que comience a configurarse el escenario que planteamos hace dos meses (ver, por ejemplo, Economía en 5 Minutos del 1 de octubre, click aquí): un esquema de tipos de cambio múltiples que busque varios objetivos a la vez: (a) dar vuelta la balanza de turismo, encareciendo los viajes de Argentinos al exterior y abaratando los viajes de extranjeros a Argentina, (b) eliminar el mercado del dólar paralelo, creando un mercado de dólar financiero oficial que lo reemplace, (c) favorecer la entrada de dólares financieros, atraídos por activos baratos en dólares, (d) mejorar la competitividad de algunos sectores industriales pero al mismo tiempo (e) minimizando el impacto sobre la inflación.

El efecto sobre distintos sectores dependerá de cómo se organice tal esquema de tipos de cambio. Puede ser positivo para sectores industriales (en la medida en que mejore su competitividad cambiaria y permita además reducir restricciones a las importaciones) y para el sector inmobiliario (en la medida en que estabilice el dólar financiero, incentivando la compra de inmuebles que quedarán baratos en dólares). Y negativo para el sector agropecuario (si le toca el tipo de cambio más bajo de la escala).

Pero, como otra cara de la misma moneda, vamos a una economía con más intervencionismo del Estado, con Kicillof intentando incidir sobre la rentabilidad de cada sector, aumentando la discrecionalidad y arbitrariedad en las decisiones de política económica. Es justamente el funcionario que alguna vez le dijo a Paolo Rocca que podía fundir a Techint mediante la fijación del precio de la chapa.

De cualquier modo, la elección de la dupla Capitanich/Kicillof implica que, finalmente, después de varios meses de inacción, el Gobierno comienza a mostrar sus cartas. Se vienen días movidos en temas económicos.

lunes, 18 de noviembre de 2013

El “desendeudamiento” y las reservas del BCRA

La semana pasada, la Presidenta del BCRA, Mercedes Marcó del Pont, se refirió a las reservas del BCRA, reconociendo su fuerte caída durante los últimos dos años, pero argumentando que esa caída se debe fundamentalmente al pago con reservas de vencimientos de deuda pública en moneda extranjera.

Aun siendo discutible la estrategia de pagar vencimientos con reservas, cuando probablemente lo óptimo sería generar condiciones para refinanciar vencimientos a tasas razonables, un punto no mencionado por Marcó del Pont, pero de gran relevancia para el análisis, es que aquella estrategia es viable en ciertos contextos económicos, pero no lo es en otros. Por ejemplo, el pago de casi u$s 10 mil millones al FMI en enero de 2006 con reservas del BCRA no generó complicaciones económicas (de hecho, en pocos meses las reservas recuperaron el nivel previo a ese pago), pero los últimos desembolsos (los que refirió Marcó del Pont) sí están generando complicaciones, a tal punto que desde hace días el gran tema económico es el bajo nivel de reservas.

El pago de vencimientos de deuda pública con reservas del BCRA no genera demasiadas complicaciones si (a) se produce excedente de “dólares comerciales” (básicamente, más entrada de dólares por exportaciones que salida de dólares por importaciones) que el BCRA compra (emitiendo pesos) para evitar que caiga el tipo de cambio, aumentando así las reservas, (b) la emisión de dinero necesaria para comprar los dólares comerciales que sobren implica un crecimiento de la cantidad de dinero en circulación compatible con una inflación lo suficientemente baja como para no perder competitividad (de lo contrario se pone en riesgo la condición (a)), (c) los dólares que va sumando el BCRA a medida que compra el excedente de dólares comerciales superan a los dólares que va usando el Gobierno para pagar vencimientos de deuda pública, de tal modo que el resultado neto sea un aumento de reservas que permita la continuidad de la estrategia. En un contexto de estas características, una estrategia de “desendeudamiento” a partir de las reservas del BCRA puede sostenerse en el tiempo mientras se verifiquen las tres condiciones mencionadas. Esto ocurría en 2006, cuando Néstor Kirchner decidió pagar el total de la deuda de Argentina con el FMI.

Hoy no se cumple ninguna de las condiciones mencionadas. En los últimos dos años, la competitividad cambiaria cayó fuertemente (contra Brasil, cayó 30% desde mediados de 2011), a tal punto que hoy no “sobran” dólares comerciales, sino que escasean (por eso el BCRA ha estado vendiendo dólares más que comprando); la emisión de dinero para financiar déficit fiscal implica una inflación demasiado alta para el intento de recomponer competitividad cambiaria; los pagos de deuda pública implican caída de reservas, sin otros flujos que compensen esas caídas. Por eso el monto de reservas va cayendo mes a mes, en lugar de caer cuando se hace un pago importante de deuda pública (como en enero de 2006) pero recuperarse luego.

Al referirse a la inflación, Marcó del Pont hizo referencia a buscar soluciones sin dogmatismos. Lo mismo debería ocurrir en la búsqueda de soluciones al problema de la caída de reservas del BCRA, si dogmatismo significa, en este contexto, seguir con las mismas políticas económicas que están drenando las reservas del BCRA, lo que aumenta, a medida que pasa el tiempo, el riesgo de una crisis por escasez de reservas, como ocurrió tantas veces en Argentina.

jueves, 14 de noviembre de 2013

10 claves para analizar el proceso inflacionario

1.- La inflación es un fenómeno económico complejo, en el cual intervienen muchos factores, como las políticas monetarias, fiscales y cambiarias, las negociaciones salariales y demás pujas distributivas, las expectativas inflacionarias, entre otros factores. Es un reduccionismo analizar la inflación sólo desde el punto de vista monetario, es decir, vinculado a la emisión de dinero.

2.- Esto no significa que lo monetario no incida sobre la inflación, como muchas veces se planteó desde la presidencia del BCRA (ahora Mercedes Marcó del Pont, antes, con argumentos similares, Martín Redrado). La emisión monetaria por encima del crecimiento de la demanda de dinero genera presiones inflacionarias.

3.- Dado que la demanda de dinero puede variar, por ejemplo, aumentando como consecuencia de un proceso de pesificación de la economía (como ocurrió el año pasado, cuando operaciones que históricamente se hacían en dólares, como las operaciones inmobiliarias, comenzaron a realizarse en pesos) o disminuyendo una vez agotado dicho proceso de pesificación (como seguramente ha ocurrido este año), el impacto de la emisión monetaria sobre la inflación es diferente dependiendo del contexto económico. Concretamente, el impacto inflacionario es menor en un contexto de pesificación de la economía, y por eso el BCRA pudo emitir el año pasado al 40%, generando una inflación de “sólo” el 24%, y mayor una vez acabado ese proceso de pesificación, y por eso el BCRA hoy genera una inflación del 26% habiendo aumentado la cantidad de dinero “sólo” el 25%.

4.- Con inflación de dos dígitos, comienza a operar fuertemente lo que se conoce como “inercia inflacionaria”, un proceso del tipo “todos creemos que la inflación será del 25%, todos tratamos de ajustar precios y salarios por 25%, la inflación termina siendo entonces del 25%, convalidando las expectativas originales y retroalimentando el proceso”. Esta inercia inflacionaria tiende a darle cierta estabilidad a la inflación, como ocurrió durante todo 2011 y 2012, y como ocurrió muchas veces en la historia argentina.

5.- Esa estabilidad inflacionaria está cambiando este año, cuando la inflación ya acumula casi 3 puntos porcentuales más que el año pasado, con lo cual no sería extraño que la inflación cierre este año por encima del 26%.

6.- Esta aceleración de la inflación puede deberse a que (a) dejó de crecer la demanda de dinero, porque se agotó el proceso de pesificación, esto es, el reemplazo de operaciones en dólares por operaciones en pesos, y por lo tanto la emisión monetaria tiene hoy más impacto inflacionario que antes, (b) se aceleró la suba del tipo de cambio oficial, y con él suben los precios de los productos importados, de los productos que compiten con importaciones y de los productos exportables, (c) se profundizaron las trabas a las importaciones, y esto encarece los productos involucrados. Seguramente los tres efectos han estado presentes este año.

7.- Esta aceleración de la inflación impacta negativamente sobre el poder adquisitivo de los salarios, que por primera vez en mucho tiempo terminará el año por debajo del nivel con que terminó el año previo (es decir, los salarios habrán perdido la carrera contra los precios). No es casualidad que la actividad comercial esté complicándose, como consecuencia de un menor consumo. Tampoco es casualidad que a la mayoría de la gente hoy le preocupe la inflación, cuando hace dos años no le preocupaba demasiado, a pesar de que la inflación era prácticamente igual, hace dos años, que hoy.

8.- Con pérdida de poder adquisitivo de los salarios, las negociaciones salariales del año próximo seguramente arrancarán con pedidos de aumentos superiores a los de este año, y eso implicará más inflación, a menos que el Gobierno Nacional aplique políticas monetarias, fiscales y cambiarias contractivas, algo poco probable por el impacto negativo que tienen sobre la actividad económica.

9.- Las decisiones de política económica más probables, dados los problemas actuales vinculados al dólar, son inflacionarias. Subir más aceleradamente el tipo de cambio oficial, para tratar de reducir el problema de atraso cambiario, o diseñar un esquema de tipos de cambios múltiples, con una estructura de tipos de cambio que mejoren la competitividad en algunos sectores, como el industrial, generarán mayores precios de los productos que dependen del tipo de cambio.

10.- Reducir la inflación quedará, seguramente, como tarea pendiente para el gobierno que asuma en diciembre de 2015. Este gobierno no tiene la credibilidad suficiente como para encarar un proceso de reducción de la inflación sin impactos negativos sobre la actividad económica y el empleo. 

miércoles, 13 de noviembre de 2013

La caída de las reservas y el “dólar de convertibilidad”

Esta semana es noticia en todos los medios la fuerte caída de reservas del BCRA, cuyo nivel ya está por debajo de los u$s 33,000 millones. Esto es consecuencia del déficit energético (una cuestión vinculada a la política energética de los últimos años, cuya resolución requiere políticas adecuadas y tiempo), del desbalance entre importaciones y exportaciones industriales (como consecuencia del atraso cambiario), del desbalance entre gastos de turismo argentino en el exterior y entrada de divisas por turismo extranjero en Argentina (como consecuencia del atraso cambiario y de la diferencia entre el dólar paralelo y el oficial) y del uso de reservas para pagar vencimientos de deuda pública (como consecuencia de la política de “desendeudamiento” que mencioné en el post anterior).

Una de las consecuencias de la caída de reservas es que se amplía la distancia entre la cantidad de pesos en circulación, que aumenta a medida que el BCRA emite dinero para financiar déficit fiscal, y la cantidad decreciente de dólares en el BCRA. Esa “distancia” suele ser medida con lo que se denomina “dólar de convertibilidad”: el tipo de cambio entre pesos y dólares que iguala el monto en pesos de las reservas del BCRA con la cantidad de pesos en circulación (la “Base Monetaria”), obtenido al dividir el monto de pesos en circulación por el monto de dólares en las reservas del BCRA. Este cociente daba $/u$s 6,10 hace un año ($ 275 mil millones de Base Monetaria dividido por u$s 45 mil millones de reservas), y hoy da $/u$s 10.40 ($ 342 mil millones de Base Monetaria dividido por u$s 33 mil millones de reservas). Un aumento importante, del 70.5% en un año.

Mirar el “dólar de convertibilidad” es importante porque indica el “poder de fuego” que tiene el BCRA frente al mercado. Con tipo de cambio inferior a ese valor, las reservas son menores que el dinero en circulación, y por lo tanto el BCRA corre riesgo de quedarse corto con sus reservas frente a una corrida cambiaria, a menos que prohíba la compra de dólares, como ocurre desde fines de 2011. Con un tipo de cambio superior a ese valor, las reservas pasan a ser mayores que el dinero en circulación, y esto permitiría al BCRA liberar restricciones, con un tipo de cambio único para todas las operaciones o con un tipo de cambio aplicable a operaciones financieras y de turismo, que son las que pueden poner en jaque las reservas. En otras palabras, las reservas son muchas o pocas dependiendo del tipo de cambio.

Esto significa que si el Gobierno no revierte esta caída en las reservas, (a) la cotización del dólar paralelo seguirá subiendo, ya que de algún modo va siguiendo como referencia el “dólar de convertibilidad” y (b) seguirá subiendo el piso de tipo de cambio que tendrá que convalidar cuando decida eliminar restricciones a la compra de dólares, que evidentemente no funcionaron adecuadamente.

Con esta evolución de dinero y reservas, el tiempo está jugando en contra del Gobierno. Cuanto más demore en tomar medidas que reviertan el atraso cambiario y que reduzcan la brecha entre el dólar paralelo y el oficial, o transformen el dólar paralelo ilegal en un dólar financiero y turista legal a un tipo de cambio lo suficientemente alto, mayores serán las limitaciones para cualquiera de las alternativas de política económica que elija.

Por eso los problemas cambiarios están requiriendo hoy medidas más urgentes que otros problemas económicos.

martes, 12 de noviembre de 2013

¿Qué pasó con la política de “desendeudamiento”?

Durante mucho tiempo, el Gobierno Nacional defendió la utilización de reservas del BCRA para pagar vencimientos de deuda pública en moneda extranjera como una política de “desendeudamiento”, contraria a las políticas de endeudamiento de otras épocas. Apenas comenzó la licencia de la Presidenta, el Ministerio de Economía dio señales de que está iniciando un camino diferente, al acercarse al FMI y acordar el pago, con títulos públicos, de deudas originadas por fallos en contra en el CIADI, un organismo del Banco Mundial donde se dirimen disputas vinculadas a inversiones externas. Y no debería sorprender un eventual inicio de negociaciones con el Club de París, por las deudas impagas que Argentina tiene con distintos países que lo integran. Todo indica que el Gobierno Nacional podría estar preparando el terreno para volver a los mercados financieros internacionales.

La realidad es que el pago de vencimientos de deuda con reservas del BCRA no es estrictamente una forma de desendeudamiento, sino más bien una estrategia para cambiar la composición de los acreedores, reduciendo la deuda con acreedores privados, tenedores de bonos emitidos en moneda extranjera, y aumentando la deuda del Tesoro Nacional con el BCRA. El problema es que esto implica reducción de las reservas del BCRA, en momentos en que ya son tan bajas, con relación a la cantidad de dinero en circulación, que terminan generando un dólar paralelo cada vez más alto, a medida que quienes tienen excedentes en pesos ven que sube el “dólar de convertibilidad”, es decir, el tipo de cambio que equipara el valor, en pesos, de las reservas del BCRA con el monto de pesos en circulación. Aquella política de “desendeudamiento” está llegando a su límite, por escasez de reservas.

Es lógico entonces que el Gobierno Nacional cambie de estrategia, y ahora sí busque volver a los mercados financieros internacionales. Esto no necesariamente implica virar a una política de “endeudamiento”, en el sentido de un aumento injustificado de deuda pública. Emitir nuevos títulos de deuda pública para, con los fondos obtenidos, pagar vencimientos de otros títulos, no es una política de endeudamiento, sino de refinanciación de deudas. Si por cada u$s 100 que vencen, se emite nueva deuda por u$s 100, el monto de la deuda queda constante.

De tal modo que un regreso a los mercados financieros internacionales para refinanciar deudas, aun yendo en contra del discurso oficial de los últimos años, quitaría presión sobre las reservas del BCRA, moderando la escalada del dólar paralelo. Pero esto resolvería sólo uno de los frentes abiertos en el terreno cambiario, el drenaje de reservas del BCRA por pagos de deuda pública en moneda extranjera.

Se requerirán medidas adicionales para (1) aumentar el saldo comercial en general, es decir, el exceso de exportaciones sobre importaciones, para que sobren dólares que pueda comprar el BCRA para aumentar sus reservas, (2) dar vuelta la balanza de turismo, un rubro en particular que se hizo fuertemente deficitario en los últimos meses, por combinación de dólar oficial bajo (abarata viajes de argentinos al exterior y encarece viajes de extranjeros a Argentina) y dólar paralelo alto (incentiva a los turistas argentinos en el exterior a utilizar sus tarjetas de crédito de diferentes modos para hacerse de dólares a tipo de cambio más bajo que el paralelo, y a los turistas extranjeros en Argentina a vender sus dólares en el mercado paralelo, en lugar de venderlos en el oficial), (3) reducir el ritmo de emisión de dinero (en especial si efectivamente aumenta el saldo comercial y, por lo tanto, aumenta la emisión de dinero para comprar dólares) lo que requiere reducir el déficit fiscal (o financiarlo con endeudamiento, algo que chocaría más de frente con el discurso oficial de los últimos años).

Seguramente habrá medidas de política económica para tratar de incidir, con distinto énfasis y a través de distintos instrumentos, sobre estos tres puntos. Pero esto requiere que regrese la Presidenta a sus funciones para dirimir entre las distintas posturas que hay dentro de los funcionarios vinculados a la economía.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Perspectivas post-electorales

La última edición de Punto a Punto sintetiza el análisis que hice en el último Desayuno de Coyuntura Económica, durante la primera semana luego de las elecciones legislativas.

A continuación, la nota completa, gentileza de Punto a Punto:


jueves, 17 de octubre de 2013

¿Qué les pasa a los metalúrgicos?

Los números que presentamos esta semana con la Cámara de Industriales Metalúrgicos y de Componentes de Córdoba muestran que, durante el segundo cuatrimestre de este año, el 49% de las empresas metalúrgicas de la provincia de Córdoba produjo menos que un año atrás, el 32% empleó una menor cantidad de trabajadores y el 68% redujo su rentabilidad.

Los números de FIEL, a nivel nacional, muestran una caída del 6.4% en la producción de la rama metalmecánica durante igual periodo (en comparación con el segundo cuatrimestre de 2012). La UIA publicó ayer datos propios que dan cuenta de una caída del 12.2% en la producción de la rama automotriz en agosto, en comparación con un año atrás. Varios medios dieron cuenta esta semana de la preocupación de los gremios UOM, SMATA y ASIMRA por el empleo del sector durante los próximos meses, ante la menor demanda brasileña de automóviles y autopartes argentinas.

Si todos estos datos, proveniente de fuentes muy diversas, plantean la existencia de problemas en el sector metalúrgico, algo tiene que estar ocurriendo. Seguramente los problemas son varios, pero hay uno de magnitud que explica gran parte de las dificultades que enfrenta el sector: el atraso cambiario. El gráfico siguiente, con la evolución del tipo de cambio real contra Brasil, es elocuente (clickear para agrandar):


Desde comienzos de 2011, la competitividad cambiaria contra Brasil cayó un 36.7%, a tal punto que hoy el tipo de cambio real contra Brasil es similar al de fines de 1997, en plena Convertibilidad, con el agravante de que hoy la presión impositiva es mayor que en aquel entonces, incluyendo retenciones que gravan las exportaciones industriales.

Usar este tipo de estadísticas para dimensionar el problema no significa, necesariamente, plantear que la solución es devaluar. El tipo de cambio real es una variable económica que sintetiza cuatro componentes: tipo de cambio y precios acá, y tipo de cambio y precios en nuestros socios comerciales, en este caso, en Brasil. Sobre el tipo de cambio y los precios en Brasil no podemos hacer nada, pero sobre el tipo de cambio y los precios acá sí, porque ambos son consecuencia de la política económica. El Gobierno Nacional ya está “devaluando”, al subir más aceleradamente el tipo de cambio oficial, pero no logra revertir el atraso cambiario por la elevada inflación. Pero si siguiera subiendo el tipo de cambio al mismo ritmo, mientras aplica políticas que impliquen menor inflación, el problema comenzaría a revertirse.

Por lo tanto, plantear que parte del problema de los metalúrgicos (y de otros sectores, y del conjunto de la economía) es el atraso cambiario tiene que ver más con la inflación que con el tipo de cambio. En línea con lo que el Gobierno Nacional reconoce, al menos según lo que planteó ayer uno de sus principales dirigentes, Daniel Scioli, en el Coloquio de IDEA.

Si el propio Gobierno reconoce que la política económica no ha funcionado hasta ahora para solucionar el problema inflacionario, sin duda todos, industriales metalúrgicos, economistas y funcionarios, tendríamos que estar discutiendo lo mismo: cómo bajar la inflación.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Inversiones en tiempos turbulentos

Columna de opinión publicada en la edición del domingo 22 de septiembre de 2013
del diario Los Andes de Mendoza

La economía argentina es extremadamente inestable. Todo lo que ocurre en el mundo, en cuestiones económicas, en Argentina ocurre con más frecuencia e intensidad, e incluso suelen producirse aquí fenómenos diferentes a los que se observan en economías más estables. Esta inestabilidad amplifica los riesgos, pero también las oportunidades. Por eso no hay que desanimarse al pensar alternativas de inversión, aun siendo un pequeño ahorrista, pero esto requiere estar atentos a lo que ocurre con la economía, y tratar de comprender los fenómenos y procesos económicos, para detectar del mejor modo posible esos riesgos y oportunidades.

Para un inversor pequeño existen siempre las opciones tradicionales, como plazos fijos, inmuebles y dólar, cuyo atractivo relativo va variando de acuerdo con la inflación y con las expectativas de devaluación o de estabilidad cambiaria. También opciones que no son exactamente un ahorro, pero sí una forma de optimizar el uso del dinero excedente a través de la compra de bienes y servicios que permitan anticiparse a fuertes subas de precios, como ocurre actualmente con los viajes al exterior o los autos de alta gama.

Pero se agregan activos financieros cada vez más al alcance de pequeños ahorristas, aunque con un nivel de sofisticación que requiere cierto asesoramiento, como los cheques de pago diferido, las obligaciones negociables, los fideicomisos agropecuarios o los títulos públicos en dólares o ligados a la evolución del tipo de cambio oficial.

Elegir entre todas estas opciones, además del tradicional análisis financiero de rentabilidad versus riesgo, requiere analizar las perspectivas macroeconómicas, en aspectos importantes como la inflación y el tipo de cambio. Puede servir tener en cuenta los siguientes ejes de análisis:

1.- Tiene baja probabilidad el escenario con “más de lo mismo” en términos de política macroeconómica. La estrategia de continuar con déficit fiscales crecientes financiados con emisión monetaria está llegando a un límite, porque la economía ya no resiste del mismo modo el ritmo de emisión de los últimos años, y porque se están acabando los límites legales de préstamos del BCRA al Tesoro, en un contexto de pérdida de votos oficiales para una nueva reforma de la Carta Orgánica del BCRA.

2.- El escenario alternativo de ajuste fiscal luego de las elecciones legislativas vía reducciones de subsidios y aumentos de tarifas va haciéndose cada vez más probable, aunque seguramente el Gobierno Nacional no irá a fondo con esa estrategia, porque implica alto costo político, especialmente cuando no tiene credibilidad suficiente para encarar un proceso de desinflación poco “doloroso”, con políticas de metas de inflación como tiene, acá nomás, cruzando la Cordillera, Chile, pero también Brasil y decenas de países en el mundo, que han logrado evitar la falsa opción entre inflación y crecimiento.

3.- Es más probable entonces un escenario intermedio, con algo de moderación fiscal y monetaria, pero continuando con alta inflación, aunque probablemente sin descontrol, pero acompañada de reducido crecimiento.

4.- En todos estos escenarios resulta probable un desdoblamiento cambiario, con dólar financiero y turista lo suficientemente alto para que las reservas del BCRA impliquen alto “poder de fuego”, dólar comercial más bajo, pero más alto que el dólar oficial actual, para revertir el atraso cambiario que frena la industria, y dólar comercial más bajo aún para el sector agropecuario, por cuestiones políticas y para impactar lo menos posible sobre la inflación. Un esquema de estas características está dentro del tipo de políticas con las cuales el Gobierno se siente cómodo, está en línea con las propuestas de un integrante del equipo económico con más peso que el propio Ministro de Economía, y permitiría manejar mejor la estrategia frente al dólar paralelo, que obviamente no funcionó. Las contraindicaciones de ese esquema, que son muchas, forman parte de otro análisis, más vinculado a lo que habría que hacer que a lo que puede ocurrir. Y lo relevante para la toma de decisiones es esto último.

Estas cuestiones, que definirán el contexto económico de los próximos dos años, son clave para un buen análisis de las opciones de inversión. Aun siendo un pequeño ahorrista, enfrentado a una economía altamente inestable.

Estos temas, analizados en profundidad en el 

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Diagnósticos equivocados sobre la inflación

El Gobierno Nacional tiene un diagnóstico equivocado sobre la inflación. Al menos es lo que se desprende de la insistencia de la Presidenta en el argumento de que no tenemos metas de inflación sino metas de crecimiento, como si hubiera que elegir entre ambas. Se trata claramente de una falsa opción, ya que es posible crecer aceleradamente con baja inflación, como lo demuestra el hecho de que los países que hoy están creciendo aceleradamente, lo hacen con inflación muy baja. Por ejemplo, de los 58 países cuyas estadísticas de crecimiento e inflación compila The Economist, sólo dos tienen inflación mayor del 10% anual (Venezuela, con 39%, y Argentina, con 25% no oficial y entre 10% y 11% oficial). De los otros 56 países, los que crecen a tasas mayores al 6% anual (más del doble de lo que crecerá este año Argentina), tienen una inflación promedio del 4.4%.

El problema de creer que la inflación es el costo a incurrir necesariamente para tener un alto crecimiento, es que también implica creer que para bajar la inflación es necesario reducir el crecimiento, e incluso someter a la economía a una recesión, con aumento del desempleo. Si nuestros dirigentes adhieren a este argumento, la consecuencia es que nadie se anime a hacer algo para bajar la inflación, en el intento de evitar esos supuestos costos en términos de menor actividad económica y mayor desempleo. Afortunadamente eso no es así, ya que las agendas de políticas para el crecimiento y de políticas para la estabilidad de precios son diferentes, las primeras vinculadas con el incentivo a las inversiones e innovaciones y las segundas vinculadas a una adecuada gestión de la demanda agregada, de las expectativas inflacionarias y de los procesos de puja distributiva.

Pero en la oposición los diagnósticos no son mucho mejores. Días atrás Sergio Massa presentó tres proyectos de ley tendientes a reducir la inflación. Uno para normalizar el INDEC, otro para elaborar propuestas de políticas anti-inflacionarias en el marco de la Defensoría del Pueblo y otro para crear un Consejo de Inversión y Desarrollo. Normalizar el INDEC es una medida acertada, pero plantear medidas desde la Defensoría del Pueblo para analizar cuestiones microeconómicas relacionadas con distintos sectores de actividad y productos de la canasta básica implica tratar a la inflación, un fenómeno de índole macroeconómica, con instrumentos microeconómicos, una estrategia con pocas chances de éxito.

Y la creación del Consejo de Inversión y Desarrollo, que puede ser adecuada para la agenda del crecimiento, no lo es para la agenda de la estabilidad de precios, ya que parte de un análisis equivocado: el argumento de que a la inflación elevada, consecuencia de un crecimiento de la demanda de bienes mayor que el crecimiento de la oferta de bienes, se la puede combatir con inversiones que aumenten la capacidad de producción de la economía, para cerrar la brecha entre demanda y oferta de bienes. El problema es que la inversión es siempre primero más demanda de bienes, porque las empresas que invierten demandan máquinas, herramientas, computadoras, infraestructura, entre muchos otros bienes y, recién luego de que esas inversiones maduran, lo que puede llevar varios meses e incluso años, se genera un aumento de la capacidad de producción y, por lo tanto, de la oferta de bienes. El intento de bajar una inflación elevada fomentando la inversión implica agregarle más combustible al fuego.

Esto no significa que no haya que fomentar las inversiones. Hay que hacerlo, para que las empresas aumenten su productividad y competitividad y se genere crecimiento económico. Pero para bajar la inflación hay que ejecutar otras políticas, no necesariamente recesivas, sino en línea con las políticas que la mayoría de los países del mundo aplican para garantizar la estabilidad de precios, en general vinculadas con esquemas de metas de inflación. Las políticas que explican por qué, de los 58 países listados por The Economist, 56 tienen inflación menor del 10% anual, incluso creciendo a más del 6% anual.

Estos temas, analizados en profundidad en el 

lunes, 9 de septiembre de 2013

Atrapados en ejes de debate equivocados

Héctor Méndez, Presidente de la Unión Industrial Argentina, no está muy errado cuando pide un Ministro de Economía con “más fortaleza”, aunque debería ser más preciso con el significado de ese pedido. Pero se equivoca cuando participa de un diálogo convocado por el Gobierno, y en lugar de plantear allí sus inquietudes, las plantea en los medios, como ocurrió días atrás con el banquero Jorge Brito. Antes de plantear críticas, inquietudes, reclamos o propuestas a través de los medios, deberían plantearlos en el ámbito del cual han decidido participar (y recién luego plantearlos públicamente).

El Gobierno Nacional, a través del propio Ministro de Economía Hernán Lorenzino y su par de Industria Débora Giorgi, naturalmente argumenta que ese tipo de planteos debería hacerse en el ámbito de diálogo convocado por el Gobierno, pero cambia el eje de la discusión cuando argumenta que pedir un Ministro de Economía fuerte implica pedir un Presidente débil. Se trata de una falsa opción. Una estrategia que no es nueva. Ya cambió, por ejemplo, el eje del debate sobre el Impuesto a las Ganancias, como retomaré al final.

Creo que el planteo adecuado es el siguiente: la situación económica de Argentina requiere, más que nunca, alguien que centralice las propuestas de política económica que se ponen a consideración de la Presidenta. Tomar decisiones de política económica sin nadie que “mire toda la cancha”, sino con distintos funcionarios que plantean medidas parciales desde el ámbito que les toca por sus funciones, medidas muchas veces contradictorias entre sí y, como mínimo, ineficientes desde un punto de vista de la economía en su conjunto, genera el riesgo de malos resultados económicos. Todo esto se agrava cuando los funcionarios del área económica tienen una visión muy diferente sobre cómo funciona la economía, y sobre cómo debería conducirse la política económica. La dupla Axel Kicillof / Guillermo Moreno es un ejemplo claro al respecto.

Este modo de tomar decisiones no es nuevo. Ha sido la constante desde épocas de Néstor Kirchner en la Presidencia, luego de la gestión de Roberto Lavagna como Ministro de Economía. Pero Kirchner tal vez tenía mayor habilidad para centralizar él mismo la toma de decisiones de política económica, y de todos modos se trataba de un contexto económico que resistía mejor eventuales errores de política económica. No es lo mismo una economía con tipo de cambio alto, superávit fiscal, exceso de reservas en el BCRA y pocos problemas acumulados, que una economía con atraso cambiario, déficit fiscal, escasez de reservas y gran cantidad de problemas sin resolver. Kirchner tal vez podía darse el lujo de no tener un Ministro de Economía que centralizara el trabajo del equipo económico. Cristina Fernández tiene menos margen para seguir haciéndolo de ese modo. No se trata entonces de reclamar Ministro de Economía fuerte y Presidente débil, o de poner a la economía por sobre la política, sino de reclamar un Ministro de Economía con capacidad y atribuciones suficientes para coordinar el trabajo de un equipo económico, en lugar de un Ministro al cual sus subordinados, de manera individual, lo saltean para hablar directamente con la Presidenta, dejando la política económica a la deriva.

Decía al comienzo que el Gobierno ya había cambiado el eje del debate referido a las modificaciones en el Impuesto a las Ganancias. Lo que ocurría hasta ese momento era que: (a) el Gobierno Nacional venía aprovechando la combinación de alta inflación con parámetros impositivos fijos (como alícuotas y mínimos no imponibles del Impuesto a las Ganancias) para aumentar la presión impositiva sin modificar impuestos, y permitir así aumentos de gasto público, (b) parte de la sociedad comenzó a plantear sus reclamos frente a esta forma indirecta de aumento de la presión impositiva, con la intención de lograr que el Gobierno Nacional deje de utilizar ese mecanismo, permitiendo el ajuste de los parámetros impositivos que quedan distorsionados por la inflación. En otras palabras el planteo era acabar con el uso de la inflación para cobrar más impuestos y permitir así más gasto público.

Pero el Gobierno cambió el eje del debate cuando presentó las reformas que haría en el Impuesto a las Ganancias (sin solucionar las distorsiones de fondo) como una reducción de impuestos, planteando, por lo tanto, que se requería una compensación tributaria, es decir, impuestos adicionales que compensen parte de la “pérdida de recursos” que implica la “rebaja impositiva” otorgada. Pasamos así de un reclamo para evitar aumentos arbitrarios de presión impositiva a una propuesta de mantener la presión impositiva creciente, pero cambiando el bolsillo del cual salen parte de los recursos. Y encima con dos impuestos, como el 10% sobre las utilidades distribuidas y el 15% sobre la transferencia de acciones de empresas no cotizantes en Bolsa, que impactan negativamente sobre el sector productivo.

Quienes participaron del diálogo propuesto por el Gobierno no se opusieron a este cambio del eje del debate. Por el contrario, cayeron en la trampa de convalidar el planteo del problema como uno de compensación tributaria para no “desfinanciar” al Estado. Y, por lo visto a partir de los episodios de Brito y Méndez, tampoco realizan en ese ámbito las críticas que consideran apropiadas.

Muy difícil cambiar la realidad cuando actores sociales como los que fueron invitados al diálogo con el Gobierno no tienen el coraje de plantear los problemas que observan en la economía ni la lucidez para evitar quedar atrapados en ejes de debate equivocados.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Qué está ocurriendo con la industria cordobesa

Columna de opinión en el suplemento por el Día de la Industria 
en la edición de hoy del diario Comercio y Justicia

Resulta difícil analizar con precisión la evolución de la actividad económica en los distintos sectores de la provincia de Córdoba. Ni el estado provincial ni las entidades empresarias dedican suficientes recursos a generar este tipo de estadísticas, salvo excepciones como la Cámara de Industriales Metalúrgicos y de Componentes (CIMCC) y la Cámara Empresarial de Desarrollistas Urbanos (CEDUC). Pero estos esfuerzos son insuficientes para una provincia con el nivel de desarrollo productivo de Córdoba.

Esto ocurre de un modo particular en la industria, que produce el 16% del valor agregado provincial e incluye ramas de larga tradición en la provincia, como la metalmecánica y la alimenticia. De todos modos, es posible extraer algunas conclusiones relevantes para la industria cordobesa a partir de estadísticas nacionales. Según datos de FIEL: (a) la producción industrial fue, durante los primeros 7 meses del año, prácticamente igual que un año atrás (-0.3%), (b) sólo dos ramas industriales, muy importantes para Córdoba, mostraron fuerte crecimiento: la automotriz (+18.6%) y la de minerales no metálicos, que incluye la producción de cemento (+6.7%), (c) otra rama muy importante para Córdoba, la industria alimenticia, mostró un muy leve crecimiento (+0.7%), (d) todas las demás ramas industriales sufrieron caídas, destacándose la rama metalmecánica (-10.2%), también de gran peso en la industria local. Los datos de Orlando Ferreres muestran algo parecido.

No es casualidad que esto ocurra, ya que la industria en todo el país enfrenta un contexto macroeconómico adverso, signado por el atraso cambiario y las restricciones a las importaciones. El tipo de cambio real contra Brasil se redujo más del 30% desde mediados de 2011, está hoy casi un 40% por debajo del nivel de fines de 2007 y es prácticamente igual al de fines de 1997, en plena Convertibilidad (y en aquel entonces sin retenciones a las exportaciones industriales). Esto no se soluciona con la mayor depreciación del tipo de cambio oficial de las últimas semanas, porque el Gobierno Nacional sigue “corriendo desde atrás” al problema del atraso cambiario: con la depreciación de las monedas de la región desde comienzos de mayo, en especial del real brasileño, el ritmo de suba de nuestro dólar oficial ya no sólo tiene que compensar nuestra mayor inflación, sino también compensar el abaratamiento de los productos de nuestros socios comerciales generado por la depreciación de sus monedas.

Y adicionalmente, pero también como reacción a los efectos del atraso cambiario, el endurecimiento de las restricciones a las importaciones genera dificultades en empresas industriales a las cuales se les encarecen los costos de parte de sus insumos. La paradoja de una política de restricciones a las importaciones que podría interpretarse como una política industrial proteccionista, y sin embargo impacta negativamente sobre la producción industrial, simplemente porque no fue diseñada para proteger a la industria sino para hacer que sobren dólares.

A esto se agregan, por supuesto, muchos otros factores. La creciente presión impositiva, el alargamiento de la cadena de pagos cada vez que las expectativas de suba del dólar paralelo secan la financiación extra bancaria en pesos para las empresas más pequeñas, la menor demanda de Brasil como consecuencia de las dificultades que está enfrentando para crecer, la menor actividad de construcción privada, que reduce la demanda de productos industriales destinados a ese sector, entre muchos otros.

Y más paradojas en esta economía plagada de matices: uno de los productos industriales con mayor crecimiento en el último año es el cemento, pero muchas empresas metalúrgicas que proveen al sector de la construcción no tuvieron la misma evolución. La respuesta seguramente está en que construcción pública y privada evolucionan a distinto ritmo, con la primera recuperándose fuertemente, en medio de un año electoral, pero la segunda estancada en un nivel muy bajo como consecuencia de la menor actividad inmobiliaria del último año y medio.

Todo esto en un contexto en el cual la actividad económica general en la provincia va perdiendo fuerza. Según el Índice de Actividad Económica en Córdoba, elaborado por Economic Trends con metodología diseñada por el National Bureau of Economic Research, el crecimiento económico se redujo del 1.6% durante el último trimestre de 2012 (en comparación con el trimestre previo) al 1.2% durante el primer trimestre de este año y al 0.5% durante el segundo trimestre.

Este contexto complejo puede modificarse en caso de que, luego de las elecciones, el Gobierno Nacional reaccione ante los desafíos económicos que enfrenta. Un escenario que no habría que descartar es un desdoblamiento cambiario que mejore la rentabilidad del sector industrial, minimizando el impacto sobre los precios de bienes de consumo masivo. 

jueves, 29 de agosto de 2013

Qué está ocurriendo realmente en el sector inmobiliario

En los dos posts anteriores me ocupé de cómo el Gobierno Nacional intenta mostrar una situación macroeconómica diferente de la real mediante un análisis equivocado de datos económicos reales (ver los posts “Cristina, Canadá y Australia” y “Giorgi y sus comparaciones internacionales de desempleo”). En este post me voy a ocupar de cómo a veces el sector privado muestra una situación sectorial diferente de la real, pero sin siquiera fundamentar su análisis en los datos.

La mayoría de los medios cordobeses publica hoy la cobertura de una conferencia de prensa brindada por una entidad que agrupa a corredores públicos inmobiliarios que tuvo una particularidad: no es habitual que se convoque una conferencia de prensa en la cual no se presenten estadísticas que fundamenten el análisis. El portal de Infonegocios (click aquí) lo refleja claramente en una infografía: según las estadísticas del Colegio de Escribanos de la Provincia de Córdoba, la cantidad de escrituras durante el primer semestre de este año fue un 9% inferior a la registrada durante el primer semestre de 2012; según las estadísticas de la Cámara Empresarial de Desarrollistas Urbanos de Córdoba (CEDUC), las ventas de inmuebles del sector agrupado en la entidad (independientemente de si fueron escrituradas o no) fueron, durante los primeros 7 meses del año, un 15% inferiores a las registradas durante los primeros 7 meses de 2012; según el Colegio Profesional de Corredores Públicos Inmobiliarios, las ventas de inmuebles aumentaron, aunque no tienen estadísticas que fundamenten esta conclusión.

Algunas reflexiones al respecto:

1.- Analizar la situación de un sector de actividad sin datos genera la comodidad de poder realizar cualquier afirmación: el mismo análisis puede mostrar que las ventas aumentan, se reducen o permanecen estancadas. Con los datos en la mano esto no ocurre: las ventas aumentan, disminuyen o están estancadas, pero hay una sola posibilidad. Es la restricción que imponen las estadísticas: el análisis está obligado a explicar lo que indican los datos, sin la flexibilidad de permitir cualquier conclusión. Muchas veces es incómodo atenerse a las estadísticas, como ocurre cuando la realidad que muestran no es la deseada. Creo que es lo que ocurre actualmente con la CEDUC, entidad a la cual probablemente le resultaría más grato, y hasta conveniente, decir que las ventas están aumentando, pero no puede hacerlo porque sus propias estadísticas indican que no es así.

2.- La mayor parte de los sectores productivos en las distintas regiones del país no cuenta con estadísticas sobre la situación sectorial, por deficiencias de los organismos públicos que no las generan, o las generan sin la rigurosidad metodológica necesaria para que resulten confiables, y por la decisión de sus entidades empresarias y profesionales de no destinar recursos y esfuerzos a generarlas. En Córdoba existen excepciones, como la CEDUC, el Colegio de Escribanos, la Cámara de Industriales Metalúrgicos y de Componentes, el Consejo Profesional de Ciencias Económicas, durante mucho tiempo la Cámara de Comercio. Y no muchas más.

3.- El caso de la CEDUC es particularmente interesante. Su índice de ventas de inmuebles es único en su tipo: (a) es la única estadística que mide ventas de inmuebles efectivamente realizadas en cada mes calendario, independientemente de si han sido escrituradas o no, (b) releva datos con un mecanismo de triangulación de mails que garantiza la total confidencialidad de las respuestas de cada empresa, de tal modo que elimina incentivos a reportar datos diferentes de los reales, (c) está elaborado con rigurosidad metodológica, incluyendo técnicas estadísticas para evitar distorsiones por diferente cantidad de respondentes, (d) está elaborado por una empresa independiente de los intereses sectoriales, (e) abarca a los principales desarrollistas de una ciudad (en este caso, Córdoba), (f) cubre todas las tipologías comercializadas por esos desarrollistas. Todo esto hace, del índice de la CEDUC, un buen termómetro de lo que ocurre en el sector desarrollista de Córdoba.

4.- Por supuesto que no refleja todo lo que ocurre en el sector inmobiliario. No tiene sentido exigirle que lo haga a un índice elaborado con recursos y esfuerzo de empresas desarrollistas. La exigencia de medir ventas de inmuebles de segunda mano, o de incorporar la actividad de empresas inmobiliarias, debería recaer sobre índices elaborados por entidades empresarias y profesionales vinculadas directamente a la actividad inmobiliaria. La existencia de estos índices constituiría un gran aporte a las estadísticas sectoriales, complementando las estadísticas ya generadas por los desarrollistas.

5.- De todos modos, aun cuando no sean de mucha utilidad análisis no fundamentados en los datos, sino en anécdotas y percepciones personales, es interesante tomar el planteo y analizar qué está ocurriendo efectivamente con las ventas de inmuebles, en Córdoba y en el país. Un análisis en este sentido en La Construcción en 5 Minutos, La Construcción en 2 Páginas y La Construcción en Cifras.

6.- En un contexto en el cual las políticas macroeconómicas están perjudicando fuertemente a los sectores de la construcción privada, desarrollista e inmobiliario, puede ser una mejor idea mostrar lo que está ocurriendo realmente con estos sectores, en lugar de ocultarlo, y poner foco en plantear públicamente cuáles son las políticas a revertir para modificar este estado de cosas, como la política cambiaria, incluyendo las restricciones a la compra de dólares.  

viernes, 23 de agosto de 2013

Giorgi y sus comparaciones internacionales de desempleo

En el discurso del Gobierno Nacional, se están poniendo de moda las comparaciones internacionales. Hace dos días, la Presidenta comparó a Argentina con Canadá y Australia, explicitando un diagnóstico equivocado: que estamos mejor, en cuestiones macroeconómicas, que esos dos países. Ya argumenté en el post anterior (ver Cristina, Canadá y Australia) que ambos países pueden tener menos reservas que Argentina porque las necesitan menos, que tienen más deuda pública porque pueden financiarla a un costo menor y que tienen déficit fiscal, pero Argentina también. Ayer fue el turno de la Ministra de Industria, Débora Giorgi, planteando que tenemos una tasa de desempleo más baja que países desarrollados, lo cual es cierto. Pero nuevamente, la conclusión implícita en el mensaje, que apunta a que Argentina no tiene tantos problemas económicos como suele plantearse, también es equivocada.

La cuestión es que a las personas no sólo les preocupa el desempleo, sino también la inflación, ya que ambos son fenómenos macroeconómicos que impactan negativamente sobre la calidad de vida. Ese es el motivo por el cual los gobiernos en general se preocupan por ambos problemas. En la década del 60, el economista Arthur Okun propuso, para sintetizar ambos fenómenos, un índice de miseria, que se elabora sumando la tasa de desempleo y la tasa de inflación. Aplicando ese índice a Argentina, la comparación internacional arroja un resultado desfavorable: nuestro índice de miseria es peor que el de la mayoría de los países.

Una objeción al índice de miseria propuesto por Okun es que, al sumar desempleo e inflación, implícitamente está suponiendo que ambos problemas tienen la misma importancia, y es razonable pensar que no la tienen. En efecto, economistas que se dedican a desarrollar la rama de la economía conocida como “economía de la felicidad”, como el argentino Rafael Di Tella, encuentran evidencia de que a la gente en general le preocupa más el desempleo que la inflación, a tal punto que están dispuestas a soportar 1.7 puntos porcentuales de inflación adicional con tal de reducir en 1 punto porcentual el desempleo.

Estas estimaciones de la importancia relativa del desempleo y la inflación en las preferencias de las personas nos permiten ajustar el índice de miseria de Okun, ponderando ambas variables con los coeficientes 0.63 y 0.37, respectivamente, para darles en el índice un peso proporcional a esas estimaciones. El ajuste hace que, en lugar de estar al fondo de la tabla, sólo superados por Venezuela, pero peor que países en crisis como España y Grecia, pasemos a estar casi en el fondo de la tabla, mejor que Venezuela, España y Grecia, pero peor que la mayoría de los países del mundo.

La siguiente tabla muestra los datos. Para simplificarla, están incluidos sólo un grupo de países, pero lo suficientemente amplio como para ilustrar el argumento:


La primera columna, con datos de desempleo, muestra el argumento de Giorgi: no estamos tan mal. De hecho, estamos mejor que la mayoría de los países europeos. La segunda columna, con los datos de inflación, muestra que estamos peor que la mayoría de los países del mundo, lo que hace que la tercera columna, que muestra el índice de miseria de Okun, también nos muestre peor que la mayoría de los países, incluyendo países en crisis como España y Grecia. Corrigiendo la deficiencia que tiene el índice de miseria de Okun, teniendo en cuenta las investigaciones de Rafael Di Tella, ya no quedamos peor que España y Grecia, pero seguimos quedando peor que la mayoría de los países del mundo, como muestra la cuarta columna.

De todos modos, hace tiempo que planteo que la inflación genera diferentes impactos en diferentes contextos (lo planteé, por ejemplo, en mi libro La Inflación, de editorial EDICON). De hecho, hace dos años, en ocasión de las elecciones presidenciales, la mayoría de las personas no estaba preocupada por la inflación, aun cuando estaba prácticamente en los mismos niveles que hoy, porque en aquel entonces los salarios subían más que los precios, y por lo tanto la misma inflación genera hoy más descontento que dos años atrás. Esto significa que el índice de miseria ajustado también muestra de manera imperfecta la magnitud de los problemas generados por el desempleo y la inflación. Pero al menos nos permite plantear que, en el contexto actual, mirar sólo la tasa de desempleo implica dejar de lado aspectos importantes de la economía que el Gobierno Nacional no debería desatender.

jueves, 22 de agosto de 2013

Cristina, Canadá y Australia

Ayer se realizó la primera reunión entre la Presidenta y representantes de sectores empresarios y sindicales. Una mesa de “diálogo” muy curiosa, en la cual no estaban invitados todos los que tenía que dialogar (por ejemplo, no fueron invitados representantes de las entidades agropecuarias) y la Presidenta marcó la cancha adelantando que no habrá cambios en el modelo económico. Difícil pensar que con este comienzo se pueda llegar a algo útil para empezar a resolver los principales problemas económicos.

Más aún luego de explicitar su diagnóstico sobre la situación de la economía argentina, mediante una insólita comparación entre las economías de Argentina, Canadá y Australia, con indicadores de reservas, resultado fiscal y endeudamiento que, mal interpretados, conducen a un diagnóstico groseramente equivocado.

Para poner en perspectiva la comparación, el siguiente gráfico muestra la evolución del ingreso per cápita de las tres economías durante los últimos 140 años:


Hasta la década del 30 del siglo XX, las tres economías tenían ingresos per cápita (que de algún modo reflejan niveles de vida) prácticamente idénticos, lo cual era esperable para tres economías de características similares (países extensos con baja densidad poblacional, climas templados, abundancia de recursos naturales, población de raíces europeas occidentales, etc). Pero desde entonces, Argentina tomó claramente otro rumbo, a tal punto que hoy el ingreso per cápita argentino apenas llega al 40% de los niveles en Canadá y Australia.

De cualquier manera, estas diferencias son las más visibles, obvias y notorias. Hay otros elementos importantes a analizar en la comparación que hizo ayer la Presidenta:

1.- No es muy razonable comparar niveles de deuda pública entre un país que no tiene acceso a los mercados financieros a tasas aceptables y dos países desarrollados que pueden colocar deuda a 10 años a tasas menores al 4% anual. Haciendo números simples, un país que se financia al 4% anual puede pagar los intereses de una deuda 3 veces más grande que un país que se financie al 12% anual, con el mismo esfuerzo.

2.- Son engañosas las comparaciones fiscales consolidando los últimos 10 años. Haciéndolo, el resultado es en Argentina un superávit fiscal que no tiene nada que ver con la situación actual, de déficit fiscal. Es simplemente el efecto de los fuertes superávit fiscales del periodo 2003 a 2007.

3.- No tiene sentido comparar los niveles de reservas de Argentina con los de Canadá y Australia. Un país desarrollado, estable, con inflación muy baja, no necesita tener muchas reservas en su Banco Central. De hecho, es muy probable que la mayoría de los canadienses y australianos no tengan la menor idea de cuántas reservas tienen sus bancos centrales. Ni hablar de que sean noticia de tapa en los diarios. En Argentina todo el mundo sabe cuántas reservas tiene el BCRA porque son un indicador clave para evaluar el poder de fuego del BCRA para contener corridas contra el dólar en un contexto de muy alta inflación, atraso cambiario y manejo imprudente de las políticas fiscales, monetarias y cambiarias.

Concluir, mediante la comparación con Canadá y Australia, que tenemos suficientes reservas, cuando hay fuertes controles de cambios y prohibiciones a la compra de dólares, es una marcada incoherencia. Si Canadá y Australia no tienen controles de cambios y muestran en los últimos años una marcada estabilidad del valor de sus monedas, no necesitan muchas reservas. Argentina está en otra situación, con inflación muy alta, y con signos de aceleración, inestabilidad cambiaria, controles de cambio y alta brecha cambiaria, y por eso necesita más reservas.

Dos problemas vinculados a este diagnóstico visiblemente equivocado: (1) el diálogo propuesto por la Presidenta está destinado al fracaso si comienza imponiendo un diagnóstico tan groseramente equivocado y (2) no habrá ninguna corrección de políticas económicas en la medida en que la Presidenta realmente crea que estamos mejor que Canadá y Australia.

martes, 20 de agosto de 2013

Escenarios económicos post-electorales

Es difícil anticipar medidas de política económica luego de las elecciones. Buscar medidas coherentes con lo que el Gobierno viene haciendo y diciendo es de poca ayuda, ya que ha demostrado no temerle a la incoherencia.

Pero hay algo que permite pensar en términos de escenarios. Es la inflación, y el modo como el Gobierno decida enfrentarla. Podemos pensar en tres escenarios, luego de descartar un escenario de política anti-inflacionaria moderna y pragmática, enfocada en alinear expectativas inflacionarias a través de un esquema de metas de inflación, incidir sobre la puja distributiva para bajar el ritmo de aumento de salarios y precios y acompañar con medidas fiscales y monetarias. Es el escenario en que puede bajar la inflación sin aumentar el desempleo, pero está en las antípodas ideológicas del oficialismo, y sería inviable por falta de credibilidad.

Los tres escenarios son (en cualquiera de ellos es probable un desdoblamiento cambiario):

1.- Continuidad (“más de lo mismo”). Sigue el aumento del gasto público, con déficit fiscal financiado con emisión monetaria, fuerte intervencionismo para intentar evitar aumentos de precios y compra de dólares. Alta inestabilidad económica e inflación creciente. Podríamos asignar una probabilidad del 30%.

2.- Escenario de cambio (“reacción para no chocar”). Política anti-inflacionaria con ajuste fiscal y monetario. Sin credibilidad para alinear expectativas, impacta negativamente sobre la actividad económica y el empleo. Probabilidad baja, tal vez un 10%.

3.- Escenario intermedio (“atrapado a la mitad”). Reconocimiento de que algo hay que hacer para contener la inflación, pero sin ajustar demasiado para evitar costos en términos de menor empleo. Combinación de alta inflación y bajo crecimiento. Seguramente el escenario más probable. Tal vez 60% de probabilidad.

No sabemos qué ocurrirá luego de octubre. Pero pensar en términos de escenarios puede ayudarnos a tomar decisiones.

Análisis adicional, en Economía en 5 Minutos. Click aquí

miércoles, 7 de agosto de 2013

Continuidad en la política monetaria

En diciembre del año pasado, generó mucha preocupación la fuerte emisión monetaria de ese mes. Durante los primeros meses de este año hubo análisis que indicaban cierta moderación en el ritmo de emisión monetaria. Esta semana se generó preocupación, nuevamente, por la fuerte emisión de dinero durante julio. En ninguno de los casos se producía una visión adecuada de lo que viene ocurriendo con la política monetaria.

La mejor forma de sintetizar lo que viene ocurriendo es: el BCRA viene haciendo más de lo mismo, con una política monetaria prácticamente idéntica desde 2011. Ya lo puntualicé en el post anterior (click aquí). Quiero enfatizarlo ahora con un gráfico contundente. Es el gráfico que sigue, donde se muestra la evolución de la Base Monetaria en 2011, 2012 y lo que va de 2013, haciendo partir la línea de cada año desde el mismo punto (el valor 100 en enero de cada año) para que las tres líneas sean fácilmente comparables en el mismo gráfico:


Las tres líneas son prácticamente idénticas. No hubo nada excepcional en la emisión de diciembre de 2012, no hubo moderación monetaria durante los primeros meses de este año, no hay novedades en la fuerte emisión del mes pasado. Sólo hay continuidad en la política monetaria, fuertemente expansiva. Pero con riesgo de mayores presiones inflacionarias dado que la economía seguramente ya no absorbe tantos pesos como el año pasado. Tal vez por eso la aceleración de la inflación durante junio y julio de este año.