Mientras se conocían los resultados de las PASO, Daniel
Scioli dio un mensaje dirigido al peronismo, apelando a su unidad. Es razonable
pensar que intente captar el 6% de votos conseguidos por José Manuel De la
Sota.
Casi simultáneamente, Mauricio Macri ponía énfasis en su
aprendizaje proveniente de distintas tradiciones políticas, entre ellas el
peronismo. Es razonable pensar que intente captar el 14% de votos conseguidos
por Sergio Massa.
Este último ya dio señales de estar predispuesto a un
acuerdo programático. Y cualquier tipo de acuerdo entre ellos podría liberar a
De la Sota de su compromiso de apoyo a Massa, abriéndole así la posibilidad de acordar
con Scioli.
Si todo esto fuera posible, estuviera en el interés de los
actores políticos involucrados y la política funcionara con las leyes de las matemáticas,
Scioli y Macri podrían empatar en primera vuelta con 44% de los votos.
Cualquiera de los dos podría liquidar entonces la elección en primera vuelta,
porque 45% inicia el terreno donde un solo voto de diferencia define la
elección.
Pero la política es uno de los ámbitos donde las matemáticas
sirven de muy poco, y es muy difícil saber qué estrategia tienen en mente los
actores políticos. No es casualidad que la política resulte tan apasionante.
Sin embargo tales especulaciones permiten reflexionar acerca
de cuestiones económicas relevantes.
Si alguien todavía dudaba acerca de la posibilidad de que
Scioli pudiera inclinarse por una agenda económica propuesta por Kicillof y su
gente, el resultado de las PASO debería despejar tales dudas.
El desafío de Scioli de captar votantes independientes,
especialmente del peronismo no kirchnerista, hace impensable intentarlo con las
ideas y la figura de Kicillof. Esto fortalece a su equipo económico encabezado
por Miguel Bein y Mario Blejer.
El primer desafío de Macri, de retener votantes radicales y
de la Coalición Cívica, debería modificar su agenda económica, del dogmatismo de
Carlos Melconián y Federico Sturzenegger al pragmatismo de economistas como
Alfonso Prat Gay, cercano a Elisa Carrió y ya incorporado formalmente al PRO, y
Javier González Fraga y Lucas Llach, economistas de Ernesto Sanz.
El segundo desafío de Macri, de lograr tal vez un acuerdo
programático con Massa para captar de alguna manera el apoyo de sus votantes,
implicaría a su vez coordinar su agenda económica con la encabezada por Roberto
Lavagna.
Algo totalmente factible. Basta recordar que Lavagna eligió
a González Fraga como su candidato a Ministro de Economía en caso de ganar la
elección presidencial de 2007, y lo propuso luego como candidato a vicepresidente
de Ricardo Alfonsín en la elección presidencial siguiente, en 2011.
De esta manera, es posible que el panorama político actual,
todavía muy incierto, termine generando cierta convergencia de programas
económicos.
A saludable distancia de las torpezas habituales de Kicillof
y del dogmatismo de Melconián y Sturzenegger.
El análisis económico
del día. Por Gastón Utrera.
Contenidos complementarios: