Un blog de economía para no economistas

"Ojalá te toque vivir tiempos interesantes", reza una maldición china. Los argentinos sufrimos la maldición de vivir en una economía "interesante". Por eso tenemos que saber más de economía que en otros países.

Para enfrentar la maldición de vivir en una economía "interesante", en este blog encontrarás comentarios, análisis y estadísticas sobre la economía argentina, sin jerga económica innecesaria ni tecnicismos, con rigurosidad analítica pero simpleza en la exposición.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Economía en 5 minutos

Cierra el año con crecimiento (casi 8% el conjunto de la economía, casi 10% la industria) e inflación (25%, alta pero no descontrolada). Pero esto ya es historia. En Economía en 5 minutos, las perspectivas para 2011.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Diálogos Económicos

Periodista. Gastón, escribiste sobre varios temas esta semana.
Gastón Utrera. Así es. Han sido varios los temas económicos interesantes esta semana.
P. Por ejemplo, las ocupaciones de espacios públicos y privados en distintos lugares del país, arrancando por el parque Indoamericano de la Ciudad de Buenos Aires.
GU. Efectivamente. Un problema con aspectos económicos y sociales muy importantes. En lo social, esto debería hacernos reflexionar acerca de cómo, con un contexto internacional excepcional que ya lleva 8 años, no logramos mejorar radicalmente nuestros problemas sociales, como lo son la pobreza y la falta de vivienda. Hoy lo plantea muy bien Enrique Szewach en Ámbito Financiero: los argentinos tendemos a analizar la pobreza como si fuera consecuencia de una catástrofe natural, en lugar de ser lo que es, una consecuencia de las políticas que ejecutamos.
P. ¿Y en lo económico?
GU. Justamente de uno de los aspectos económicos de este fenómeno me ocupé en un post esta semana. Se trata del fenómeno de la inconsistencia temporal de las políticas públicas. Hay inconsistencia temporal cuando el paso del tiempo hace que pierda sentido cumplir con las promesas realizadas. Un ejemplo que todo el mundo comprende fácilmente es el de las moratorias impositivas. Dado que la existencia frecuente de moratorias impositivas genera fuertes incentivos a no pagar los impuestos a la espera de que al menos parte de los mismos sea condonada por la próxima moratoria, todos los gobiernos están interesados en anunciar la última moratoria impositiva, prometiendo que a futuro no habrá más moratorias y, por lo tanto, no habrá más remedio que pagar los impuestos. Pero una vez que la moratoria pasó, y se acumulan deudas impositivas, el gobierno nuevamente tendrá interés en anunciar una moratoria (siempre la última) para aumentar la recaudación. Percibiendo esta inconsistencia temporal, los contribuyentes se ven incentivados a no pagar, lo contrario de lo que pretende incentivar el gobierno.
P. ¿Y qué relación tiene esto con las ocupaciones de las que hablábamos?
GU. Que el fenómeno de la inconsistencia temporal también está presente en los episodios de ocupación de los últimos días. Ningún gobierno quiere desalojar por la fuerza predios ocupados, porque el descontrol de la situación puede tener efectos impredecibles, con un costo político potencialmente elevado. Con lo cual existe el incentivo a realizar ocupaciones. Por lo tanto el gobierno negocia ahora para desactivar el conflicto actual, pero pone la semilla para nuevos conflictos a futuro. Para evitarlo, anuncia que la próxima vez impedirá ocupaciones por la fuerza pero, dado que cuando eventualmente ocurran esas ocupaciones, el gobierno nuevamente tendrá el incentivo a negociar, el anuncio de desalojos futuros no es creíble. En jerga económica, el anuncio tiene inconsistencia temporal. Por eso los gobiernos nacional y de la ciudad de Buenos Aires anunciaron esta semana que a futuro no habrá ayuda fiscal para vivienda ni planes sociales para quienes realicen ocupaciones.
P. ¿Funcionará esta medida?
GU. No lo sé. Por lo pronto, hay dos predios que siguen ocupados, en Villa Lugano y Retiro. Espero que funcione, porque de lo contrario es alto el riesgo de que el problema se reactive en distintos puntos del país.
P. Escribiste también sobre el riesgo de hiperinflación.
GU. Si, para argumentar que actualmente ese riesgo es bajo. Me llamó la atención cómo en las últimas semanas muchas personas me preguntaron lo mismo, acerca de si era posible que la actual inflación desembocara en una hiperinflación. En línea con lo que el gurú Nouriel Roubini dijo en Buenos Aires hace algunas semanas, cuando afirmó que la inflación argentina está descontrolada. Creo que se trató de una expresión desafortunada de alguien que no sabe mucho sobre la economía argentina.
P. ¿Por qué considerás que el riesgo de una hiper es bajo actualmente?
GU. Porque para llegar a una hiper hay que recorrer un camino bastante largo. Las hiperinflaciones se producen cuando se potencian dos efectos explosivos: la desmonetización de la economía y la licuación del poder adquisitivo de los ingresos públicos.  A medida que la economía se desmonetiza (los agentes económicos “huyen” de la moneda doméstica por las pérdidas que les genera la inflación al licuar los pesos que tengan en su poder), cada peso de emisión monetaria tiene un impacto inflacionario mayor. Y a medida que crece la inflación, más rápido se licúa el poder adquisitivo de la recaudación impositiva entre el momento en que se devengan los impuestos y el momento en que los cobra el Estado. Esto aumenta el déficit fiscal y, por lo tanto, las necesidades de emisión monetaria para financiarlo.
P. Pero parece razonable que con una inflación que el año próximo puede llegar al 30% anual se desencadenen esos efectos.
GU. Puede parecer razonable, pero no es correcto. De hecho, de 10 episodios en la historia argentina en los cuales cruzamos el umbral del 30% anual de inflación, en 1 sólo de ellos la inflación se descontroló y terminó en hiperinflación. En los otros 9 episodios la inflación volvió a estar por debajo del 30% anual en pocos meses o, a lo sumo, en pocos años.
P. También escribiste algo sobre la actividad económica.
GU. Si. La publicación esta semana de los datos de actividad económica y actividad industrial de Orlando Ferreres me llevó a revisar lo que había escrito durante las semanas anteriores sobre la pérdida de ritmo del crecimiento observada entre mayo y octubre. Hecha esta constatación de que la actividad económica, incluyendo la actividad industrial, estaba perdiendo ritmo, había argumentado que la mejora del contexto internacional había llegado justo en el momento preciso para dar nuevo impulso a la actividad económica. Los datos de Ferreres, especialmente los de actividad industrial, que muestran un fuerte repunte en noviembre, son consistentes con aquella observación.
P. Me enteré de que el viernes pasado diste una conferencia.
GU. Efectivamente. Expuse en un desayuno organizado por el Centro de Formación Profesional en Contact Center, invitado por Marcelo Bechara.
P. Supongo que te habrás enfocado en algunas de las cuestiones que estuvimos hablando.
GU. Me enfoqué básicamente en las perspectivas de inflación y actividad económica para 2011. Los temas que más he analizado en el blog en las últimas semanas.
P. Seguro que te preguntaron qué perspectivas tiene el sector de los contact center, en un contexto de fuerte caída de la competitividad cambiaria.
GU. Como era de esperar, me hicieron esa pregunta. Fue Marcela Pistarini, de Infonegocios, quien la formuló. Respondí que las perspectivas hasta las elecciones son de pérdida de competitividad cambiaria, por dólar planchado con alta inflación en Argentina y baja inflación en el resto de Latinoamérica. No es un buen escenario para los contact center. Dije también que creo que el sector tiene que enfocarse en pasar de lo que se denomina Business Process Outsourcing a lo que se denomina Knowledge Process Outsourcing. Pasar de exportación de servicios básicos a exportación de servicios profesionales, para los cuales Córdoba debería tener una buena ventaja comparativa por la abundancia de profesionales y estudiantes de distintas disciplinas. Se trata de una propuesta que está elaborando el Consejo para la Planificación Estratégica de Córdoba.
P. Te vi también en la presentación del Índice Barrial de Precios.
GU. Estuve en esa presentación. Es un grupo de estudiantes de la UNC que armó un proyecto para calcular el valor de la canasta básica alimentaria en barrios humildes de la ciudad de Córdoba, utilizando metodología comparable con la de INDEC.
P. ¿Comparable con la metodología de INDEC? ¿No está fuertemente cuestionada?
GU. En realidad el problema de los índices de precios de INDEC no es de índole metodológico. El problema es de distorsión de los datos. La metodología de los índices de precios está, y estará siempre, bajo análisis y discusión, porque se trata de un tema complejo. Pero las discusiones metodológicas tienen que ver con ajustes muy finos, de pocos puntos porcentuales. Cuando tenés una inflación del 30% anual y el índice oficial marca menos de 10%, el problema no es metodológico. Es un problema “artístico”: puro dibujo numérico.
P. ¿Y entonces para qué vino el FMI?
GU. Supongo que el gobierno lo convocó para ganar tiempo y evitar una sanción por parte del Directorio del Fondo. Pero de ninguna manera lo llamó para solucionar el problema de la falta de credibilidad de los índices de precios. El FMI sólo puede aportar lo que ya tenemos: metodología y expertise técnico para armar los índices. Y no puede aportar justamente lo que nos falta: veracidad en los datos de precios que relevamos. Como dijo hoy el economista Juan Pablo Nicolini en Ámbito Financiero: pedir ayuda al FMI para elaborar índices de precios es como pedirle a un brasileño que nos enseñe a hacer asado.
P. Está buena la frase.
GU. Un poco exagerada, pero me pareció ocurrente para graficar mi argumento.
P. Entonces nos olvidamos por un tiempo de índices oficiales de precios creíbles.
GU. Definitivamente.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Sobre “ocupas” y el fenómeno de la inconsistencia temporal

Para el análisis del efecto de las políticas económicas existe una herramienta muy útil, que es el concepto de la inconsistencia temporal. Existe inconsistencia temporal cuando, desde el punto de vista del momento 0 el gobierno evalúa que es conveniente mantener la política A tanto en el momento 0 como en el momento 1 pero, cuando llega el momento 1, descubre que ahora le conviene más la política B que la política A.
Supongamos que en el momento 0 el gobierno evalúa que le conviene aplicar una exención impositiva en el sector de la minería para incentivar fuertes inversiones en el sector, y que dichas inversiones efectivamente se producen en el momento 0. En el momento 1 el gobierno descubre que ya no le conviene la exención impositiva, ya que cobrando nuevamente impuestos a la minería, aumentará la recaudación pero el capital invertido continuará en su lugar, ya que las inversiones ya fueron realizadas. Siendo esto así, la política de exención impositiva en el momento 0 no es creíble, ya que el potencial inversor sabrá que una vez que invierta, el gobierno tendrá un fuerte incentivo a cambiar las reglas de juego que hacían atractiva la inversión.
La aplicación más frecuente del concepto de inconsistencia temporal es en el análisis de las políticas monetarias. Un banco central está interesado en convencer a los agentes económicos de que instrumentará una política monetaria que genere baja inflación. Pero, si todos los agentes económicos le creen y toman decisiones bajo el supuesto de que la inflación será baja (por ejemplo, los sindicatos piden ajustes salariales moderados), el banco central (especialmente si está “dominado” por el Gobierno y, encima, se trata de un año electoral) tendrá el incentivo a ejecutar una política monetaria más expansiva, ya que generando una inflación más alta que la esperada reducirá el salario real y aumentará por lo tanto los incentivos a producir, elevando el nivel de actividad. Pero, si los agentes económicos comprenden esta situación (especialmente los sindicatos), no le creerán al banco central y tendrán entonces expectativas de alta inflación a pesar de la promesa de baja inflación, y tomarán decisiones en consecuencia, generando una alta inflación.
De esta manera, cuando está presente el problema de la inconsistencia temporal los anuncios de política económica no tienen el efecto esperado. En el ejemplo de las exenciones impositivas, las inversiones que se intenta atraer no se producen, mientras que en el ejemplo de la política monetaria, la inflación es alta a pesar de la promesa de baja inflación. Una forma de resolver este problema de falta de credibilidad de la política económica es “atando las manos” del gobierno en el momento 0, para que cuando llegue el momento 1 el gobierno no pueda cambiar las reglas de juego, aún cuando tenga un fuerte incentivo a hacerlo. Ejemplos de cómo es posible “atar las manos” para evitar los efectos negativos de la inconsistencia temporal son la fijación por ley de exenciones impositivas (aunque muchas veces las leyes tienen menos valor que el papel en el que están escritas, como la malograda Ley de Intangibilidad de Depósitos de 2001) o la creación de mecanismos por los cuales se despide al presidente del banco central si no cumple con los objetivos inflacionarios (como ocurre en Nueva Zelanda).
Esta sumarísima introducción al concepto de inconsistencia temporal viene a cuento de que este fenómeno está presente en el muy actual y sensible problema de las familias que están ocupando espacios públicos y privados en distintos lugares del país, incentivadas por la posibilidad de conseguir algún tipo de ayuda estatal para conseguir la propiedad de una vivienda. Durante los primeros días de diciembre el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires anunció la entrega de títulos de propiedad a los habitantes de villas metropolitanas. Parecía una buena idea pero generó una señal muy poderosa: resultaba muy redituable ocupar espacios públicos para obtener luego títulos de propiedad sobre dichos espacios. Y se generó la ocupación del parque Indoamericano. Y se sucedieron otras ocupaciones.
Dado que en una vez producida la ocupación ningún gobierno quiere desalojar por la fuerza, se genera un fuerte incentivo para que otras personas hagan lo mismo. Por lo tanto el gobierno se ve obligado a prometer que a partir de ahora no permitirá que se ocupen espacios públicos o privados. El problema, ahora que comprendimos el concepto de inconsistencia temporal es que . . .  el anuncio no es creíble. La próxima vez que se produzca una ocupación, el gobierno nuevamente se verá incentivado a negociar y desactivar el conflicto, en lugar de desalojar por la fuerza, generando nuevamente incentivos para nuevas ocupaciones. Es el mismo efecto de las moratorias impositivas: el gobierno siempre tiene que anunciar que se trata de la última moratoria, para que de ahí en adelante todos quieran pagar impuestos, pero no resulta creíble y, por lo tanto, se siguen incumpliendo obligaciones impositivas a la espera de la próxima moratoria.
Para desactivar este problema de falta de credibilidad por inconsistencia temporal, la solución planteada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y aceptada por el Gobierno Nacional es la decisión de excluir de cualquier programa de vivienda (y de cualquier otro programa social) a quienes de ahora en más ocupen espacios públicos o privados. Mientras vemos si este anuncio es suficiente para dar credibilidad a la política instrumentada para evitar nuevas ocupaciones, continúan predios tomados en Villa Lugano y Retiro, y continúa el riesgo latente de un nuevo recrudecimiento del problema en distintas provincias.

Repunta la producción industrial

A finales de noviembre, argumenté en un post del blog (ver “¿Otra vez nos salva el viento de cola?”) que entre mayo y octubre la actividad económica no mostró una tendencia clara, terminando algunos indicadores como los de producción industrial de FIEL y de Ferreres en octubre apenas por debajo de los niveles de mayo. Pero argumenté también que la mejora del contexto internacional llegaba en el momento justo para reactivar el nivel de actividad económica que venía perdiendo impulso. Y creo que lo que ocurrirá con el consumo en diciembre también dará impulso económico (ver “Fiestas a todo consumo”).
Los datos de Ferreres recién publicados confirman estas hipótesis. El Índice General de Actividad (que mide la actividad del conjunto de la economía) se incrementó en noviembre un 0.4% con respecto a octubre (sin tener en cuenta cuestiones estacionales), aunque todavía no muestra una tendencia definida. Y el Índice de Producción Industrial tuvo un importante repunte en noviembre, creciendo un 1.2% con respecto a octubre (nuevamente, sin estacionalidad).
Todo esto no alcanza por supuesto para augurar una recuperación del acelerado ritmo de crecimiento de finales de 2009 y principios de 2010 (probablemente debamos olvidarnos de esa velocidad de crecimiento por un tiempo), pero al menos debería permitirnos esperar un buen ritmo de crecimiento durante la primera parte de 2011.

martes, 14 de diciembre de 2010

Por qué estamos lejos de una hiperinflación

En los últimos días, al hablar sobre inflación, varias personas me han preguntado si la alta inflación que tenemos actualmente puede desencadenar un descontrol inflacionario, desembocando en una hiperinflación. Mi respuesta fue siempre que estamos muy lejos de una hiperinflación.
Para llegar a una hiperinflación hay que recorrer un camino bastante largo. De hecho, las hiperinflaciones son fenómenos muy raros. No es habitual que un país caiga en la hiperinflación. Para comprender por qué es algo raro, y por qué todavía estamos lejos de ella, es útil analizar los principales mecanismos que se potencian para desencadenar una hiperinflación.
El primer mecanismo es el de la desmonetización de la economía. Cuando la inflación es alta, tendemos a desprendernos más rápidamente del dinero, ya que nuestro poder adquisitivo se reduce a medida que la inflación va licuando el valor del dinero que tengamos en nuestro poder. En otras palabras, a mayor inflación, menor demanda de dinero. Pero cuanto menor es la demanda de dinero, mayor es el impacto porcentual de cualquier incremento en la oferta de dinero. Por ejemplo, si el gobierno tiene un déficit fiscal financiado con emisión equivalente al 1% del PIB, la cantidad de dinero se incrementará un 10% si el nivel de monetización de la economía es del 10% del PIB, pero se incrementará un 100% si el nivel de monetización de la economía es del 1% del PIB o . . . ¡del 1,000% si el nivel de monetización de la economía es de sólo el 0.1% del PIB! Es decir, para un mismo déficit fiscal financiado con dinero, el impacto porcentual sobre la cantidad de dinero crece exponencialmente a medida que se va achicando el nivel de monetización de la economía, y ese impacto porcentual es el que genera inflación. Incluso un déficit fiscal relativamente pequeño puede generar un enorme impacto inflacionario si el nivel de monetización de la economía es muy bajo.
El segundo mecanismo es el de la licuación de los ingresos públicos. Este es un fenómeno conocido como “efecto Olivera-Tanzi”. Con una inflación muy alta, el poder adquisitivo de los ingresos públicos se reduce fuertemente entre el momento en que se devengan y el momento en que los cobra el Estado. Ejemplo muy simple: el IVA que se devenga durante diciembre (los consumidores lo pagan con sus compras realizadas durante este mes) es abonado por las empresas al Estado durante la tercera semana de enero. Con inflación muy alta, en las semanas que transcurren desde el momento en que las empresas cobraron el IVA a los consumidores y el momento en que lo pagan al Estado, el poder adquisitivo de la recaudación se reduce fuertemente. Esto tiende a agrandar los déficit fiscales, generando más necesidades de emisión monetaria para financiarlos.
Ambos fenómenos son explosivos. Y se potencian entre sí. A medida que la monetización de la economía tiende a cero, la inflación crece explosivamente. Y a medida que la inflación crece explosivamente, el valor de la recaudación impositiva tiende a cero. El efecto de la inflación sobre la recaudación hace que cada vez se necesite más emisión monetaria, y al mismo tiempo la desmonetización de la economía hace que el impacto inflacionario de esa emisión sea cada vez mayor, licuando más los ingresos públicos y profundizando el círculo vicioso.
Es cierto que hemos dado los primeros pasos hacia el descontrol inflacionario cuando este año, a la emisión de dinero para comprar dólares, le agregamos la emisión de dinero para prestarle al Gobierno. Pero estamos muy lejos de llegar a los niveles insostenibles de emisión que generan desmonetización y que licúan los ingresos públicos. Esto explica por qué sólo en 1 de los 10 episodios en los cuales la inflación en nuestro país cruzó el techo del 30% anual, la inflación se descontroló, terminando en una hiperinflación (ver post “El pronóstico inflacionario de Roubini”).
No nos asustemos por el riesgo de una hiperinflación, pero tampoco nos desentendamos del problema inflacionario.

lunes, 13 de diciembre de 2010

¿Sobra o falta dinero?

Uno de los argumentos preferidos de los economistas es que la inflación es generada por una emisión excesiva de dinero. El razonamiento es: el Banco Central emite más dinero del que necesitamos para realizar nuestras transacciones cotidianas, y la inflación es el mecanismo por el cual finalmente necesitamos mayor cantidad de dinero para realizar las mismas transacciones, con lo cual terminamos demandando el dinero que antes sobraba. A tal punto la inflación genera que en algún momento terminemos demandando el dinero que antes sobraba que los argentinos llegamos a tener en nuestros bolsillos billetes de ¡un millón de pesos!
Con este mecanismo, deberíamos asociar a la inflación con el exceso de dinero. Ahora tenemos inflación (alrededor del 25% anual) y sin embargo, durante la semana pasada todos los diarios contaban historias acerca de la falta de billetes en los cajeros automáticos y las expectativas de normalización que generaban los nuevos billetes de $ 100 que venían de Brasil (al parecer nuestra Casa de la Moneda no da abasto para emitir todos los billetes que necesitamos). ¿A qué se debe esta paradoja por la cual con esta inflación deberíamos esperar exceso de dinero y, sin embargo, observamos falta de billetes?
En primer lugar, lo que genera inflación es el exceso de dinero. Y dinero no es lo mismo que billetes. Por ejemplo, si el Banco Central compra dólares y emite pesos, pero estos pesos terminan depositados en un banco, que a su vez los deposita en el Banco Central, habrá aumentado lo que se denomina Base Monetaria (dinero en circulación más depósitos de los bancos en el Banco Central) pero no los billetes en circulación, o circulación monetaria. Es decir, puede aumentar la cantidad de dinero (medida por la Base Monetaria) sin que aumente la cantidad de billetes en circulación. Por lo tanto, en un momento determinado puede haber exceso de dinero, que genera inflación, y al mismo tiempo falta de billetes.
Según el último Informe Monetario Semanal que publica el Banco Central, entre el 3 de noviembre y el 3 de diciembre de este año, la base monetaria aumentó en más de $ 9,000 millones, pero la circulación monetaria aumentó sólo poco más de $ 3,000 millones. Efectivamente, ambas variables no se mueven necesariamente de la misma manera.
Supongamos que repentinamente, el conjunto de los argentinos queremos utilizar más efectivo, con lo cual retiramos depósitos de los bancos, que a su vez retiran sus depósitos del Banco Central. Para eso son necesarios más billetes, que el Banco Central pone en circulación luego de haberle solicitado a la Casa de la Moneda que los imprima. Si ésta tiene algún tipo de demora en imprimirlos, puede haber un faltante de billetes, lo que no significa que esté faltando dinero en el mercado. Puede haber exceso de dinero generando inflación y que falten billetes para atender toda la demanda del público.
Pero hay un elemento adicional. Los economistas tendemos a enfocarnos en el proceso económico asociado a la emisión de dinero: el Banco Central compra dólares, o títulos públicos o le presta al gobierno, y para ello emite dinero. Y ahí se termina el análisis. Pero además del proceso económico asociado a la emisión de dinero, hay un proceso logístico asociado a hacer llegar el dinero a sus usuarios, tal como hay procesos logísticos y de distribución para llevar un producto de la fábrica a la góndola, por ejemplo. Y este proceso se complica cuando hay inflación alta pero el Banco Central se resiste a crear billetes de mayor denominación. Esto hace que cada vez se necesiten más billetes para realizar una misma transacción; cada vez duren menos los billetes dentro de los cajeros; cada vez sean necesarios más camiones de caudales para abastecer a los cajeros, etc.
Lo que hubo entonces la semana pasada no fue una escasez de dinero (lo que debería generar, de mantenerse, una baja de precios, lo contrario de lo que ocurre cuando sobra dinero) sino problemas productivos para imprimir los billetes y problemas logísticos de distribución de billetes, problemas que se agravan ambos cuando la inflación licúa el valor de los billetes y el Banco Central se resiste a crear billetes de mayor denominación, lo que aumenta el volumen físico de los billetes a imprimir y a distribuir.
En este contexto, tendría mucho sentido crear billetes de $ 200, para reducir el costo de emisión y distribución de billetes. Pero el gobierno teme que esto sea una señal de que hay inflación. ¿No le convendrá crear el billete de $ 200 y “venderlo” diciendo que es necesario, no porque haya inflación, sino porque con este “modelo productivo, nacional y popular” los trabajadores ganan cada vez más y, por lo tanto, necesitan billetes cada vez más grandes? Si alguien le acerca este argumento a Cristina, tal vez nos libere de las dificultades que tenemos cada vez más frecuentemente cuando vamos al cajero. A fin de cuentas, nadie descubrirá que hay inflación recién cuando reciba un billete de $ 200.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Diálogos económicos

Periodista. Gastón, ayer estuviste en una cena hablando de economía. Planteaste un escenario relativamente optimista.
Gastón Utrera. Si. Anoche estuve en la última cena del año del grupo que coordinan mis amigos Alfredo Pessini y Eduardo Burdisso. Estuvo muy interesante. Yo hablé de economía y Sebastián Santiago contó cosas muy piolas sobre la experiencia de Grido. Me impresionó mucho cuando contó que, para salir de una situación económica difícil y vender más cucuruchos (lo que fabricaban en ese momento) decidieron . . . ¡hacer crecer el mercado de los helados! Así nació el modelo de negocios de Grido. Impresionante. Pero me estoy desviando del tema. Efectivamente, mi planteo fue que la economía tiene problemas, como la elevada inflación, pero no estamos cerca de una crisis y tampoco de una inflación descontrolada. Y esto es muy positivo, dada la historia de crisis económicas y explosiones inflacionarias de Argentina.
P. Me contaron que pusiste énfasis en los factores a los cuales el gobierno equivocadamente atribuye las “tensiones de precios”, el eufemismo que utiliza Boudou para no hablar de inflación, y en los distintos tipos de políticas de estabilización.
GU. Efectivamente. Si bien hice alguna referencia al contexto internacional y la situación de Europa, dediqué más tiempo a las cuestiones que mencionás. Son temas que los lectores de mi blog conocen bien, porque escribí bastante sobre esto en los últimos días. Anoche expliqué por qué es equivocado argumentar que se puede reducir la inflación con más inversiones de las empresas y por qué es equivocado atribuir la inflación a la existencia de sectores concentrados.
P. Y hablábamos también del tema de las políticas de estabilización.
GU. Ah, si. Concretamente expliqué la diferencia entre los programas ortodoxos, que se enfocan en las políticas cambiarias, monetarias y fiscales; los programas heterodoxos, que además de lo anterior, se ocupan de los factores que generan inercia inflacionaria, como las expectativas, la puja distributiva y los mecanismos de indexación; y los programas populistas, que se enfocan sólo en estos últimos aspectos, haciendo fracasar el programa de estabilización por no atender debidamente las presiones inflacionarias generadas por las políticas macroeconómicas. Dí ejemplos de cada uno: la tablita cambiaria de Martínez de Hoz como ejemplo de programa ortodoxo (que fracasó), el Plan Austral en sus inicios como ejemplo de programa heterodoxo (que fue exitoso para bajar rápido la inflación sin costo en términos de nivel de actividad) y el Plan Austral en su final (un fracaso), como ejemplo de un programa populista.
P. Imagino que habrás hecho este análisis para decir algo acerca de la política económica actual. Supongo que te habrás jugado diciendo en qué tipo de política de estabilización podrías ubicar a la política actual.
GU. Me parece que no me jugué mucho, porque dejé la puerta abierta. Claramente no se trata de un programa ortodoxo, ya que arranca con anuncios de acuerdos de precios, típica medida orientada a trabajar sobre la inercia inflacionaria, pero no sobre la política macroeconómica. Pero resta dilucidar si estamos frente a un plan heterodoxo (acuerdos de precios con políticas macroeconómicas moderadas) o de un plan populista (acuerdos de precios con políticas macroeconómicas expansivas). Hasta ahora, pocas señales que alienten la expectativa de un programa heterodoxo.
P. El jueves parece que fue un día movido para vos, ya que antes de la cena de la que estamos hablando hiciste la presentación del Índice de Ventas de Inmuebles de Córdoba, con la CEDUC.
GU. Es así. El jueves por la mañana presentamos el Índice, que es parte de un proyecto muy ambicioso de la CEDUC para generar estadísticas sectoriales, algo inédito en Córdoba. Es uno de mis proyectos preferidos, no sólo porque es muy original y genera información de alta calidad y de mucha utilidad, sino también porque es posible gracias a un esquema muy ingenioso que diseñamos para garantizar la confidencialidad de la información.
P. ¿Cómo es eso? Me interesa.
GU. Estábamos frente a un problema difícil de resolver. Todos los empresarios de la CEDUC estaban muy interesados en conocer los números del mercado, pero ninguno quería aportar sus números. Lo cual justamente hace imposible que existan los números de mercado que les interesa. Planteado el problema, se nos ocurrió una idea muy ingeniosa: utilizamos un software de formularios electrónicos autoadministrados y construimos un conjunto de cuentas de mails que nos permiten triangular los flujos de información. Nosotros enviamos los links para el formulario electrónico a estas cuentas y estas cuentas redireccionan hacia la cuenta personal de cada empresario socio de CEDUC. El empresario entra al link que recibe, contesta el formulario (en menos de 3 minutos) y la información se carga automáticamente en una base de datos en nuestros servidores. Yo tengo todos los datos individuales, pero no sé a quién corresponde cada uno; la CEDUC sabe a quién redirecciona cada mail (con lo cual puede hacer el reclamo, o la “presión”, a quienes no hayan respondido), pero no tiene los datos individuales. Cierra perfecto. La confidencialidad está garantizada no sólo por nuestro compromiso sino fundamentalmente porque nadie sabe qué respondió cada empresario. Y esto destrabó el problema que impedía tener estadísticas del sector.
P. Muy ingenioso. Supongo que seguirán midiendo todos los meses.
GU. Por supuesto. En estos momentos estamos en plena medición, como ocurre durante la primera quincena de cada mes. A mitad de diciembre tendremos los datos correspondientes a noviembre. Ahí veremos si se confirma lo que estamos viendo.
P. ¿Qué están viendo?
GU. Que las ventas de inmuebles no muestran una tendencia muy clara, en línea con lo que está ocurriendo con la actividad económica general. Pero es probable que esto repunte. Me refiero tanto a la actividad económica general como a la venta de inmuebles.
P. Me llamó la atención que esta semana, en un post en el blog, planteás que la actividad económica no muestra una tendencia clara.
GU. Es así. Creo que estamos frente a un freno de la economía que nadie está mencionando. De todos modos, como comenté en el blog, creo que la mejora del contexto internacional (excepto lo que está ocurriendo en Europa) llega en el momento justo para reactivar un poco la economía. Y el boom de consumo que creo ocurrirá este mes, seguramente va a dar un poco de impulso económico.
P. Tendremos mucho para analizar en las próximas semanas.
GU. Sin dudas.

jueves, 2 de diciembre de 2010

El primer índice de ventas de inmuebles de Córdoba

Esta mañana presentamos en la CEDUC (Cámara Empresarial de Desarrollistas Urbanos de Córdoba) el Índice de Ventas de Inmuebles de Córdoba. Se trata de un proyecto inédito en Córdoba, ya que la CEDUC es la primera entidad empresaria que cuenta con información de estas características.
El índice refleja las ventas mensuales de inmuebles en las distintas tipologías comercializadas por las empresas socias de CEDUC (departamentos, casas, cocheras, lotes, oficinas y locales comerciales) y se elabora con la información primaria provista por cada empresa a través de formularios electrónicos autoadministrados bajo un mecanismo diseñado por MKT que garantiza la total confidencialidad de la información. Esto es muy importante, desde el punto de vista operativo porque permite que todos los empresarios compartan la información, y desde el punto de vista de la calidad de la información porque incentiva a responder con veracidad.
En la presentación destaqué tres aspectos importantes que surgen de los datos, habiendo ya relevado los 6 meses que van de mayo a octubre de este año (en este momento está en marcha la medición para captar las ventas de noviembre). El primer aspecto es que, punta contra punta (octubre vs mayo), el Índice de Ventas de Inmuebles de Córdoba bajó un 2.8%.
Pero esta caída se explica en su totalidad por los lanzamientos de proyectos residenciales financiados a más de 3 años, que generaron un volumen importante de ventas al inicio de este periodo de 6 meses, pero con menos fuerza en octubre. También se concentró al inicio de este periodo un volumen alto de ventas de oficinas y locales comerciales, efecto que se redujo al final, aunque el impacto es menor porque el segmento corporativo participa con menos del 10% en el volumen total de ventas. En efecto, el índice que excluye las ventas corporativas (oficinas y locales comerciales) y las ventas financiadas a plazos largos muestra un crecimiento, octubre vs mayo, del 8.2%.
El segundo aspecto que destaqué es que el Índice presenta una marcada volatilidad en estos 6 meses, con subas y bajas consecutivas que reflejan cuestiones de estacionalidad (movimientos hacia arriba o hacia abajo que se producen de manera sistemática durante el mismo mes todos los años). Para analizar la evolución de una variable que tiene estacionalidad es necesario recurrir a una de dos formas: o realizar comparaciones interanuales (comparar cada mes con igual mes del año previo) o aplicar procesos estadísticos de desestacionalización, que corrigen las fluctuaciones sistemáticas asociadas a cada mes. Ambos procedimientos no son posibles de realizar en este momento ya que requieren series largas, mientras el Índice de la CEDUC recién cuenta con 6 meses consecutivos de medición.
De todos modos, es posible comprobar que efectivamente las fluctuaciones observadas en estos 6 meses son producto de estacionalidad y no de un comportamiento errático particular. En efecto, la serie del Índice de la CEDUC muestra exactamente el mismo patrón de subas y bajas que la serie de actividad económica elaborada por MKT a partir de la recaudación del impuesto al cheque (corregida por inflación y corregida por el hecho de que la recaudación de este impuesto, si bien es automática, refleja en gran medida la actividad económica del mes previo).
El tercer elemento que destaqué es que los números del Índice en estos 6 meses no muestran una clara tendencia, algo que se explica por el hecho de que en la actividad económica general está pasando algo similar, como destaqué en el post “¿Otra vez nos salva el viento de cola?”.
Durante 2011 seguiremos elaborando mensualmente el índice, y probablemente avancemos también con el ambicioso proyecto de CEDUC de ir incorporando nuevas estadísticas sectoriales, como índices de actividad de la construcción e índices de costos y precios de inmuebles.

El informe completo puede ser solicitado en la web de CEDUC http://www.ceduccba.com.ar/

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Fiestas a todo consumo

Esta mañana, Juan Turello me hizo una entrevista para Bipolares. Me preguntó qué ocurrirá con el consumo en estas fiestas, y le contesté que seguramente serán unas fiestas con mucho consumo. Y esto porque:
1.- El año cierra con elevada actividad económica, aún cuando durante los últimos meses bajó mucho el ritmo de crecimiento (ver “¿Otra vez nos salva el viento de cola?”). Todos los indicadores de actividad y consumo están en niveles bastante por encima de los niveles registrados un año atrás (actividad económica +6%, actividad industrial +9%, recaudación del impuesto al cheque +39%, por ejemplo), y esto favorece el consumo.
2.- Los salarios en general han conservado poder adquisitivo, a pesar de la alta inflación. Es cierto que algunos segmentos de trabajadores, como los trabajadores en negro, han perdido algunos puntos frente a la inflación. Pero esto, que es un problema en términos sociales (impacta sobre algo así como el 40% de los trabajadores), no implica un freno al consumo ya que representa sólo alrededor del 10% de los ingresos de los hogares.
3.- Seguramente continuarán las promociones y planes de pagos en cuotas de las tarjetas de crédito. Si bien durante este año aumentó el endeudamiento de las familias, todavía está en niveles muy bajos comparado con otros países, con lo cual seguramente hay margen para que siga aumentando el endeudamiento de las familias y, por lo tanto, el consumo.
Por estos motivos, deberíamos esperar un buen fin de año para la actividad comercial, y también un buen verano para la actividad turística. A medida que nos acerquemos a las elecciones presidenciales puede frenarse un poco el consumo si aumentan las expectativas de devaluación luego de las elecciones, ya que esto generaría un incentivo para “fugar capitales” del sistema, esto es, reducir consumo para ahorrar en dólares. Ya pasó en los meses previos a la elección legislativa de junio del año pasado, y puede volver a ocurrir el año próximo. Mientras tanto, todo indica que vienen buenos meses para la actividad comercial.

martes, 30 de noviembre de 2010

¿Otra vez nos salva el viendo de cola?

Una forma habitual de analizar la evolución de indicadores económicos es mediante lo que se denomina “variaciones interanuales”, o “comparación con igual mes del año previo”. Se trata de una forma útil de analizar estadísticas económicas, pero que muchas veces oculta más cosas de las que muestra. Es lo que está ocurriendo actualmente con las estadísticas relacionadas con el nivel de actividad económica.
En efecto, el Índice de Producción Industrial de Orlando Ferreres mostró en octubre un nivel un 9.4% por encima de un año atrás, mientras que el Índice General de Actividad, también de Orlando Ferreres, mostró una variación interanual del 5.8% en el mismo mes. Esto parece indicar un buen ritmo de crecimiento.
Sin embargo, esto muestra lo que ocurrió en el último año (de octubre de 2009 a octubre de 2010) pero no necesariamente lo que está ocurriendo ahora. El gráfico de la izquierda muestra cómo estos dos indicadores, así como el Índice de Producción Industrial de FIEL, no muestran una clara tendencia durante los últimos meses. Los dos índices de producción industrial muestran en julio la caída producida por los problemas energéticos, y los tres indicadores muestran caídas en septiembre y octubre, cerrando el periodo (octubre) apenas por debajo del nivel con el cual empezaron (mayo).
De todos modos, es probable que durante los próximos meses la actividad económica vuelva a mostrar una tendencia creciente, dado que justo en los últimos meses del periodo analizado, el contexto internacional mejoró sustancialmente, con subas de índices bursátiles, debilitamiento del dólar y apreciación de las materias primas. Esto se observa en el gráfico de la derecha.
Se trata de una mejoría que llegó justo cuando la economía argentina estaba perdiendo impulso. Veremos si este mejor contexto internacional se sostiene a pesar de los problemas en Europa.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Krugman y la Argentina

Paul Krugman es uno de mis economistas preferidos. Es premio Nobel de Economía por sus aportes a las teorías del comercio internacional y de la localización geográfica de la actividad económica. Pero realizó también un importante aporte a la ciencia económica con su modelo de crisis de balanza de pagos, el proceso por el cual, bajo un esquema de tipo de cambio fijo, un déficit fiscal financiado con emisión monetaria genera una pérdida de reservas hasta que en un momento determinado se produce un ataque especulativo que termina con las reservas del banco central y obliga a pasar a un esquema de flotación cambiaria, donde ahora la emisión monetaria para financiar el déficit fiscal se transforma en inflación. Se trata de un modelo que explica muchas de las crisis cambiarias de Argentina.
Sus libros de texto sobre Economía Internacional y sobre Microeconomía son buenísimos, y además es un excelente divulgador de temas económicos, a través de columnas de opinión en distintos diarios, como el The New York Times.
La semana pasada, Krugman estuvo en Argentina. Y, a diferencia de lo que ocurre con expertos que suelen visitar el país y decir cosas que suenan inteligentes (en especial si se trata de un premio Nobel) pero que suelen implicar un profundo desconocimiento de la economía local, Krugman realizó, en una de las entrevistas que le hicieron, dos comentarios que creo pertinentes.
El primero es que el actual proceso inflacionario es importante, pero solucionable. A diferencia de Nouriel Roubini, el gurú del momento, que semanas atrás dijo en Buenos Aires que la inflación argentina estaba descontrolada (ver el post “El pronóstico inflacionario de Roubini”), Krugman considera que se trata de un proceso diferente a los procesos inflacionarios que caracterizaron a Argentina en las décadas del 70 y el 80. Y creo que esto efectivamente es así. Los procesos inflacionarios gatillados por desequilibrios fiscales descontrolados financiados con emisión monetaria pueden terminar en una hiperinflación, a medida que las personas van huyendo del dinero y van haciendo necesarias emisiones monetarias cada vez mayores para financiar déficit fiscales que, producto de la inflación, también se hacen cada vez mayores.
El segundo comentario, con el cual cerró la entrevista, también es interesante. Dijo que no tiene demasiado para decir sobre las perspectivas de la economía argentina porque no le está prestando demasiada atención, ya que considera muy improbable que Argentina tenga una crisis en el corto plazo. Como experto en crisis económicas (viene estudiando las crisis desde, al menos, las crisis del sudeste asiático de 1997 y 1998), que Krugman no vea mucho interés en Argentina es un buen dato. Hay muchos problemas para resolver pero, a diferencia de otros momentos de nuestra historia económica, sin la urgencia que imponen las crisis. Y esto brinda una oportunidad.

martes, 23 de noviembre de 2010

Para qué sirve un pacto social

La inflación es un fenómeno complejo, en el cual intervienen muchos factores. Pero, a los fines de comprender las alternativas de política económica para luchar contra ella, es útil separar estos factores en dos grupos.
El primer grupo es el de los factores que generan la inflación en primera instancia. En este grupo se encuentran las políticas cambiarias, monetarias y fiscales. La inflación de 2002 fue consecuencia de la devaluación: un mayor tipo de cambio aumenta los precios de los productos exportables e importables y arrastra así a otros precios de la economía. La inflación muy alta entre 1975 y 1990, llegando a hiperinflación al final de ese período, fue consecuencia de fuertes déficit fiscales financiados con emisión monetaria. La inflación de los últimos años es consecuencia de un tipo de cambio alto (no para muchos industriales, sí para el conjunto de la economía, en la cual a los niveles de tipo de cambio que hemos tenido en estos años todavía entran más dólares comerciales de los que salen) acompañada de una política macroeconómica equivocada: en lugar de comprar los excedentes de dólares con superávit fiscal, el Gobierno decidió hace mucho tiempo comprar esos excedentes de dólares con emisión monetaria (ver los posts “Cómo evitar la maldición de la soja”, “Por qué tenemos inflación”, “La inflación y una realidad que se repite” y “El mismo diagnóstico inflacionario de los últimos años”).
El segundo grupo es el de los factores que generan inercia inflacionaria. En este grupo se encuentran las expectativas inflacionarias y la puja distributiva. Si la inflación es alta, las negociaciones salariales pujan por salarios más altos, lo que aumenta los costos de las empresas e incentiva a subas de precios que retroalimentan el proceso. También en este grupo se encuentran los mecanismos de indexación, que aparecen cada vez que la inflación es alta, dándole vida propia a la inflación.
Una vez identificados estos dos grupos de factores que influyen sobre la inflación, es más fácil comprender los distintos tipos de programas de estabilización, como se conoce a las medidas para frenar la inflación. Los programas ortodoxos se concentran en el primer grupo de factores, es decir, en las políticas macroeconómicas (cambiarias, monetarias y fiscales).  El razonamiento es que si estos factores son los que generan inflación en primera instancia, es necesario trabajar sobre ellos para eliminar la inflación. La ventaja de estos programas es que se enfocan directamente en las causas de la inflación (dan el antibiótico adecuado para la infección), pero su principal desventaja es que si no cortan con los mecanismos de propagación de la inflación (los factores del segundo grupo), la inflación puede seguir siendo alta aún una vez eliminados los factores que generaban inflación. Y esto tiene consecuencias muy negativas para la economía: si se intentó frenar la inflación con un esquema de tipo de cambio fijo, pero la inflación continuó producto de su inercia, se produce un atraso cambiario, esto es, una pérdida de competitividad cambiaria que impacta muy negativamente sobre la actividad económica, generando una recesión; si se intentó frenar la inflación con una reducción del déficit fiscal para reducir la emisión monetaria, pero la inflación continuó elevada producto de su inercia, se produce una escasez de dinero que aumenta las tasas de interés y hace caer el tipo de cambio, lo que también genera recesión. Un ejemplo bien concreto de este tipo de problemas es lo que ocurrió con el plan de estabilización de Martínez de Hoz a finales de los 70, con la famosa tablita cambiaria.
Los programas heterodoxos tienen en cuenta estos problemas de los programas ortodoxos y se enfocan, por lo tanto, en ambos grupos de factores: ajustan la política macroeconómica para que sea consistente con una menor inflación, pero al mismo tiempo trabajan sobre los factores que generan inercia inflacionaria, mediante distintas herramientas, como eliminación de mecanismos de indexación, acuerdos o pactos sociales o congelamiento de precios y salarios durante algunos meses. La ventaja de este tipo de programas es que cuando son exitosos, frenan la inflación con menor impacto negativo sobre el nivel de actividad. La principal desventaja es que los gobiernos tienden a “endulzarse” con la parte fácil del programa (suspender aumentos de precios y salarios por decreto, por ejemplo) y dejar de lado la parte difícil (ajustar la política macroeconómica), haciendo fracasar el programa. Un ejemplo bien claro de esto fue el Plan Austral de 1985, que tuvo un muy exitoso comienzo (bajó la inflación mensual del 40% al 2% en pocos meses), pero terminó fracasando cuando el déficit fiscal se desbocó y volvió la emisión monetaria.
El viernes pasado, CFK anunció un pacto social a realizar entre el Gobierno, la UIA y la CGT (pocas horas después hicimos los primeros comentarios en “Economía en 5 minutos”). El análisis anterior de programas de estabilización ortodoxos y heterodoxos permite concluir que un pacto social concentrado en encauzar la puja distributiva para reducir la inercia inflacionaria puede jugar un rol importante en la reducción de la inflación, pero que será un nuevo fracaso en la lucha contra la inflación si el gobierno “olvida” el pequeño detalle de que tiene que frenar lo que está generando la inflación. Y esto último es el equivocado intento de mantener el tipo de cambio alto mediante la política monetaria (emitir pesos para comprar los dólares excedentes) en lugar de hacerlo mediante la política fiscal (generar superávit fiscal para comprar esos dólares sin emitir pesos). El Programa Monetario 2011 que el mes próximo presentará el BCRA será un primer indicio de si estamos frente a un programa de estabilización heterodoxo o frente a un programa populista, que sólo intenta una tregua de precios y salarios mientras genera más presiones inflacionarias.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Economía en 5 minutos

CFK estuvo en la conferencia de la UIA, con Moyano. En 5 minutos, comentarios sobre dos definiciones importantes: no habrá estado empresario y habrá pacto social con UIA y CGT.

martes, 16 de noviembre de 2010

El mismo diagnóstico inflacionario de los últimos años

Sigo insistiendo en que la actual inflación es, en gran medida, consecuencia de la política macroeconómica de los últimos años. A tal punto mi diagnóstico es el mismo desde hace mucho tiempo, que reproduzco aquí una columna de opinión que publiqué hace más de dos años en La Voz del Interior (concretamente el 3 de Agosto de 2008), donde planteo que Argentina optó por enfrentar la denominada “enfermedad holandesa” mediante la política monetaria en lugar de hacerlo mediante la política fiscal, generando inflación.


Enfermedad holandesa con remedio argentino
En las últimas semanas, distintos economistas han mencionado un fenómeno económico conocido como “enfermedad holandesa”, que consiste en una apreciación del tipo de cambio real que perjudica a la producción industrial y que ocurre cuando, ante el descubrimiento de recursos naturales exportables o ante el aumento de los precios de exportación, se produce una fuerte entrada de divisas que desequilibra el mercado cambiario. La motivación para hablar de “enfermedad holandesa” en Argentina es el fuerte incremento de los precios de exportación producido durante los últimos años (un 86% desde comienzos de 2002) y la percepción de pérdida de competitividad que existe en gran parte del sector industrial (el 54% de los industriales cordobeses considera que la industria no es competitiva al tipo de cambio actual).

jueves, 11 de noviembre de 2010

Economía en 5 minutos

Cerramos la semana hablando sobre inflación. Y ya que hablamos de inflación, el post viene con un inflación del 30%. La semana próxima volveremos a los 5 minutos habituales.

La inflación y una realidad que se repite

La siguiente es una columna de opinión que publiqué en la Voz del Interior el 9 de marzo de 2008. A tal punto la realidad argentina de los últimos años se repite de manera asombrosa, que a aquella columna de hace más de dos años y medio la podría haber escrito hoy sin cambiarle una sola coma. Señal de que muchas cosas no han cambiado desde ese entonces.
La inflación y una realidad que se repite
En La Invención de Morel, la novela de Adolfo Bioy Casares que Jorge Luis Borges prologó atribuyéndole una trama perfecta, el protagonista cree presenciar una realidad que se repite de manera asombrosamente idéntica, hasta que descubre que se trata de un solo conjunto de hechos proyectados de manera virtual una y otra vez por la maquinaria creada por Morel. En la Argentina de 2008 presenciamos una realidad que efectivamente se repite de manera asombrosamente idéntica.

El comercio a dos velocidades

Ayer diserté en el seminario organizado por la Cámara de Comercio de Córdoba y la Cámara Argentina de Comercio. Acá se puede bajar mi presentación “Evolución de la actividad comercial en Córdoba”.
Entre otras cosas, en esta presentación planteo que, viendo la actividad comercial desde el punto de vista macroeconómico, se siguen observando altas tasas de crecimiento pero, viéndola más de cerca, es claro que los distintos comercios van a velocidades diferentes: los que venden bienes durables por un lado (por ejemplo, motos +70%, autos +40%, electrodomésticos + 12%) y los que venden bienes no durables por otro (alimentos y bebidas +5%).
Esto es consecuencia de que quienes tienen capacidad de compra y de endeudamiento están en general tratando de protegerse frente a la inflación comprando bienes durables. Y de que los ingresos también se mueven a dos velocidades: los empleados del sector privado en blanco ganándole unos puntos a la inflación y los empleados del sector privado en negro, y del sector público, perdiendo algunos puntos frente a la inflación. Y esto implica que los bienes con más peso en la canasta de consumo de los trabajadores de menores ingresos (básicamente alimentos y bebidas) crezcan menos que el resto.
Esto explica por qué, a pesar de la fuerte recuperación del consumo y la actividad comercial durante lo que va del año, los comercios de la provincia de Córdoba se dividen casi en partes iguales según qué está ocurriendo con sus volúmenes de ventas: 34.5% con más volumen que un año atrás, 29% con igual volumen y 32.5% con menor volumen. Comercios de bienes durables creciendo más que comercios de bienes no durables; comercios con público de nivel socioeconómico medio y alto creciendo más que comercios con público de niveles socioeconómico bajos.
¿Qué puede pasar durante 2011? Seguramente más de lo mismo: crecimiento de la actividad económica (más moderado que este año), inflación elevada, salarios siguiéndole el ritmo a la inflación (en promedio), diferentes velocidades en los ingresos y en el consumo y la actividad comercial.

martes, 9 de noviembre de 2010

Dos visiones equivocadas sobre la inflación

Cada vez que se profundiza el debate sobre las causas de la inflación, el gobierno y muchos economistas plantean dos visiones equivocadas sobre sus causas y, por lo tanto, sugieren medicinas equivocadas.
La primera visión equivocada es que la inflación se debe a la existencia de “grupos concentrados” de la economía, esto es, sectores con poca competencia dominados por pocos oferentes. Esto no es correcto por varios motivos. Desde el punto de vista conceptual, la existencia de mercados poco competitivos puede explicar por qué los precios en esos mercados son más altos de lo que serían si existiera más competencia, pero no puede explicar por qué los precios suben sistemáticamente. En el caso de extremo de un mercado dominado por un solo oferente (un monopolio), no existe motivo para aumentar permanentemente los precios a menos que la demanda o los costos estén aumentando constantemente, situación que ocurre justamente cuando hay inflación. En pocas palabras, un monopolista puede subir los precios en respuesta a un proceso inflacionario, pero no le convendrá subirlos permanentemente en ausencia de inflación.
Y desde un punto de vista fáctico, la explicación de la actual inflación como consecuencia de grupos concentrados implicaría que Argentina tiene una concentración de mercados mucho mayor que el resto del mundo (mientras nosotros tenemos una inflación del 25% anual, el resto del mundo tiene una inflación de un dígito) y que la concentración económica se incrementó sustancialmente durante las gestiones K (la inflación fue de sólo el 3.7% en 2003). No existe evidencia que corrobore tales incrementos de concentración económica. Corolario: no se combate la inflación desde la Secretaría de Comercio.
La segunda visión equivocada es que la inflación se soluciona con mayores inversiones. El argumento es: si hay inflación, es porque la demanda de bienes aumenta más que la oferta de bienes, ajustándose la diferencia con inflación. Por lo tanto, sigue el argumento, puede combatirse la inflación aumentando la oferta de bienes a través de mayores inversiones. El argumento parece razonable pero falla por, al menos dos motivos. Desde el punto de vista conceptual, las inversiones son primero más demanda (las empresas que invierten demandan más maquinarias, herramientas, computadoras, edificios, etc) y recién luego de que dichas inversiones maduran, se convierten en mayor oferta de bienes. Hasta que aumenta la oferta, la inversión aumenta la demanda, agravando y no aminorando el problema.
Y desde un punto de vista más simple, los órdenes de magnitud involucrados hacen evidente la falacia del argumento. Con una inflación del 25% como la actual, la demanda de bienes tiene que estar incrementándose 25 puntos porcentuales por encima del incremento de la oferta de bienes. Es imposible cerrar esta brecha con mayor producción. No hay inversión que permita que, creciendo al 7% anual con una inflación del 25% anual, pasemos a crecer al 32% anual para cerrar la brecha entre demanda y oferta de bienes. Es simplemente un disparate argumentar que una inflación del 25% anual se elimina aumentando la oferta de bienes.
Deberíamos dejar de perder el tiempo con argumentos equivocados sobre las causas de la inflación. Cuando en Chile, Brasil o Uruguay sube la inflación, los gobiernos no hablan de grupos concentrados ni de estimular la inversión (a esto último hay que hacerlo, pero por otros motivos), sino que se ocupan de calibrar las políticas macroeconómicas para operar sobre los verdaderos motores inflacionarios (ver “Por qué tenemos inflación”).

Por qué tenemos inflación

Este año cerraremos con una inflación de alrededor del 25% (ver “Un poco de aritmética inflacionaria”). No es producto de la existencia de “sectores concentrados” de la economía, ni de formadores de precios irresponsables, ni de falta de inversión (aunque es cierto que necesitamos más inversión). Es consecuencia de la política económica de los últimos 5 años.
Como expliqué en un post anterior (ver “Cómo evitar la maldición de la soja”), un país puede intentar evitar una apreciación de su moneda ante una fuerte entrada de dólares (en Argentina, en los últimos años, por tipo de cambio alto combinado con altos precios de las materias primas) comprando dólares con superávit fiscal (la forma más efectiva) o comprando dólares con emisión monetaria (la forma menos efectiva, ya que genera inflación). El Gobierno Nacional decidió esta última alternativa. Por eso tenemos inflación.
Es cierto que en realidad esta misma política fue seguida durante 2003 y 2004 sin generar inflación, pero el contexto era distinto. Luego de la crisis financiera de 2001 y 2002, aumentó la demanda de dinero durante 2003 y 2004, con lo cual el BCRA podía comprar muchos dólares emitiendo pesos sin generar inflación ya que estos pesos eran demandados por el mercado. Calzada la oferta de dinero con su demanda, no había desequilibrio monetario que se ajustara con inflación. Desde 2005 la demanda de dinero comenzó a crecer a un ritmo más bajo, acompañando el ritmo de crecimiento de la actividad económica, con lo cual la misma política de emisión monetaria para comprar dólares y sostener el tipo de cambio pasó a generar un exceso de oferta de dinero, que se ajustó con inflación.
Y desde 2010 se agregó otra causa de emisión monetaria: la emisión para transferir fondos del BCRA al Tesoro, bajo la forma de transferencias de utilidades del BCRA. Esta emisión de dinero, que en los últimos 12 meses hasta el 29 de octubre implicó un aumento del 30% en la Base Monetaria (los pesos en circulación más las reservas de los bancos en el BCRA) y del 27.9% en el agregado monetario M2 (la Base Monetaria más los depósitos en pesos a la vista y en caja de ahorro), explica porqué los precios subieron 25.7% en igual periodo. Es la consecuencia de un mix de política económica (políticas cambiaria, monetaria y fiscal) que genera inflación.
Una política anti-inflacionaria exitosa requiere desacelerar estos motores inflacionarios (además de coordinar expectativas y generar acuerdos de precios y salarios que acompañen la desaceleración, para que la actividad económica no sufra el impacto), algo que difícilmente esté en la agenda del Gobierno Nacional. No deberíamos esperar por lo tanto menor inflación durante 2011.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Economía en 5 minutos

Para cerrar la semana, comentarios sobre economía en 5 minutos.

El pronóstico inflacionario de Roubini

La semana pasada, el gurú económico del momento, Nouriel Roubini, estuvo en Argentina y habló de una inflación “desenfrenada”. Es cierto que la inflación actual es muy elevada (ya se está acercando al 25% anual, ver “Un poco de aritmética inflacionaria”), y que esto nos quita competitividad mientras tengamos planchado el tipo de cambio, pero creo que es apresurado hablar de inflación desenfrenada.
Me puse a analizar los datos de inflación argentina desde 1943 hasta la actualidad y encontré algunas cosas interesantes. Desde 1943 hubo 10 ocasiones en las cuales la inflación perforó el 30% interanual. En uno de esos episodios, pasó muchísimo tiempo hasta que la inflación volvió a estar por debajo del 30%: en octubre de 1974 alcanzó 30.2% y a partir de ahí no bajó más (hiperinflaciones de por medio) hasta abril de 1992, cuando bajó al 25%. Es decir, una vez que la inflación cruzó el umbral del 30%, tardó 330 meses en cruzarlo nuevamente hacia abajo.
De los restantes 9 episodios, sólo en tres la inflación permaneció por encima del 30% durante más de un año: entre abril de 1951 y agosto de 1952 (16 meses), entre julio de 1958 y mayo de 1960 (22 meses) y entre mayo de 1971 y enero de 1974 (32 meses). Los restantes 6 episodios duraron un año o menos: abril de 1949 a marzo de 1950 (11 meses), agosto a diciembre de 1957 (4 meses), septiembre de 1962 a mayo de 1963 (8 meses), julio de 1965 a julio de 1966 (12 meses), julio a diciembre de 1967 (5 meses) y julio de 2002 a abril de 2003 (9 meses).
Estos números muestran que de 10 episodios en más de 60 años en los cuales se perforó el 30% anual de inflación, en sólo uno de ellos la inflación se descontroló, en 3 de ellos la inflación permaneció alta por más de un año y en 6 de ellos la inflación volvió rápidamente a estar por debajo del 30%.
Un análisis un poco más sofisticado (sólo un poco) muestra que en Argentina, cuando la inflación se encuentra en el rango de entre el 30% y el 50% anual, tiende a ser menos volátil (más estable) que cuando es menor al 30% o mayor al 50%. Y también muestra que en ese rango del 30% al 50%, la probabilidad de que luego de 12 meses la inflación se haya acelerado es de sólo un 32%, frente a más del 50% cuando la inflación está fuera de ese rango de 30% a 50%.
Estos datos no se condicen con una muy conocida hipótesis que postuló el economista Milton Friedman (Premio Nobel de Economía 1976, y padre de la denominada “Escuela Monetarista” de economía), según la cual cuanto mayor es la inflación, más volátil es. De todos modos, no todas las investigaciones encuentran evidencia consistente con esta hipótesis, y creo que difícilmente puedan hacerlo en el caso de Argentina (estuve viendo los mismos datos para Chile y Brasil, y muestran cosas parecidas, aunque Chile nunca tuvo una inflación mayor al 40% en los últimos 30 años).
¿Qué puede significar todo esto? Que si bien estamos con un problema serio de inflación, seguramente es apresurado hablar de inflación descontrolada, ya que la evidencia nos indica que en general tiende a haber cierta estabilidad en inflaciones como la que tenemos ahora. Pero también significa que si nos descuidamos y sobrepasamos el 50% anual (ahora parece lejano, ¡pero desde 1943 nos pasamos el 36% del tiempo con inflación mayor al 50%!), corremos riesgo de que ahí sí se cumpla el pronóstico de Roubini.

martes, 2 de noviembre de 2010

Cómo sigue la economía sin Kirchner

El mismo día de la muerte de Kirchner (ver “El efecto económico de la muerte de Kirchner”) y al día siguiente (ver “Economía en 5 minutos”) formulé mis primeras hipótesis acerca de qué ocurriría con la economía en ausencia de Kirchner. Casi una semana después, reordeno aquellas ideas, a la luz de los movimientos que se fueron sucediendo:
1.- La economía no se detendrá. En ambos posts argumenté que el favorable contexto internacional haría muy difícil que la actual recuperación se frenara por la mayor incertidumbre política. Sigo pensando lo mismo. Si bien en agosto comenzó una etapa con más riesgo de desaceleración (ver “Se acabó la parte fácil de la recuperación económica”), el contexto internacional es muy favorable, lo que explica la gran cantidad de indicadores positivos que se han publicado en las últimas horas (los últimos, el 28% de crecimiento interanual en la venta de autos y 38.9% de crecimiento interanual en la recaudación del impuesto al cheque).
2.- El rumbo económico seguirá siendo el mismo. En el segundo post argumenté que el escenario más probable es uno de continuidad. La manifestación de ayer de Cristina en el sentido de que seguirá el legado de Kirchner confirma aquella hipótesis, al igual que la defensa del modelo K que hizo hoy en el acto en Córdoba. Muy difícil que quiera cambiar el rumbo, cuando siente que eso sería traicionar la memoria de su esposo y que parte del pueblo le acaba de dar la razón (también lo dijo hoy en Córdoba).
3.- El gobierno pierde capacidad de gestión económica. El gobierno estaba acostumbrado a una centralización extrema de las decisiones económicas. Sin Kirchner, el gobierno necesita varias personas para reemplazarlo. Creo que esto le quita capacidad de gestión, pero también le quita capacidad para sorprender con medidas audaces con beneficios a corto plazo pero potenciales impactos negativos a mediano y largo plazo. Para ponerlo en términos simples, sin Kirchner es más difícil que se ejecuten medidas audaces y sorpresivas como lo fueron en su momento la estatización de los fondos de las AFJP o el pago en efectivo al FMI con reservas del BCRA. Sigo pensando que esto mejora, aunque sea levemente, las perspectivas económicas.
4.- El gobierno no va a instrumentar una política anti-inflacionaria. No tiene ningún incentivo para hacerlo, cuando sigue sacando rédito de la inflación (“infla” la recaudación), cuando está en vísperas de un año electoral y cuando lo que denomina “el ajuste” no está dentro del modelo K al cual dará continuidad.
5.- Pero tampoco va a “pisar más el acelerador”. Aunque no instrumente una política anti-inflacionaria, creo que la fuerte mejora de imagen que está teniendo CFK hace que para llegar bien posicionada a las elecciones necesite “pisar el acelerador” de la economía menos de lo que habría necesitado NK. Esto no implica menos inflación que ahora, pero sí menos riesgo de que se acelere mucho por sobre los niveles actuales. Para que no queden dudas: no estoy diciendo que la inflación bajará (no creo que eso ocurra), sino que hay menos riesgo de que se acelere aún más. Habrá que esperar el Programa Monetario que presentará el mes próximo Marcó del Pont.
6.- La puja salarial estará contenida. Es probable que por muchos meses Moyano no tenga mucho margen para jugar muy fuerte contra una CFK con mejor imagen y más apoyos políticos. Si esto es así, podemos llegar a las elecciones con una puja salarial relativamente contenida, lo que permitiría mantener la inflación en los niveles actuales, o levemente por encima de los niveles actuales.
7.- Por todo esto sigo pensando, como el día posterior a la muerte de Kirchner, que los escenarios posibles son:
a.- Giro hacia la ortodoxia. Política anti-inflacionaria, mayor libertad en los mercados, retiro gradual de subsidios, señales pro-mercado, acuerdos con Club de Paris y con FMI (sólo para permitir las revisiones del denominado “artículo IV”). Muy baja probabilidad (digamos 5%).
b.- Profundización de la política K. Políticas monetarias y fiscales muy expansivas (inflacionarias), mayor intervención en los mercados, enfrentamiento con el sector empresario, puja de salarios descontrolada, medidas audaces y sorpresivas, como nacionalizaciones de empresas. Baja probabilidad, pero mayor que en el escenario anterior (digamos, 25%).
c.- Continuidad sin profundización. Sin política anti-inflacionaria, pero tampoco aceleración descontrolada de las políticas monetarias y fiscales. Sin nuevos avances sobre los mercados, pero sin retirar subsidios ni intervenciones. Enfrentamiento moderado con sectores empresarios. Puja de salarios compatible con la inflación actual. Muy alta probabilidad (digamos, 70%).
Con estos escenarios, los dos principales problemas durante 2011 serán la inflación y la pérdida de competitividad cambiaria.
Veamos cómo se desarrollan los acontecimientos en las próximas semanas, para revisar nuevamente estos escenarios.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Se acabó la parte fácil de la recuperación económica

En agosto ocurrió un hecho importante: recuperamos el nivel de actividad económica previo a la recesión. Esto tiene una consecuencia importante: se acabó la parte fácil de la recuperación. Tan fácil es recuperar nivel de actividad luego de una recesión que en los últimos 40 años de historia económica argentina, de 11 recesiones sólo en una de ellas la recuperación se revirtió antes de recuperar el nivel previo al inicio de la recesión.
Ahora entramos en la etapa difícil, ya que pasamos de la etapa de recuperación a la etapa de crecimiento. A partir de ahora empieza a ser más importante invertir para aumentar capacidad productiva que aumentar la utilización de la capacidad productiva existente. A partir de ahora aumenta el riesgo de perder el impulso de la actividad económica. Por eso hay que comenzar a mirar “con lupa” los datos existentes, para tratar de detectar cualquier señal de freno en la economía.
Mirando “con lupa” los datos disponibles, es posible ver una señal negativa y dos positivas:
1.- El Índice General de Actividad (índice elaborado por Orlando Ferreres, sustituto del Estimador Mensual de Actividad que elabora INDEC) creció durante el tercer trimestre sólo un 0.5%, luego de crecer 3.3% en el primer trimestre y 3.6% en el segundo. Primera señal de alerta, aunque es importante tener en cuenta que el tercer trimestre incluye el mes de julio, cuando la producción cayó por problemas energéticos que impactaron sobre la industria.
2.- La recaudación de impuestos vinculados a la actividad económica, como el impuesto al cheque y el IVA, creció más durante el tercer trimestre que durante los dos trimestres previos (descontando el efecto de la inflación y ajustando por efectos estacionales, esto es, teniendo en cuenta que la recaudación se mueve al interior del año de acuerdo con cuestiones propias de cada mes). Es difícil que crezca la recaudación de estos impuestos si la actividad económica no está creciendo. Se trata de un dato positivo, pero contradictorio con el anterior.
3.- El Índice Líder de Actividad Económica que elabora la Universidad Torcuato Di Tella ha mostrado una tendencia creciente durante todo el año hasta agosto, último dato disponible. Un índice líder es una estadística construida promediando una serie de variables económicas que tienden a anticiparse a lo que ocurrirá con la actividad económica. Cuando deja de crecer y comienza a caer, es un indicador de que es altamente probable que la economía entre en una recesión en los meses siguientes. No es lo que está ocurriendo ahora; por el contrario, al continuar subiendo indica que es poco probable que la actividad económica se frene o comience a caer.
En el balance de estas señales positivas y negativas, creo que todavía estamos lejos de una reversión del actual ciclo expansivo de la economía, y por eso seguimos viendo números como los que publicó el INDEC hace pocas horas (31.5% de aumento interanual de ventas de supermercados en septiembre; 29.4% en el caso de las ventas de shoppings, en ambos casos crecimientos mayores que la inflación), o el dato de aumento del volumen de ventas minoristas publicado por CAME (+4.1% interanual en septiembre). Pero tendremos que acostumbrarnos a mirar estos datos con lupa, ya que en agosto se terminó la parte fácil de la recuperación económica.