Para justificar ajustes fiscales suele
utilizarse la analogía con una familia, que puede reducir cualquier
desequilibrio entre gastos e ingresos reduciendo sus gastos.
Pero cuando es un Estado quien intenta lo
mismo, el resultado puede ser muy diferente, porque la reducción del gasto
tiende a reducir la actividad económica y, con ella, los ingresos fiscales.
En este caso, como en muchos otros,
comparar el funcionamiento de la macroeconomía con el de una familia incurre en
lo que se denomina falacia de composición.
Implica desconocer que los sistemas suelen
tener distintas propiedades a nivel agregado y a nivel de los individuos que
los componen.
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