La verdadera
competitividad no se consigue devaluando, sino mediante aumentos de
productividad. Sin embargo, en un contexto de atraso cambiario, no hay aumentos
de productividad que permitan solucionar el problema de baja competitividad.
Lamentablemente, cuando
la inflación es alta, tampoco se soluciona simplemente devaluando, porque en
ese contexto las devaluaciones se trasladan rápidamente a los precios internos.
El análisis, en la
columna de opinión de la semana pasada en la revista Punto a Punto.
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