Un blog de economía para no economistas

"Ojalá te toque vivir tiempos interesantes", reza una maldición china. Los argentinos sufrimos la maldición de vivir en una economía "interesante". Por eso tenemos que saber más de economía que en otros países.

Para enfrentar la maldición de vivir en una economía "interesante", en este blog encontrarás comentarios, análisis y estadísticas sobre la economía argentina, sin jerga económica innecesaria ni tecnicismos, con rigurosidad analítica pero simpleza en la exposición.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Un poco de aritmética inflacionaria

Una técnica muy simple pero muy efectiva para tratar de pronosticar cómo puede comportarse una variable económica a futuro es simulando, mediante simples cálculos aritméticos, distintas trayectorias probables, para determinar cuál es el rango en que puede encontrarse dicha variable a futuro. Esta técnica no permite saber cuál será el valor de la variable, pero sí permite saber qué valores hay que descartar por poco probables. Permite acotar la incertidumbre sobre un futuro que desconocemos.
Apliquemos esta técnica a la inflación. Por la forma en que se mide la inflación anual (porcentaje de variación del índice de precios “punta contra punta”, es decir, diciembre del año en cuestión contra diciembre del año previo), el rango de lo que puede ocurrir con la inflación anual de 2010 está bastante acotado, dado que gran parte del año ya está jugado (es la inflación entre enero y agosto, que ya conocemos), quedando muy poco por definirse (sólo la inflación de los meses de septiembre a diciembre).
Dos decisiones previas. La primera: qué índice de precios utilizar. Desde la intervención del INDEC a comienzos de 2007, solía ser útil tomar un promedio de los índices de precios de un grupo de provincias que continuaban midiendo la inflación como lo hacía INDEC antes de la intervención, pero desde finales de 2009 estos índices comenzaron a comportarse de manera muy diferente entre sí, con lo cual al promediarlos, el resultado varia mucho dependiendo de qué ponderadores se utilizan para cada índice. En la actualidad el índice más utilizado es el elaborado por Buenos Aires City.
La segunda: cómo tener en cuenta la estacionalidad, esto es, la mayor o menor inflación en distintos meses de acuerdo con un patrón regular año a año, como la mayor inflación de cada diciembre. Una forma muy útil es trabajar con los datos desestacionalizados, es decir, habiendo transformado los datos originales en datos que no tienen estacionalidad, utilizando técnicas econométricas de desestacionalización.
Resueltas estas dos cuestiones, hagamos ahora sí un poco de aritmética inflacionaria. Utilizando la serie desestacionalizada del índice de precios al consumidor elaborado por Buenos Aires City, la inflación acumulada entre enero y agosto de 2010 es de 16.1%. Esto es, si el índice de precios fue 100 en diciembre de 2009, alcanzó el valor 116.1 en agosto de 2010. Esto implica que la única forma de que la inflación 2010 cierre en 16.1%, es con una inflación nula entre septiembre y diciembre, lo que mantendría el índice en el valor 116.1 hasta diciembre. Algo claramente improbable.
Ahora simulemos qué ocurre si la inflación sigue el ritmo observado entre abril y agosto de 2010, cuando el promedio mensual fue de 1.5%. Si aplicamos este porcentaje de incremento a cada mes entre septiembre y diciembre, el índice llega en diciembre a 123.3. Esto implica una inflación anual del 23.3%. ¿Ocurrirá esto? No lo sabemos. Sí sabemos que es un porcentaje probable, ya que implica de acá hasta diciembre una inflación mensual similar al promedio de los últimos meses, en los cuales la inflación fue muy estable.
Simulemos ahora una inflación mayor. ¿Qué tal 1.9% mensual, un 30% más de inflación cada mes? Aplicando esta tasa a cada mes entre septiembre y diciembre, el índice llega a 125.2 en diciembre, es decir, un 25.2% más que en diciembre de 2009. Tampoco sabemos si la inflación llegará a este nivel, pero sabemos que también es un escenario probable, con un poco más de inflación que durante los últimos meses.
Simulemos finalmente una inflación bastante más alta, de un 2.3% mensual, casi la inflación observada en febrero y marzo de este año. Aplicando esta inflación a los meses de septiembre a diciembre, el índice alcanza el valor 127 a final de año. Esto es, una inflación anual del 27%. ¿Puede ocurrir esto? Sí, pero es poco probable. Para que ocurra, la inflación mensual tendría que acelerarse del 1.5% mensual de promedio observado entre abril y agosto a un 2.3% entre septiembre y diciembre, un 50% más de inflación mensual.
En síntesis, no sabemos qué ocurrirá con la inflación. Pero un poco de aritmética inflacionaria indica que para que cierre por debajo del 23% sería necesaria una desaceleración del ritmo inflacionario durante lo que queda del año, y para que cierre por encima del 25% tendría que aumentar en más de un tercio el ritmo inflacionario. Entre 23% y 25% es entonces el rango más probable. Una inflación alta, que no debemos minimizar y que el próximo gobierno tendrá que reducir, pero menos de lo que pronostica la mayoría de los economistas y mucho menos de lo que espera la mayoría de los consumidores.

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