A continuación, la columna de opinión mía que
publicó La Voz del Interior en el suplemento especial del sábado pasado.
La pesificación llegó
para quedarse. Pero de una forma muy concreta. De las tres funciones de la
moneda, el Gobierno Nacional puede lograr, con relación al dólar, llevar a su
mínima expresión a dos de ellas: su utilización como medio de pago (transacciones
por las cuales se entregaban dólares, en adelante se realizarán entregando
pesos) y su utilización como reserva de valor (pesos que se ahorraban comprando
dólares, ahora buscarán otros destinos). Pero creo que difícilmente logre
eliminar la función del dólar como unidad de cuenta, especialmente en un
contexto en el cual es difícil que funcione algún mecanismo de indexación en
pesos. En pocas palabras: operaremos en pesos pensando en dólares.
En este contexto, de
los tres medios tradicionales para el ahorro minorista en Argentina, fáciles de
operar y que todo el mundo conoce, plazos fijos, compra de dólares e inmuebles,
los dos primeros perderán importancia, pero el tercero la mantendrá. Cuando el
sector inmobiliario termine de “digerir” los bruscos y repentinos cambios de
reglas de juego volverá a recibir inversiones, como una forma de ahorrar en
dólares, aun sin poder comprar dólares.
Pero un principio
básico de las finanzas es la diversificación (“huevos en distintas canastas”),
más importante aún en una economía tan volátil. Y por lo tanto muchos pequeños
ahorristas se verán tentados a subir un escalón en su sofisticación financiera.
Aparecen así las oportunidades para invertir en instrumentos como cheques de
pago diferido descontados en el mercado de capitales, fideicomisos agrícolas y
financieros, obligaciones negociables de empresas y títulos públicos atados al
dólar. Seguramente continuarán ampliándose las opciones de estos últimos, ya
que muchas provincias, entre ellas Córdoba, necesitan financiarse y están
lográndolo a través de estos instrumentos. Un título provincial atado al dólar,
con una tasa de interés cercada al 10%, permite colocar pesos y obtener, al
cabo de un año, un rendimiento en pesos probablemente cercano al 30%, varios
puntos por encima de la inflación que seguramente tendremos durante 2012 y
2013.
El ingenio para protegerse
de la inflación llevará también a otras alternativas vinculadas a bienes
reales. Por ejemplo, la compra de planes de ahorro para colocar pesos que se valorizan
al ritmo de aumento del precio de automóviles o de inmuebles, o el stockeo de bienes
durables factibles de ser vendidos a futuro. Lo importante, para un pequeño
ahorrista, es distinguir claramente cuándo está invirtiendo y cuándo sólo está
gastando, para evitar la licuación de sus ahorros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario