En las últimas semanas
se ha producido una especie de consenso
acerca de que la probable recuperación económica de Brasil permitirá una rápida
recuperación de la economía argentina. Lamentablemente, creo que esto no necesariamente ocurrirá, y que la clave está en la competitividad
cambiaria.
Vamos por partes.
Efectivamente creo que Brasil se
recuperará. No tiene problemas económicos de fondo que impidan su
recuperación, ha bajado sus tasas de interés, ha subido su tipo de cambio y ha
ejecutado medidas fiscales expansivas. Desde comienzos de año vengo planteando
que hay altas chances de que Brasil se recupere en lo que queda del año, y sigo
creyendo que eso puede suceder.
Creo también que una eventual recuperación de la economía
brasileña es sin dudas una buena noticia para Argentina. Parte, aunque sólo
parte, de la caída en la actividad industrial argentina del primer semestre de
este año se debe a la menor demanda brasileña y, por lo tanto, una recuperación
brasileña revertiría ese proceso de arrastre hacia abajo de nuestra industria.
Pero una parte importante de la caída industrial
argentina se debe a la fuerte pérdida de competitividad cambiaria contra Brasil
que se produjo durante el último año, como mostré en otras oportunidades
(ver el post Por qué sube el dólar paralelo). Con mantenimiento de la inflación
en Argentina (en torno al 25% anual) y en Brasil (en torno al 5% anual), y
estabilidad cambiaria en Brasil, la depreciación del dólar oficial que
probablemente está pensando el Gobierno Nacional (en torno al 20% anual) sólo
lograría contener la “hemorragia” de competitividad, manteniéndola en los niveles actuales, un 26% por debajo del nivel de
un año atrás y muy cerca del nivel de 1997.
En este contexto, una recuperación de la industria brasileña
pero en un contexto de atraso cambiario argentino, no necesariamente conduce a
una rápida recuperación de la industria argentina. El antecedente más relevante es el de 1998 a 2000, como muestra el
siguiente gráfico (para verlo más grande, clickealo), que utilicé en mi exposición en la Conferencia de Jóvenes Empresarios
de la UIC (para ver el material de esa exposición, clickeá aquí).
La línea negra muestra
la evolución del tipo de cambio real de Argentina con relación a Brasil (cuanto
más abajo está en el gráfico, menor es nuestra competitividad cambiaria),
mientras que las líneas celeste (Argentina) y verde (Brasil) muestran la
evolución de la actividad industrial en ambos países. El gráfico muestra
claramente cómo la producción industrial caía durante 1998 en ambos países, y
cómo Brasil despega, pero Argentina se
queda rezagada, luego de la devaluación brasileña de enero de 1999, que
perjudicó a nuestro tipo de cambio real, que quedó muy bajo durante los años
siguientes, hasta la crisis de 2001 y 2002.
Espero que la historia
no se repita, pero no dejemos de tener en cuenta que de la combinación de caída industrial en Brasil y atraso cambiario
argentino, esta último es el que tiene menos chances de recuperarse a corto
plazo.
Hola Gastón.
ResponderEliminarExcelentes tus notas.
Sin embargo me parece que muchos de Uds. economistas, por prudencia utilizan índices "reales" de inflación que se quedan al menos 5 puntos por debajo de lo real. Hay que ver cómo se componen los índices históricos, ya que otra cosa que se nota es una distorsión relativa de algunos precios que van por la vía libre versus otros que sea por subsidios, regulaciones o controles, van por una calle llena de semáforos. Si algún día se liberan, creo que tendríamos algo cercano a hiperinflación. A modo de ejemplo: los fletes en el agro que en la convertibilidad valían unos 18 usd/ton (300km), valen hoy exactamente 2,2 veces más que en el año 2000 (a dolar oficial, al menos). En las labores agrícolas sucede lo mismo.
Hemos perdido referencia en los precios y no tenemos idea cómo se recompodrían si se sacan tantas regulaciones y subsidios.
Saludos.
Muchas gracias por tu comentario. Separaría dos cosas de tu análisis. En primer lugar, creo que los índices de inflación que solemos utilizar los economistas (elaborados por algunas provincias, por ejemplo) están midiendo bien la inflación, independientemente de que efectivamente hay precios atrasados, y por lo tanto hay también otros precios que crecen más que el promedio.
ResponderEliminarOtro tema es qué puede ocurrir cuando esos precios atrasados se ajusten. Dependerá del marco de política económica. Sin plan anti-inflacionario, seguro que subirán la inflación, aunque para llegar a una hiperinflación hay que recorrer un trecho importante (por eso son tan infrecuentes las hiperinflaciones).
Con un plan anti-inflacionario adecuado es posible controlar los impactos del ajuste de precios relativos. Ocurrió, por ejemplo, con el primer Plan Austral, que fue muy efectivo para bajar la inflación de 30% mensual (más de 2,000% anual) a sólo 6% mensual en un solo mes (de junio a julio de 1985), con ajuste de precios atrasados y sin frenar la economía (luego fracasó, dos años después, cuando se descontroló el frente fiscal y monetario).
El contraejemplo fue el Rodrigazo, que produjo un fuerte ajuste de precios relativos con descontrol inflacionario posterior.
La clave está, como te decía, en qué políticas macroeconómicas acompañen al momento de tratar de corregir estas fuertes distorsiones de precios. Se puede hacer un desastre o algo racional y manejable. Seguramente escribiré sobre este tema en próximos posts.
Gracias nuevamente. Saludos!
Gastón