Un blog de economía para no economistas

"Ojalá te toque vivir tiempos interesantes", reza una maldición china. Los argentinos sufrimos la maldición de vivir en una economía "interesante". Por eso tenemos que saber más de economía que en otros países.

Para enfrentar la maldición de vivir en una economía "interesante", en este blog encontrarás comentarios, análisis y estadísticas sobre la economía argentina, sin jerga económica innecesaria ni tecnicismos, con rigurosidad analítica pero simpleza en la exposición.

martes, 7 de junio de 2011

Un proteccionismo anacrónico

Días atrás la principal noticia económica eran las restricciones impuestas por Brasil a las importaciones de autos y autopartes de nuestro país, en respuesta a nuestras demoras en la aprobación de licencias no automáticas de importación de productos brasileños. Hoy el principal título en la portada de La Voz del Interior habla de la escasez de juguetes, textiles y electrónicos importados. En ambos casos se trata de algunas de las consecuencias de un proteccionismo que atrasa algunas décadas, pero que todavía es defendido más de lo que sería esperable dada la experiencia internacional al respecto.
Las medidas de protección, como aranceles de importación, cuotas u otros tipos de obstáculos al ingreso de productos importados, generan una asignación ineficiente de los recursos de la economía ya que con ellas se producen bienes a un costo mayor que el costo de importarlos y se dejan de consumir bienes que para los consumidores tienen un valor mayor que el costo que tenían que pagar por ellos. Pero aún con estas ineficiencias, durante muchas décadas este tipo de medidas proteccionistas gozaron de apoyo de políticos y economistas que sostenían que esta era una forma de industrializar la economía, fomentando industrias que luego de cierto periodo de protección podrían volverse competitivas. El fracaso de las políticas de industrialización por sustitución de importaciones en toda Latinoamérica le restó atractivo a este tipo de argumentos.
Quienes defienden este tipo de enfoques proteccionistas de la política industrial seguramente argumentarán que al enfoque neoliberal tampoco le fue muy bien. La clave está en que un país no necesariamente se industrializa de manera espontánea, sin ninguna intervención del Estado, pero tampoco lo hace de manera sostenible a partir de políticas proteccionistas. Economistas como Dani Rodrik y Ricardo Hausmann plantean desde hace varios años un enfoque alternativo para la política industrial, que no tiene nada que ver con el proteccionismo y la sustitución de importaciones, pero implica políticas activas lejos del credo neoliberal. Como comenté en el post El legado metalúrgico y el nuevo paradigma de política industrial, estos economistas argumentan que una política industrial efectiva tiene que detectar en cada actividad económica cuáles son los obstáculos que enfrenta para desarrollarse, y centrar la política industrial en la eliminación de esos obstáculos. Este enfoque permite contribuir a procesos de diversificación productiva, generando producción de alto valor agregado allí donde no la había.
De todos modos, aunque el discurso oficial asociado a las nuevas licencias no automáticas fue del tipo proteccionista, es claro que la principal motivación fue reducir importaciones para apuntalar el saldo de la balanza comercial, es decir, sostener la entrada de dólares comerciales. Con una inflación alta comparada con nuestros socios comerciales y una mayor fuga de capitales, las restricciones a las importaciones son un parche frente a políticas que deberían ir al fondo de la cuestión: reducir la inflación para frenar el proceso de apreciación cambiaria y generar expectativas positivas para reducir la salida de capitales.
Estas restricciones, además de no solucionar los problemas de fondo que están presionando hacia abajo al saldo de la balanza comercial, perjudican otros objetivos de política económica: presionan sobre la inflación (ya que suben los precios de bienes que compiten con las importaciones) y reducen las inversiones en bienes de capital importados, justo cuando necesitamos expandir la capacidad de producción de la economía. Y, como muestra el caso de Brasil, genera perjuicios sobre las industrias exportadoras cuando nuestros socios comerciales nos responden con reciprocidad, poniendo trabas a nuestras exportaciones. Demasiadas contraindicaciones para una medida que no fue muy resistida por las principales entidades empresarias del país.

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