Un blog de economía para no economistas

"Ojalá te toque vivir tiempos interesantes", reza una maldición china. Los argentinos sufrimos la maldición de vivir en una economía "interesante". Por eso tenemos que saber más de economía que en otros países.

Para enfrentar la maldición de vivir en una economía "interesante", en este blog encontrarás comentarios, análisis y estadísticas sobre la economía argentina, sin jerga económica innecesaria ni tecnicismos, con rigurosidad analítica pero simpleza en la exposición.

jueves, 12 de julio de 2012

CFK, Krugman y el caso argentino


En varias oportunidades, la Presidente mencionó los argumentos del Premio Nobel Paul Krugman a favor de las políticas económicas aplicadas por Argentina desde 2002. Si yo estuviera en el lugar de CFK y un Premio Nobel del prestigio indiscutido de Krugman recomendara mis políticas económicas, sin dudas también lo mencionaría. El problema es que no todo lo que plantea Krugman es correcto.

De lo que plantea Krugman, creo que sí es correcto su argumento en el sentido de que la experiencia argentina luego de la crisis de 2001 y 2002 muestra que “hay vida” luego del default. Pero creo que es muy simplista argumentar que entonces el default es una estrategia recomendable, por ejemplo para países como Grecia, actualmente sumido en una crisis económica muy profunda. Uno de los elementos a tener en cuenta es que luego de las medidas tomadas por Argentina a comienzos de 2002, el contexto internacional dio un giro muy importante a favor de Argentina, como argumenté hace tiempo en el post “Esta vez, Krugman se equivocó”. Y se trata de un factor no repetible. De cualquier forma, aun cuando estuviéramos de acuerdo con que la medicina económica aplicada por Argentina para salir de aquella crisis es recomendable para algunos de los países de la Eurozona, en todo caso quienes deberían capitalizar intelectualmente aquellos logros son Jorge Remes Lenicov y Roberto Lavagna, quienes ejecutaron aquellas medidas durante la gestión de Eduardo Duhalde.

El argumento de Krugman sobre el cual tengo más discrepancias es el que afirma que las políticas económicas argentinas de los últimos años son injustamente criticadas por la prensa internacional, ya que Argentina tuvo un mejor desempeño que Brasil, una economía habitualmente elogiada en el mundo. Creo que Krugman, cuando realiza esta afirmación, está analizando mal los datos, porque no tiene en cuenta que (1) los datos oficiales de actividad económica de Argentina sobre-estiman el verdadero crecimiento durante los últimos 5 años, (2) comparar el desempeño de ambos países desde el año 2000 genera una distorsión en el análisis, ya que en aquel año Argentina acumulaba un tercer año consecutivo de recesión y, por lo tanto, la recuperación posterior “agranda” las cifras de crecimiento en los años siguientes y (3) los datos justifican separar la gestión de Néstor Kirchner (cuando Argentina creció más que Brasil) de las gestiones de Cristina Fernández (cuando ocurrió lo opuesto). Adicionalmente, no me parece apropiado excluir del análisis a la inflación. A estos argumentos los expuse en los posts “Krugman se equivoca con Argentina” y “El deterioro de la economía K”. Dado que esos posts fueron muy leídos desde el exterior, incluí también una versión en inglés, en el post “About Krugman’s view on Argentina”. También mencioné algunas de estas cuestiones en la entrevista que me hizo Chema Forte para Radio Exterior de España, cuyo link incluí en el post "Entrevista en España: ¿es viable la "solución Argentina" para Europa?".

Por supuesto que alguien podría decir que no hay que discutir algo dicho por un Premio Nobel. La verdad es que los Premio Nobel también pueden errar en sus diagnósticos, y mucho más todavía en sus pronósticos, algo a tener en cuenta en momentos en que economistas como Krugman vaticinan el colapso del Euro (en mayo dijo que Grecia saldría del Euro seguramente durante junio, es decir, el mes pasado). Es probable que esto finalmente ocurra, aunque siempre es bueno recordar lo que alguna vez dijo John Kenneth Galbraith, y que me sirve para tratar de no creer demasiado en las habilidades predictivas que los economistas creemos tener (o hacemos creer que tenemos):

“En Estados Unidos, cada mes, supuestas autoridades en teoría económica se desplazan por la nación para exponer sus opiniones sobre las perspectivas económicas, y también sobre las previsiones sociales y políticas. Miles de personas prestan atención, y cientos de ejecutivos o sus empresas pagan enormes sumas de dinero para oírlos e incorporar sus pronósticos y tomar, o tal vez sólo justificar, decisiones en base a ellos. Sin saber que la característica fundamental de los futurólogos económicos no es la de saber, sino la de no saber que no saben. Y que su máxima ventaja es que todas las predicciones, acertadas o inexactas, se olvidan con rapidez”.

“Si el conocimiento económico fuera impecable, o al menos permitiera pronosticar con un alto porcentaje de aciertos, el sistema económico vigente en el mundo no socialista no podría sobrevivir. Si alguien pudiera saber con alta precisión qué podría suceder con los salarios, las tasas de interés, los precios de los bienes, el desempeño de diferentes empresas e industrias, y los precios de valores y títulos, se trataría de una persona privilegiada que no tendría ningún interés en transmitir o vender su información a nadie, sino que la utilizaría en beneficio propio. En un mundo de incertidumbre, su monopolio de la certeza sería muy rentable. Pronto estaría en posesión de todos los bienes intercambiables, mientras que cuantos se vieran enfrentados a semejante conocimiento tendrían que sucumbir. En realidad, el sistema económico moderno sobrevive no a causa de la excelencia de la labor de quienes pronostican su futuro, sino a su inquebrantable tendencia al error”.

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