Un blog de economía para no economistas

"Ojalá te toque vivir tiempos interesantes", reza una maldición china. Los argentinos sufrimos la maldición de vivir en una economía "interesante". Por eso tenemos que saber más de economía que en otros países.

Para enfrentar la maldición de vivir en una economía "interesante", en este blog encontrarás comentarios, análisis y estadísticas sobre la economía argentina, sin jerga económica innecesaria ni tecnicismos, con rigurosidad analítica pero simpleza en la exposición.

martes, 14 de diciembre de 2010

Por qué estamos lejos de una hiperinflación

En los últimos días, al hablar sobre inflación, varias personas me han preguntado si la alta inflación que tenemos actualmente puede desencadenar un descontrol inflacionario, desembocando en una hiperinflación. Mi respuesta fue siempre que estamos muy lejos de una hiperinflación.
Para llegar a una hiperinflación hay que recorrer un camino bastante largo. De hecho, las hiperinflaciones son fenómenos muy raros. No es habitual que un país caiga en la hiperinflación. Para comprender por qué es algo raro, y por qué todavía estamos lejos de ella, es útil analizar los principales mecanismos que se potencian para desencadenar una hiperinflación.
El primer mecanismo es el de la desmonetización de la economía. Cuando la inflación es alta, tendemos a desprendernos más rápidamente del dinero, ya que nuestro poder adquisitivo se reduce a medida que la inflación va licuando el valor del dinero que tengamos en nuestro poder. En otras palabras, a mayor inflación, menor demanda de dinero. Pero cuanto menor es la demanda de dinero, mayor es el impacto porcentual de cualquier incremento en la oferta de dinero. Por ejemplo, si el gobierno tiene un déficit fiscal financiado con emisión equivalente al 1% del PIB, la cantidad de dinero se incrementará un 10% si el nivel de monetización de la economía es del 10% del PIB, pero se incrementará un 100% si el nivel de monetización de la economía es del 1% del PIB o . . . ¡del 1,000% si el nivel de monetización de la economía es de sólo el 0.1% del PIB! Es decir, para un mismo déficit fiscal financiado con dinero, el impacto porcentual sobre la cantidad de dinero crece exponencialmente a medida que se va achicando el nivel de monetización de la economía, y ese impacto porcentual es el que genera inflación. Incluso un déficit fiscal relativamente pequeño puede generar un enorme impacto inflacionario si el nivel de monetización de la economía es muy bajo.
El segundo mecanismo es el de la licuación de los ingresos públicos. Este es un fenómeno conocido como “efecto Olivera-Tanzi”. Con una inflación muy alta, el poder adquisitivo de los ingresos públicos se reduce fuertemente entre el momento en que se devengan y el momento en que los cobra el Estado. Ejemplo muy simple: el IVA que se devenga durante diciembre (los consumidores lo pagan con sus compras realizadas durante este mes) es abonado por las empresas al Estado durante la tercera semana de enero. Con inflación muy alta, en las semanas que transcurren desde el momento en que las empresas cobraron el IVA a los consumidores y el momento en que lo pagan al Estado, el poder adquisitivo de la recaudación se reduce fuertemente. Esto tiende a agrandar los déficit fiscales, generando más necesidades de emisión monetaria para financiarlos.
Ambos fenómenos son explosivos. Y se potencian entre sí. A medida que la monetización de la economía tiende a cero, la inflación crece explosivamente. Y a medida que la inflación crece explosivamente, el valor de la recaudación impositiva tiende a cero. El efecto de la inflación sobre la recaudación hace que cada vez se necesite más emisión monetaria, y al mismo tiempo la desmonetización de la economía hace que el impacto inflacionario de esa emisión sea cada vez mayor, licuando más los ingresos públicos y profundizando el círculo vicioso.
Es cierto que hemos dado los primeros pasos hacia el descontrol inflacionario cuando este año, a la emisión de dinero para comprar dólares, le agregamos la emisión de dinero para prestarle al Gobierno. Pero estamos muy lejos de llegar a los niveles insostenibles de emisión que generan desmonetización y que licúan los ingresos públicos. Esto explica por qué sólo en 1 de los 10 episodios en los cuales la inflación en nuestro país cruzó el techo del 30% anual, la inflación se descontroló, terminando en una hiperinflación (ver post “El pronóstico inflacionario de Roubini”).
No nos asustemos por el riesgo de una hiperinflación, pero tampoco nos desentendamos del problema inflacionario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario