El tema económico del
momento: la cuestión cambiaria, en
particular las fuertes restricciones a la compra de dólares. Para analizar este
tema, primero conviene considerar cómo está la competitividad cambiaria. El
siguiente gráfico muestra lo que se conoce como tipo de cambio real (el tipo de cambio ajustado por las inflaciones
relativas de los países considerados), que refleja la competitividad cambiaria del país:
La línea roja muestra
el tipo de cambio real contra Estados Unidos. Es claro que estamos llegando al
nivel de diciembre de 2001, producto de que nuestra inflación más alta que la
estadounidense no ha sido suficientemente compensada en los últimos años con
aumentos de tipo de cambio. La línea verde muestra el tipo de cambio contra
Brasil. Es claro que el deterioro de tipo de cambio real ha sido menor que
contra Estados Unidos, y la razón es que en los últimos años Brasil apreció su
moneda contra el dólar y, por lo tanto, compensó en parte nuestra mayor
inflación. A tal punto que entre mitad de 2010 y mitad de 2011, el tipo de
cambio real contra Brasil permaneció constante, a pesar de nuestra mayor
inflación. El problema es que esto dejó de ocurrir a mitad del año pasado,
momento a partir del cual nuestro tipo de cambio real contra Brasil cayó
fuertemente, por la combinación entre nuestra inflación más alta que la
brasileña y la depreciación de la moneda brasileña.
¿Dónde estamos ahora
con relación a Brasil? 25% por debajo de un año atrás, 32% por debajo de
diciembre de 2007 y apenas 7% por encima del promedio de 1997, en plena
Convertibilidad. Este es el principal
problema de la economía argentina asociado a la cuestión cambiaria.
El segundo problema es
que el Gobierno Nacional necesita que el
BCRA compre dólares para recuperar las reservas que pierda a medida que el
Tesoro vaya tomándolas para pagar deuda pública en dólares. Esto es lo que está
por detrás de las fuertes restricciones a las importaciones desde comienzos de
año y de las fuertes restricciones a la compra de dólares desde noviembre y,
especialmente, desde la semana pasada. En otras palabras: restricciones a las
importaciones para que “sobren” unos 10,000 millones de dólares “comerciales” y
restricciones a la compra de dólares para que todos esos dólares comerciales
sean adquiridos por el BCRA y no por el mercado.
El problema con esta
estrategia es que impacta negativamente
sobre la actividad económica por falta de insumos importados (por ejemplo,
el 42% de los industriales metalúrgicos cordobeses ha tenido durante lo que va
del año dificultades para abastecerse de insumos) o por freno de ciertas
transacciones económicas (como la menor compra de departamentos, por inversores
“sentados” sobre sus dólares, como reflejan las estadísticas de CEDUC), e
impacta negativamente sobre las expectativas generales por incertidumbre acerca
de qué ocurrirá con la política cambiaria.
Sobre esto último,
algunos elementos para el análisis.
1.- La opción de
devaluar no ha sido considerada por el Gobierno en estos años, en parte tal vez
por el temor a que una devaluación aliente la demanda de dólares, por
expectativas de posteriores devaluaciones. Creo que el endurecimiento de las
restricciones a la compra de dólares reduce ese temor. Sin restricciones a la
compra de dólares, una devaluación puede dar la señal de que se acabó la
estrategia del dólar administrado, y que a partir de ese momento habría
devaluaciones cada vez que se considerara necesario, generando expectativas de
nuevas devaluaciones y aumentando así la demanda de dólares; con fuertes restricciones a la compra de
dólares, pierden relevancia las expectativas de devaluación, ya que casi nadie
puede comprar dólares.
2.- La estrategia del
dólar administrado (suba muy gradual, pero persistente, del tipo de cambio, sin
saltos devaluatorios) funcionó muy bien en 2008 y 2009, y creo que tenía muchas
chances de funcionar este año. Pero creo que ha sido ejecutada a un ritmo
demasiado lento (el tipo de cambio subió sólo 4% en lo que va del año), y la
depreciación del real brasileño, más el atraso acumulado en el último año, obligarían a un ritmo de depreciación mucho
mayor, que tal vez el Gobierno no quiera convalidar.
3.- Comienza a
aparecer con más probabilidad la
alternativa de un esquema de tipos de cambio múltiples. Lo negó ayer la
Presidente, pero es algo que ha defendido el viceministro Kicillof antes de ser
funcionario, y que encaja en la lógica del intervencionismo implícito en la “sintonía
fina” de este Gobierno (no se refiere a la sintonía fina de una Dilma Rousseff
tratando de bajar la inflación de 6.5% a 5.5%, sino a un tipo de políticas a
medida de cada sector e, incluso, de empresas en particular). Esto implicaría
un tipo de cambio bien alto para turismo y compras financieras, más bajo para
importaciones en general, más bajo para exportaciones en general y más bajo aún
para exportaciones de alimentos (para contener su impacto inflacionario) y para
importaciones de bienes de capital y de algunos insumos (para no frenar la
actividad económica). Esto le permitiría
al Gobierno más “sintonía fina” en el modo como utiliza este término, y
hasta hacerse de algunos recursos fiscales comprando dólares baratos y
vendiéndolos más caros.
El Gobierno Nacional ha
demostrado siempre mucha audacia para tomar medidas de política económica, lo
que hace muy difícil anticipar lo que
pueda decidir en las próximas semanas respecto de la cuestión cambiaria.
Habrá que observar las señales que vaya dando, para identificar cuál de las
alternativas anteriores resulta más probable. Esto implica que seguiremos este
tema en próximos posts.
Hola Gastón,
ResponderEliminarMuy oportuno toca este tema en los días que corren. Rescato principalmente lo mencionado sobre los tipos de cambio múltiples, dado que es la opción (no 'solución') que muchos están barajando.
Entiendo lo que mencionás al respecto, pero no capto por qué, de desdoblarse el tipo de cambio, éste sería más bajo para exportaciones que para importaciones.
Lo que yo estimo, para que nuestras exportaciones de más valor agregado recuperen competitividad, sería que apliquen a un tipo de cambio por encima del actual (por ejemplo a 5,6) a fin de que el empresario pueda encontrar un mix entre bajar su precio para tener más penetración de mercado y al mismo tiempo recibir más pesos por dólar y así hacer frente a la inflación.
Digo esto pensando en las industrias exportadoras (maquinaria, vino, autopartes, etc) y no en los commodities.
Saludos...
Gino