A comienzos de este
año, la Presidente habló de hacer “sintonía fina”. Creo que esta expresión fue en general mal entendida,
porque fue usada por la Presidente de un
modo diferente a como se la utiliza habitualmente.
Los economistas
solemos hablar de sintonía fina cuando
la política económica se concentra en cambios marginales, pequeños, de
calibración al detalle, como cuando uno trataba de sintonizar el dial en un
viejo aparato de radio, en el cual podía desplazarse velozmente cuando se
encontraba lejos de la frecuencia deseada, pero tenía que hacerlo mucho más lentamente, y con
aproximaciones sucesivas, cuando se encontraba en torno a esa frecuencia.
Cuando Dilma Rousseff asumió la presidencia de Brasil, se manifestó muy
preocupada por la inflación de ese país, planteó que haría lo necesario para
bajarla, y comenzó a tomar medidas al respecto. Se refería a bajar la inflación
de 6.5% a 5.5%. Eso es “sintonía fina” en la acepción común entre los
economistas.
Cuando nuestra
Presidente plantea que los salarios no tienen que subir en torno al 30% como el
año pasado, sino en torno al 18%, no
parece estar hablando de una sintonía fina, sino más bien de una sintonía
gruesa. Bien gruesa. Lo que ocurre es que empleó una nueva acepción del concepto “sintonía fina”. Se refirió a intervenir sector por sector, caso por caso.
En esta nueva acepción, hacer sintonía fina significa que si hay problemas
energéticos, el Gobierno se ocupa sólo de intervenir YPF, y de expropiar sólo a
Repsol, pero no al resto de los accionistas de la compañía. Si hay faltante de
dólares comerciales, elige quién puede importar y quién no, empresa por empresa.
Si los privados compran gran parte del excedente de dólares comerciales que
deberían “sobrar” para que los compre el BCRA y reponga las reservas que el Tesoro
tome prestadas para pagar deuda pública en dólares, elige quién puede comprar dólares
y quién no, y cuánto puede comprar cada uno, persona por persona. Y, por qué
no, puede elegir qué tipo de cambio tiene que pagar una persona que quiere
viajar al exterior en plan de turismo, qué tipo de cambio tiene que pagar
alguien que quiere comprar dólares como forma de ahorro, qué tipo de cambio
tiene que pagar un importador y qué tipo de cambio tiene que cobrar un
exportador. Y también puede decidir que un importador de bienes de capital
pague un tipo de cambio diferente al que tiene que pagar un importador de
bienes de consumo, y que un exportador de alimentos reciba un tipo de cambio
diferente al que reciba un exportador de bienes industriales. Eso también sería sintonía fina, y por eso
el rumor de que se vienen tipos de cambio múltiples suena verosímil. Porque está
en línea con la acepción del concepto de “sintonía fina” que acuñó este Gobierno.
La “sintonía fina”
empleada para expropiar a YPF no soluciona por sí misma el problema energético
(lo solucionarán o no las medidas de política energética que tome de acá en
más), la “sintonía fina” empleada para reducir las importaciones está generando
serios problemas en la industria (42% de los metalúrgicos cordobeses no pudo
abastecerse normalmente de insumos) y también en el comercio (3 de cada 4
comerciantes cordobeses tuvo problemas para reponer mercadería), crea un serio
riesgo de recesión y hasta impacta negativamente sobre las exportaciones, por
dificultades para acceder a insumos claves y por represalias comerciales de
otros países, en respuesta a nuestras trabas a sus exportaciones. Y la sintonía
fina empleada para reducir la compra de dólares está generando un clima de expectativas en el cual casi
cualquier medida de política económica parece verosímil para el ciudadano común
y corriente. A tal punto que la propia Presidente tuvo que plantear
públicamente que no hay que hacer caso a las cadenas de mails que hablan de
corralito en los depósitos. Estoy de acuerdo con ella en que lo que plantean
esos mails no tiene sentido, pero que mucha gente crea que sí lo tiene refleja
el clima de incertidumbre que existe actualmente.
La diferencia
semántica entre la “sintonía fina” como habitualmente se la conoce en economía
y la “sintonía fina” que refiere la Presidente es reveladora del rumbo que
puede tomar la economía. Una vez instalada la lógica de que todo se soluciona
con medidas caso por caso es muy fácil
caer en la trampa de nuevas medidas necesarias para corregir las distorsiones y
los problemas generados por medidas previas, en una espiral difícil de
revertir. Necesitamos menos, y no más,
sintonía fina tal como la concibe la Presidente.
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