Una vez que hay presidente electo, o candidato con altas
chances de ganar la elección, el presidente en funciones pierde gran parte de
la iniciativa política.
Por ese motivo, al Gobierno le convendría que la
incertidumbre acerca de quién será el próximo presidente se extendiera hasta la
segunda vuelta, en noviembre.
Y por eso también el peor escenario para el Gobierno es un
candidato que emerja muy fortalecido de las primarias de agosto.
Si tal escenario se materializara y se instalaran ciertas
expectativas, las cuestiones cambiarias podrían complicarse durante los últimos
meses de mandato.
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