Un blog de economía para no economistas

"Ojalá te toque vivir tiempos interesantes", reza una maldición china. Los argentinos sufrimos la maldición de vivir en una economía "interesante". Por eso tenemos que saber más de economía que en otros países.

Para enfrentar la maldición de vivir en una economía "interesante", en este blog encontrarás comentarios, análisis y estadísticas sobre la economía argentina, sin jerga económica innecesaria ni tecnicismos, con rigurosidad analítica pero simpleza en la exposición.

jueves, 5 de diciembre de 2013

La ausencia del Estado

Los saqueos de diciembre de 2001 en distintos lugares del país fueron consecuencia de una situación social crítica, que desbordó al Estado, concretamente, a las fuerzas de seguridad. Los saqueos del martes y miércoles en la ciudad de Córdoba, aun cuando pueda haber por debajo de la superficie un componente social delicado, fueron consecuencia de la ausencia del Estado, a nivel provincial por el auto-acuartelamiento de la policía y la falta de previsión del Gobierno Provincial (el Jefe de Gabinete provincial reconoció que puede haber habido una falta de dimensionamiento del problema, y es claro que no hubo pedido formal de asistencia de Gendarmería durante el martes, cuando la policía ya se había retirado de las calles de Córdoba), y a nivel nacional por la actitud del Jefe de Gabinete nacional, que el miércoles por la mañana ya sabía lo que había ocurrido durante la noche en Córdoba, y sabía también de los pedidos de auxilio (formales o informales) del Gobierno provincial, y dijo expresamente que Córdoba se tenía que hacer responsable por la situación. Aun con problemas de comunicación entre ambos niveles de gobierno, Capitanich explicitó la postura de escarmiento político para Córdoba.

Es paradójico que tengamos un problema de ausencia del Estado de esta magnitud, cuando el discurso político predominante es el de la reconstrucción de un Estado fuerte. Tal paradoja surge de la confusión que existe todavía en Argentina entre un Estado fuerte y un Estado grande. Y son dos cosas muy distintas. Un Estado fuerte es el que puede cumplir con sus obligaciones básicas, garantizando la seguridad, la justicia, la salud y la educación, independientemente de su tamaño. Un Estado grande, no necesariamente es fuerte, ya que puede ser grande y no cumplir con sus obligaciones básicas. Un Estado grande puede gastar en empresas estatales ineficientes, en publicidad de propaganda del Gobierno, en subsidios para ciudadanos que no los necesitan, en obras públicas con sobreprecios, y en mil cosas más que no garantizan la fortaleza del Estado. Un ejemplo bien concreto, de estos días: Argentina asigna recursos públicos a la educación en una magnitud inédita en su historia, y las pruebas internacionales de calidad educativa no hacen más que mostrar una caída, no sólo con relación a los países desarrollados, sino también en comparación con nuestros vecinos latinoamericanos. El tamaño del Estado suele estar desligado de su fortaleza.

Pero la ineficiencia no es la única culpable de un Estado grande pero débil. También incide la mezquindad política con que se administren los recursos públicos. Usar a los ciudadanos de Córdoba para pasar facturas políticas es un ejemplo concreto, y lamentable, de este segundo modo de transformar un Estado grande en un Estado débil, que no puede garantizar una de sus funciones básicas.

Argentina tiene claramente un Estado grande pero débil, en todos sus niveles de Gobierno. El peso del Estado en la economía, medido tanto a través de sus gastos como de sus ingresos, en proporción al tamaño de la economía, no ha hecho más que crecer en los últimos años. Esto se refleja en la presión impositiva tanto nacional, como de las provincias y los municipios, que creció por distintos mecanismos durante los últimos años, y seguirá creciendo durante el próximo. La Nación aprovecha la inflación para cobrar más impuestos usando parámetros impositivos que no se ajustan por inflación (lo que ocurre con el Impuesto a las Ganancias, tanto de trabajadores, como de autónomos y empresas); la Provincia lo hace creando nuevos tributos, como la Tasa Vial; el Municipio, nuevamente, lo hace subiendo alícuotas de la Contribución sobre Comercio e Industria. El Estado sigue absorbiendo fondos del sector privado, pero por ineficiencia y mezquindad política, sigue sin lograr generar un Estado fuerte.

Pero a aquel otro motivo para los saqueos, del tipo que ocurrió en 2001, ligado a situaciones sociales críticas, no hay que descuidarlo. La pobreza se mantuvo en los últimos años en niveles elevados, y la menor creación de empleo de los últimos meses, sumada a salarios que ya no le ganan a la inflación, pueden comenzar a generar situaciones sociales delicadas. Tal vez por eso hoy muchos gobiernos provinciales y municipales están preocupándose por lo que pueda ocurrir a finales de este mes, en época de fiestas. Esperemos que el Estado no vuelva a ausentarse.

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