Columna de opinión en el
suplemento por el Día de la Industria
en la edición de hoy del diario Comercio y
Justicia
Resulta difícil analizar con precisión la evolución de la actividad
económica en los distintos sectores de la provincia de Córdoba. Ni el estado
provincial ni las entidades empresarias dedican suficientes recursos a generar
este tipo de estadísticas, salvo excepciones como la Cámara de Industriales
Metalúrgicos y de Componentes (CIMCC) y la Cámara Empresarial de Desarrollistas
Urbanos (CEDUC). Pero estos esfuerzos son insuficientes para una provincia con
el nivel de desarrollo productivo de Córdoba.
Esto ocurre de un modo particular en la industria, que produce el 16%
del valor agregado provincial e incluye ramas de larga tradición en la
provincia, como la metalmecánica y la alimenticia. De todos modos, es posible
extraer algunas conclusiones relevantes para la industria cordobesa a partir de
estadísticas nacionales. Según datos de FIEL: (a) la producción industrial fue,
durante los primeros 7 meses del año, prácticamente igual que un año atrás
(-0.3%), (b) sólo dos ramas industriales, muy importantes para Córdoba,
mostraron fuerte crecimiento: la automotriz (+18.6%) y la de minerales no
metálicos, que incluye la producción de cemento (+6.7%), (c) otra rama muy
importante para Córdoba, la industria alimenticia, mostró un muy leve
crecimiento (+0.7%), (d) todas las demás ramas industriales sufrieron caídas,
destacándose la rama metalmecánica (-10.2%), también de gran peso en la
industria local. Los datos de Orlando Ferreres muestran algo parecido.
No es casualidad que esto ocurra, ya que la industria en todo el país
enfrenta un contexto macroeconómico adverso, signado por el atraso cambiario y
las restricciones a las importaciones. El tipo de cambio real contra Brasil se
redujo más del 30% desde mediados de 2011, está hoy casi un 40% por debajo del
nivel de fines de 2007 y es prácticamente igual al de fines de 1997, en plena
Convertibilidad (y en aquel entonces sin retenciones a las exportaciones
industriales). Esto no se soluciona con la mayor depreciación del tipo de
cambio oficial de las últimas semanas, porque el Gobierno Nacional sigue
“corriendo desde atrás” al problema del atraso cambiario: con la depreciación
de las monedas de la región desde comienzos de mayo, en especial del real
brasileño, el ritmo de suba de nuestro dólar oficial ya no sólo tiene que
compensar nuestra mayor inflación, sino también compensar el abaratamiento de
los productos de nuestros socios comerciales generado por la depreciación de
sus monedas.
Y adicionalmente, pero también como reacción a los efectos del atraso
cambiario, el endurecimiento de las restricciones a las importaciones genera
dificultades en empresas industriales a las cuales se les encarecen los costos
de parte de sus insumos. La paradoja de una política de restricciones a las
importaciones que podría interpretarse como una política industrial
proteccionista, y sin embargo impacta negativamente sobre la producción
industrial, simplemente porque no fue diseñada para proteger a la industria
sino para hacer que sobren dólares.
A esto se agregan, por supuesto, muchos otros factores. La creciente
presión impositiva, el alargamiento de la cadena de pagos cada vez que las
expectativas de suba del dólar paralelo secan la financiación extra bancaria en
pesos para las empresas más pequeñas, la menor demanda de Brasil como
consecuencia de las dificultades que está enfrentando para crecer, la menor
actividad de construcción privada, que reduce la demanda de productos
industriales destinados a ese sector, entre muchos otros.
Y más paradojas en esta economía plagada de matices: uno de los
productos industriales con mayor crecimiento en el último año es el cemento,
pero muchas empresas metalúrgicas que proveen al sector de la construcción no
tuvieron la misma evolución. La respuesta seguramente está en que construcción
pública y privada evolucionan a distinto ritmo, con la primera recuperándose
fuertemente, en medio de un año electoral, pero la segunda estancada en un
nivel muy bajo como consecuencia de la menor actividad inmobiliaria del último
año y medio.
Todo esto en un contexto en el cual la actividad económica general en la
provincia va perdiendo fuerza. Según el Índice de Actividad Económica en
Córdoba, elaborado por Economic Trends con metodología diseñada por el National
Bureau of Economic Research, el crecimiento económico se redujo del 1.6%
durante el último trimestre de 2012 (en comparación con el trimestre previo) al
1.2% durante el primer trimestre de este año y al 0.5% durante el segundo
trimestre.
Este contexto complejo puede modificarse en caso de que, luego de las
elecciones, el Gobierno Nacional reaccione ante los desafíos económicos que
enfrenta. Un escenario que no habría que descartar es un desdoblamiento
cambiario que mejore la rentabilidad del sector industrial, minimizando el
impacto sobre los precios de bienes de consumo masivo.
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