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"Ojalá te toque vivir tiempos interesantes", reza una maldición china. Los argentinos sufrimos la maldición de vivir en una economía "interesante". Por eso tenemos que saber más de economía que en otros países.

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miércoles, 18 de junio de 2014

El conflicto con los buitres, en una peligrosa pendiente resbaladiza

En los posts anteriores definí la situación de Argentina frente a los acreedores que ganaron la demanda judicial en Estados Unidos como una en la cual quien perdió el litigio (en este caso Argentina) tiene todo el incentivo del mundo para negociar, mientras que quien lo ganó (en este caso los acreedores) ya no tiene incentivos a hacerlo, porque ya obtuvo lo que quería (en este caso, pago del 100% de la demanda, en efectivo, y con disposiciones que garantizan, vía embargos, el pago).

Una situación de extrema debilidad para el Gobierno, porque no tiene mucho margen, en este contexto, para forzar una negociación. Una negociación tiene sentido antes de un fallo definitivo, cuando ambas partes tienen riesgo de perder, no después, cuando ya no existe riesgo, sino certeza sobre el resultado.

Excepto que quien perdió el litigio pueda plantear una amenaza creíble de incumplimiento que genere nuevamente, para quien ganó el litigio, el riesgo de perder, regenerando así el incentivo a negociar.

En este contexto se entiende el anuncio de Kicillof el martes, cuando planteó que estudiaría la posibilidad de un canje de deuda para cambiar la jurisdicción de la deuda reestructurada y garantizar así su pago en Buenos Aires, evitando el pago de la deuda no reestructurada establecido por el fallo judicial.

Difícilmente se realice dicho canje, por sus complicaciones técnicas y jurídicas, y por las consecuencias que generaría sobre la posibilidad de colocar nueva deuda en los mercados cuando, con dicho canje, aumentaría, en lugar de reducirse, el monto de deuda en cesación de pagos (por los acreedores que no acepten el nuevo canje). Sólo se entiende como una amenaza para forzar una negociación. Lo que explica también que el canje no haya sido dispuesto, sino sólo anunciado como proyecto a estudiar. Todo indica que se trató sólo de una amenaza.

Esta tarde, el juez Griesa planteó que para negociar es necesario que el Gobierno se comprometa a no realizar el canje de cambio de jurisdicción. El Gobierno podría haber respondido planteando públicamente que suspendía la idea del canje para crear el ámbito propicio para la negociación en los próximos días.

Pero acaba de cambiar de amenaza. Esta noche el Ministerio de Economía difundió un comunicado que no hace mención al nuevo canje, pero plantea que la decisión judicial de levantar el recurso que suspendía los embargos imposibilita el pago del vencimiento de deuda regular del próximo 30 de junio. Insinúa que no habrá pago tampoco para cumplir la sentencia judicial. Cambia de amenaza, seguramente para mejorar su posición frente a la negociación de la semana próxima. Pero aumenta también el riesgo de que la jugada salga mal, con los acreedores y el juzgado de Griesa rechazando la negociación al sentirse desafiados, pudiendo terminar en un absurdo default, injustificable por los montos en juego, pero generado por una estrategia de negociación fallida.

En teoría de los juegos, rama de la economía que estudia las decisiones estratégicas entre dos o más “jugadores”, a la estrategia que está siguiendo el Gobierno se la denomina “funambulismo estratégico”. Consiste en que uno de los jugadores intenta incidir sobre el comportamiento del otro jugador llevándolo hasta el borde del desastre, para obligarlo a volver atrás. La crisis de los misiles en 1962 es un ejemplo clásico de este tipo de estrategias, cuando Kennedy puso al mundo al borde de la guerra nuclear, induciendo a Khrushchev a retroceder.

La clave de este tipo de estrategia es que una amenaza demasiado costosa para quien la formula no resulta creíble, porque llegado el momento, en caso de no haber logrado torcer el comportamiento del rival, existe un incentivo muy grande a no cumplir con la amenaza. Con un límite muy marcado hacia el abismo, quien está por ser arrastrado sabe que la otra parte avanzará sólo hasta ese límite, con un incentivo muy grande a detenerse en ese punto. La amenaza entonces no es creíble. Como no lo habría sido una amenaza de ataque nuclear por parte de Kennedy.

Lo que sí funciona es generar el riesgo de caer en una pendiente resbaladiza en la cual se pierde el control total de la situación. Ya no es tan seguro ir hasta el borde del abismo, porque ese borde no existe, o es difuso. Las amenazas son entonces más creíbles, aunque más riesgosas. Como ocurrió con la escalada del conflicto de los misiles hasta que el riesgo se hizo intolerable para Khrushchev.

Da la impresión de que hasta ahora el Gobierno está tratando de forzar una negociación con amenazas poco creíbles. De hecho, la amenaza del nuevo canje desapareció hoy del comunicado del Ministerio de Economía, y apareció la amenaza de no pagar a nadie el 30 de junio, contradiciendo la promesa de la Presidenta de que se garantizaría el pago a los acreedores que confiaron en Argentina. Contradicciones que dan lugar a la sospecha de cierta improvisación. En criollo, da la impresión de que el Gobierno está corriendo a los fondos buitre con “la vaina”.

Si el Gobierno logra negociar la semana próxima un acuerdo de pago razonable, con algún esquema de entrega de bonos, como hizo con Repsol, habrá comenzado a encauzar el último frente abierto que queda con la comunidad financiera internacional.

Pero si no logra más que ratificación de la obligación de pagar el total del monto de la demanda en efectivo, o atenerse a los embargos que obliguen a entrar en default con la deuda reestructurada, la situación será más complicada para el Gobierno.

Políticamente sería muy duro volver de Estados Unidos sin nada. Ni siquiera algo “para la tribuna”. Y económicamente sería desastroso, si implicara caer en default.

Es justamente el riesgo que tiene el “funambulismo estratégico”. Que ambas partes terminen cayendo por la pendiente resbaladiza, sin que ninguno pueda hacer algo para retroceder.

Ocurrirá si los buitres y Griesa perciben que el Gobierno los corre con "la vaina", y por lo tanto no retroceden, y el Gobierno sigue aumentando la amenaza, hasta un punto de difícil retorno.

La Presidenta ha elegido una estrategia muy riesgosa, que hace difícil volver atrás.

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