Un blog de economía para no economistas

"Ojalá te toque vivir tiempos interesantes", reza una maldición china. Los argentinos sufrimos la maldición de vivir en una economía "interesante". Por eso tenemos que saber más de economía que en otros países.

Para enfrentar la maldición de vivir en una economía "interesante", en este blog encontrarás comentarios, análisis y estadísticas sobre la economía argentina, sin jerga económica innecesaria ni tecnicismos, con rigurosidad analítica pero simpleza en la exposición.

martes, 8 de febrero de 2011

La falacia de la inflación por expectativas

Hoy publica La Voz del Interior la columna de un economista que plantea que es acertada la disposición de Moreno de pedirle explicaciones metodológicas a las consultoras privadas que miden la inflación. Argumenta que las consultoras que miden inflación generan expectativas inflacionarias que luego se convalidan, con lo cual se trata de una actividad que debería ser regulada, como ocurre con las regulaciones a industrias contaminantes, controles de velocidad o estándares para obras en construcción.
En esa columna, el autor propone el ejercicio de imaginar un Gobierno que pretende una inflación del 3% e imaginar que se filtra un informe de una consultora privada que predice 10% de inflación. Supone que la publicación de ese informe puede hacer que las expectativas de inflación suban al 10%, produciendo un incremento de salarios por encima de la inflación, lo que genera una recesión, a menos que el gobierno emita dinero suficiente para que la inflación sea del 10%, convalidando así las expectativas generadas por este supuesto informe. Llega así a la hipótesis de expectativas auto cumplidas: el informe genera expectativas de inflación del 10% y finalmente se produce una inflación del 10%. El argumento parece bueno, pero . . . las expectativas de mercado no se generan de ese modo. No es razonable suponer que la inflación salta del 3% al 10% sólo porque “se filtra en la prensa la estimación de una consultora privada”.
De entrada el autor mezcla dos cosas bien diferentes: hace referencia a la medida dispuesta por Moreno para que las consultoras que miden la inflación le digan cómo lo hacen, pero centra todo su argumento sobre la generación de pronósticos sobre inflación. Son dos cosas totalmente distintas. Si su argumento fuera correcto, debería regularse la actividad de realización de pronósticos económicos, pero no la actividad de generación de estadísticas económicas. Pero su argumento no es correcto.
Es una exageración equiparar la actividad de consultores económicos a actividades reguladas por el Estado, argumentando que los consultores económicos producen con sus pronósticos un perjuicio social al generar expectativas auto cumplidas. Uno de los más reconocidos e influyentes consultores económicos de Argentina pronosticó en 2002 un dólar a $ 10, y el dólar cerró ese año a $ 3.36. Nada más lejos de una profecía autocumplida. Ni hablar de la hiperinflación que ocurriría al salir de la Convertibilidad, según predijo hasta el cansancio un reconocido profesor del CEMA, o la recesión que un conocido economista con columnas en La Nación viene anunciando sin éxito desde hace tiempo (sigue pronosticando un “tsunami económico” que, por supuesto, nunca llega). Ninguno de estos pronósticos se auto cumplió. Parece que los pronósticos auto cumplidos a que hace referencia el autor de la columna son menos frecuentes de lo que él cree.
A esta exageración, el autor trata de sustentarla con un ejemplo que lamentablemente no se condice con la realidad que pretende explicar. Supone un Gobierno que no quiere generar inflación, y un público que tiene expectativas injustificadas. Por el contrario, en Argentina 2011 hay un Gobierno que genera inflación, intenta ocultarla y pierde credibilidad al incumplir el Programa Monetario del BCRA. El supuesto de que el Gobierno no genera expectativas inflacionarias y sí lo hacen las consultoras privadas no se condice con lo que está ocurriendo.
Más irreal aún en este ejemplo es el supuesto de que la simple filtración de un informe de una consultora dispara expectativas inflacionarias. El mundo no funciona así. Ninguna consultora tiene ese poder de influencia. Ningún país tiene inflación de dos dígitos simplemente porque a una consultora se le ocurrió difundir un pronóstico equivocado.
Lo paradójico es que el autor plantea esta hipótesis de consultoras privadas generando profecías auto cumplidas de inflación justo cuando la evidencia muestra que esto no está ocurriendo. En efecto, las expectativas inflacionarias han estado por encima del 30% durante 2010 según el indicador que elabora la Universidad Torcuato Di Tella, pero ninguna consultora privada ha estimado una inflación mayor al 26%. Si las consultoras privadas estuvieran traccionando las expectativas inflacionarias, sus estimaciones deberían ser mayores a estas expectativas. Pero ocurre exactamente lo contrario.
Pongamos a las expectativas inflacionarias en su lugar. Son un factor muy importante en el proceso de inercia inflacionaria, pero no un factor generador de inflación (ver el post “Para qué sirve un pacto social”). Y si fuera cierto lo que plantea el autor de la columna cuando dice que “es deber del Gobierno controlar cómo se generan las expectativas”, el Gobierno debería comenzar por restablecer la credibilidad de los indicadores de inflación, plantear una política seria de estabilización y cumplir con los Programas Monetarios del BCRA. Con el Gobierno haciendo lo contrario, es insólito pensar que quienes generan expectativas inflacionarias son las consultoras que tratan de medir la inflación. Y es paradójico que quien dispone regulaciones para la actividad de medición de inflación es el mismo funcionario que hizo viable este negocio.

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