La historia económica argentina tiene un largo historial de
planes anti-inflacionarios fracasados, consecuencia en gran medida de que la
inflación funciona de manera diferente en distintos niveles.
Cuando es relativamente baja (menos del 10% anual), la
inflación está muy influida por las políticas monetarias, fiscales y
cambiarias. Cuando estas políticas son demasiado expansivas generan inflación,
y su moderación permite reducirla. El camino de regreso de la inflación es muy
parecido al camino de ida. Para reducir la inflación hay que desandar entonces el
camino que la generó.
Cuando es alta, pero muy lejos de una hiperinflación (10% a
50% anual), a los factores que generaron inflación en primera instancia se les
agrega uno adicional: la inercia inflacionaria.
Se trata del proceso circular por el cual salarios suben
porque suben precios y precios suben porque suben salarios, y por el cual las
expectativas de inflación generan comportamientos de ajustes de precios y
salarios que las convalidan y reinician el proceso.
Esto cambia radicalmente el mecanismo inflacionario. Entre
otras cosas hace que el camino de regreso sea diferente del camino de ida. Desandar
el camino que generó la inflación ya no logra reducirla. Se requieren políticas
específicas para moderar los procesos de ajustes de precios y salarios.
Cuando la inflación es demasiado elevada (más del 50% anual)
se transforma en un fenómeno casi exclusivamente monetario, dependiente de la
interacción entre oferta y demanda de dinero, y por lo tanto es posible
reducirla con los instrumentos que maneja el banco central.
Economía para No
Economistas
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