Esta semana es noticia en todos los medios la fuerte caída de reservas del BCRA, cuyo nivel ya está por debajo de
los u$s 33,000 millones. Esto es consecuencia del déficit energético (una cuestión vinculada a la política energética
de los últimos años, cuya resolución requiere políticas adecuadas y tiempo),
del desbalance entre importaciones y
exportaciones industriales (como consecuencia del atraso cambiario), del desbalance entre gastos de turismo
argentino en el exterior y entrada de divisas por turismo extranjero en
Argentina (como consecuencia del atraso cambiario y de la diferencia entre el
dólar paralelo y el oficial) y del uso
de reservas para pagar vencimientos de deuda pública (como consecuencia de
la política de “desendeudamiento” que mencioné en el post anterior).
Una de las consecuencias de la caída de reservas es que se amplía la distancia entre la cantidad de
pesos en circulación, que aumenta a medida que el BCRA emite dinero para
financiar déficit fiscal, y la cantidad decreciente
de dólares en el BCRA. Esa “distancia” suele ser medida con lo que se
denomina “dólar de convertibilidad”:
el tipo de cambio entre pesos y dólares que iguala el monto en pesos de las
reservas del BCRA con la cantidad de pesos en circulación (la “Base Monetaria”),
obtenido al dividir el monto de pesos en circulación por el monto de dólares en
las reservas del BCRA. Este cociente daba $/u$s
6,10 hace un año ($ 275 mil millones de Base Monetaria dividido por u$s 45
mil millones de reservas), y hoy da $/u$s
10.40 ($ 342 mil millones de Base Monetaria dividido por u$s 33 mil
millones de reservas). Un aumento importante, del 70.5% en un año.
Mirar el “dólar de convertibilidad” es importante porque indica el “poder de fuego” que tiene el
BCRA frente al mercado. Con tipo de cambio inferior a ese valor, las
reservas son menores que el dinero en circulación, y por lo tanto el BCRA corre
riesgo de quedarse corto con sus reservas frente a una corrida cambiaria, a
menos que prohíba la compra de dólares, como ocurre desde fines de 2011. Con un
tipo de cambio superior a ese valor, las reservas pasan a ser mayores que el
dinero en circulación, y esto permitiría al BCRA liberar restricciones, con un tipo
de cambio único para todas las operaciones o con un tipo de cambio aplicable a
operaciones financieras y de turismo, que son las que pueden poner en jaque las
reservas. En otras palabras, las
reservas son muchas o pocas dependiendo del tipo de cambio.
Esto significa que si el Gobierno
no revierte esta caída en las reservas, (a) la cotización del dólar paralelo seguirá subiendo, ya que de algún
modo va siguiendo como referencia el “dólar de convertibilidad” y (b) seguirá subiendo el piso de tipo de cambio
que tendrá que convalidar cuando decida eliminar restricciones a la compra
de dólares, que evidentemente no funcionaron adecuadamente.
Con esta evolución de dinero y reservas, el tiempo está jugando en contra del Gobierno. Cuanto más demore en
tomar medidas que reviertan el atraso cambiario y que reduzcan la brecha entre
el dólar paralelo y el oficial, o transformen el dólar paralelo ilegal en un
dólar financiero y turista legal a un tipo de cambio lo suficientemente alto,
mayores serán las limitaciones para cualquiera de las alternativas de política
económica que elija.
Por eso los problemas cambiarios
están requiriendo hoy medidas más urgentes que otros problemas económicos.
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