La semana pasada, la Presidenta del BCRA, Mercedes Marcó del Pont, se
refirió a las reservas del BCRA, reconociendo su fuerte caída durante los
últimos dos años, pero argumentando que
esa caída se debe fundamentalmente al pago con reservas de vencimientos de
deuda pública en moneda extranjera.
Aun siendo discutible la estrategia de pagar vencimientos con reservas,
cuando probablemente lo óptimo sería generar condiciones para refinanciar
vencimientos a tasas razonables, un punto no mencionado por Marcó del Pont,
pero de gran relevancia para el análisis, es que aquella estrategia es viable en ciertos contextos económicos, pero no
lo es en otros. Por ejemplo, el pago de casi u$s 10 mil millones al FMI en
enero de 2006 con reservas del BCRA no generó complicaciones económicas (de
hecho, en pocos meses las reservas recuperaron el nivel previo a ese pago),
pero los últimos desembolsos (los que refirió Marcó del Pont) sí están
generando complicaciones, a tal punto que desde hace días el gran tema
económico es el bajo nivel de reservas.
El pago de vencimientos de deuda pública con reservas del BCRA no genera demasiadas complicaciones si
(a) se produce excedente de “dólares
comerciales” (básicamente, más entrada de dólares por exportaciones que salida
de dólares por importaciones) que el BCRA compra (emitiendo pesos) para evitar
que caiga el tipo de cambio, aumentando así las reservas, (b) la emisión de
dinero necesaria para comprar los dólares comerciales que sobren implica un crecimiento de la cantidad de dinero en
circulación compatible con una inflación lo suficientemente baja como para no
perder competitividad (de lo contrario se pone en riesgo la condición (a)),
(c) los dólares que va sumando el BCRA a medida que compra el excedente de
dólares comerciales superan a los
dólares que va usando el Gobierno para pagar vencimientos de deuda pública,
de tal modo que el resultado neto sea un aumento de reservas que permita la
continuidad de la estrategia. En un contexto de estas características, una
estrategia de “desendeudamiento” a partir de las reservas del BCRA puede sostenerse en el tiempo mientras se verifiquen
las tres condiciones mencionadas. Esto ocurría en 2006, cuando Néstor Kirchner
decidió pagar el total de la deuda de Argentina con el FMI.
Hoy no se cumple ninguna de las
condiciones mencionadas. En
los últimos dos años, la competitividad cambiaria cayó fuertemente (contra
Brasil, cayó 30% desde mediados de 2011), a tal punto que hoy no “sobran”
dólares comerciales, sino que escasean (por eso el BCRA ha estado vendiendo
dólares más que comprando); la emisión de dinero para financiar déficit fiscal
implica una inflación demasiado alta para el intento de recomponer
competitividad cambiaria; los pagos de deuda pública implican caída de reservas,
sin otros flujos que compensen esas caídas. Por eso el monto de reservas va cayendo mes a mes, en lugar de caer cuando
se hace un pago importante de deuda pública (como en enero de 2006) pero recuperarse
luego.
Al referirse a la inflación, Marcó del Pont hizo referencia a buscar soluciones sin dogmatismos. Lo
mismo debería ocurrir en la búsqueda de soluciones al problema de la caída de
reservas del BCRA, si dogmatismo significa, en este contexto, seguir con las
mismas políticas económicas que están drenando las reservas del BCRA, lo que
aumenta, a medida que pasa el tiempo, el riesgo de una crisis por escasez de
reservas, como ocurrió tantas veces en Argentina.
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