Pocas veces hemos tenido medidas
de política económica tan contradictorias como la anunciada ayer. El principal problema de estos días es el
dólar paralelo, que crece sin parar, con gran impacto negativo sobre la
actividad económica y las expectativas, y se anuncia una medida que no tiene
nada que ver con ese problema. De hecho, no aumentará la oferta de dólares en
el mercado paralelo, ni reducirá la demanda. Por el contrario, hasta puede
incrementar la demanda de dólares paralelos si a algunos “blanqueadores” se les
ocurre blanquear pesos, yendo al mercado paralelo a comprar los dólares
necesarios para la operación.
La gran política económica del año pasado fue la pesificación de la
economía. El discurso oficial es que se acabó la “manía” argentina de utilizar
dólares para ahorrar o para comprar inmuebles. Y, en lugar de crear instrumentos financieros en pesos, la medida
anunciada ayer crea instrumentos ¡en dólares! Uno de los cuales sirve
para comprar inmuebles ¡en dólares! Y encima fondos provenientes de quienes lograron escapar a las restricciones impuestas por el Gobierno, fugando dólares.
La clave para comprender una
medida tan contradictoria tiene tres letras: YPF. El Gobierno Nacional se compró un gran
problema al expropiar (en realidad, confiscar) las acciones de Repsol en YPF:
cómo financiar a la petrolera, cuando ya está claro que no resulta fácil atraer
inversores externos. Y encima, con la escapada del dólar paralelo, perdieron
atractivo las colocaciones de YPF en pesos. Todo esto en el marco de la menor capacidad
de producción de YPF por el incendio de la refinería de Ensenada.
En este contexto, el objetivo es “matar
dos pájaros de un tiro”. Con el título que absorbe dólares para
depositarlos en el BCRA (disfrazado de instrumento para movilizar el mercado
inmobiliario) repone las reservas que
tome para financiar a YPF (ya había anunciado la utilización de u$s 2,000
millones). Y con el otro bono, el que rinde un interés anual del 4%, inyecta dólares en YPF.
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